17.3.05

Los días se suceden con el mismo descuido con el que dejas que el sueño te domine por las noches. Falsa renovación que descubres cuando te encuentras a ti mismo ejecutando los mismos movimientos en los mismos tiempos, donde acciones y pensamientos de pronto te encierran en un continuum que, por imperdible, se hace necesario. Definitivamente, mi segundo año en Santiago, igual y con todas las experiencias y espectáculos que se suceden con ese descuido del que hablo, es una farsa del año anterior.

Lo único que cambian son los estados de ánimo. O mejor dicho, el ritmo con el que van cambiando. A veces ya no comienza el desencanto los jueves por la noche, a veces comienzan un día antes, a veces hasta el sábado al mediodía. Creo, asimismo, que lo único que cambia realmente, o mejor dicho, lo único que me ayuda a transmutar a otro estado, es la escritura. ¡Vaya! No imaginaba qué tan dinámico puede ser este ejercicio tan ridículo de esperar que el lenguaje lo resuelva todo.

hoy se supone que debo ser una mezcla entre ee cummings y voltaire. a ver qué pasa.