1.9.03

OK.

Comenzaré por decir que este fin de semana fue sumo interesante, visualmente, sobre todo.
porque comenzó con un viaje, y las piedras del desierto de california rumbo a San Diego siempre son una grata sorpresa. Nunca son iguales, y hay secciones donde los tonos de verde se difuminan por la fuerza del sol. (a esto es a lo que me refiero por "rambling", enemigo número uno de quienes buscamos con ci sión en la escritura. en fin).
del viaje surgieron las maneras como discutimos, desarmamos y nos reimos del mundo Bibi y yo.
luego vinieron las imágenes de la película Cremaster 3. Too much, maybe, or not enough.
pero lo que cerró la noche con broche de oro fue visitar el Bar Kickers, en la zona de Hillcrest, en SD.
Nada más hermoso que contemplar un baile típico de los gringos: line dancing, desplayado por hombres y mujeres bailando con su mismo sexo, vestidos de vaqueros, sonriendo como si fuera el último día del mundo. Hace mucho no veía caras tan sonrientes, tan llenas de vida, de deseo, tan coquetas, sobre todo; a veces creepy coquetas, a veces con un verdadero gusto por la vida.
no me animé a bailar, me quedé plantado en mi lugar contemplando a la humanidad en toda su pureza.
uno de los bailarines brillaba en toda su gracia mientras recorria la pista, aqui con un vaquero de dos metros y camisa de franela cortada de las mangas; allá con un oriental que celebraba su despedida; acá consigo mismo, mientras decidía quién sería el nuevo agraciado.

Quiero aprender line dancing. Quiero aprender a vivir cuando menos por unos segundos.