13.12.05

Uno puede estar toda la vida pensando desde la pérdida.
Uno puede perderse en un acantilado de ideas que tiene el mismo peso de una libélula.
Uno puede encontrarse con varias versiones de sí mismo en menos de cinco minutos.
Uno puede estar contento, puede estar triste; uno puede no darse cuenta de estar inmerso en una u otra sensación.
Uno puede pensar en las estrellas, luego en el color de la plata.
Uno puede pensar en besos, algunos otorgados, otros imaginados, y nunca nunca recordar el sabor de los labios.
Uno puede dejarse llevar por aquellos antiguos cazadores, héroes, posibles reyes que vivieron en nuestro cuerpo.
Pueden ser reyes o bufones, por cierto. No sabemos cómo ese pasado genético se imaginaba a sí mismo.
Y sin embargo. . .
distance has a way of making love understandable.
¿Podemos todavía escribir sobre ese anatema del espíritu pensante llamado amor?