1.12.04

Y a fin de cuentas somos sólo eso: un ser humano que está aprendiendo, en el día a día, a caer, lentamente, a veces con cierta gracia, a veces con una rabieta, una corazonada en forma de necesidad, un viento que atraviesa el oído y que no logras traducir del todo. Llegan momentos de repliegue donde se seca de la humedad del tiempo, y donde el territorio vuelve a tener su misma calidad ignota. Duermes, y despiertas a un siguiente día como si el acto se desposeyera de su encanto, de su magia.