26.11.04

A veces lo que te llega de reojo cobra sentidos que no pensabas que iban a surgir. Acabo de ver el icono de entrada a mi blog que dice "change values", y ese estúpido signo en forma de engrane azul, adquirió más sentido conforme lo fui sopesando. Y todo tiene que ver con un par de impresiones que ocurrieron desde juera.

"Lo que pasa es que a México le iría muy bien una dictadura", fue lo que me dijeron, a lo cual respondí con mi usual retorticón del estómago y una interrogación que no lleva a la contraargumentación sino a un entendimiento acerca del origen de esa afirmación. Lo cual finalmente tampoco llega a nada, salvo a una afirmación que haces sobre la afirmación, y de pronto la cosa se pone tan compleja que mejor le das otro sorbo a la copa de vino.

Y luego descubro, desde lejos, desde el acá que siempre es un aquí diferido, me entero de lo que ocurre en México. Policías linchados. "¡Buuuuuu!", México anunciándose a los cuatro vientos como la presencia del terror tim burtoniano casi, ya que, cotorreando con un compa chileno, él me dice no creer cómo pervive la violencia en mi país. El mismo que, durante los disturbios del pasado 19 de noviembre, vio cómo unos policías detenían a un par de morrillos por andar de grafiteros post-motín, y que me dijo, "por lo menos ya no los acribillan como lo hacían antes". Tipo que a diario. En plena calle. Frente a todos. Como si fuera tan normal. "Así nomás, poh. . ." como dicen los chilenos.

Ahora resulta que el espectro de la violencia de las culturas tiene pliegues, se presenta como fantasmagórico o como el cinismo del día a día, dependiendo de donde estés.

No puedo negar que hubo un tiempo donde la violencia -y estamos hablando de esa manifestación donde el cuerpo humano servía de medio y soporte para representar el tipo de sometimiento que pervive en un tiempo determinado- era ejercida con cierto apego a una sensibilidad estética (se asume como tan frívolo lo que estoy planteando. No lo es), que a la vez se trataba de una sensibilidad hacia todo aquello que conectara al hombre con su entorno, donde reconocía, en toda la atrocidad que ahora leemos del acto, que su ejecución era producto y destino de la naturaleza de las cosas, donde desollar a una bruja en China era la consecuencia de un ritual apegado a lo que el cuerpo podía soportar dentro de los marcos de tolerancia que su propia noción poética de la existencia llegaba a soportar (digo, a las pobres tipas les daban opio para hacerlas sentir una mezcla de placer y dolor intenso) y donde la única manera que podemos abordarla, desde una perspectiva occidental, es a través de la noción de "lo exquisito-morboso-". Y cuando vemos a un pobre idiota siendo linchado en video, se reacciona perceptivamente con una actitud de reafirmación de que sí, nuestro México está bien piratón. Entonces, el mismo cinismo que veo acá en sudamérica. Pero distinto.

Pero luego te preguntan cómo es que México puede vivir en esas condiciones. Te llega de reojo un planteamiento que hizo Roberto Bolaño hace poco, sobre cómo México es la metáfora de una condición que puede verse reflejada en todo el mundo. Y entonces te avientas una risa bien pedro infantesca, le das un trago al viento, y dices: "pos sí. . ."