3.6.06

* morder el lóbulo de la oreja de la amante, y luego imaginar cómo se dibuja en el rostro de ella su reacción (porque no la puedes ver; ella se encuentra fuera de visibilidad. Son sólo tú y el lóbulo de la oreja. Son tus labios, tus dientes, y el lóbulo de la oreja, de preferencia la oreja izquierda)
* recorrer --con el rostro pegado a la piel-- ese largo y poético camino que va de la nuca hasta el inicio de las nalgas, ahí donde el recorrido te puede llevar a inscribir con los dedos tiernas y a la vez agresivas marcas y señales en las caderas. lo puedes hacer con los dedos, lo puedes hacer con tu aliento.
* o bien puedes dejar que tus manos se deslicen por los muslos y la entrepierna, mientras tus labios suben nuevamente, murmurando secretos en el dorso, que es la frontera del cuerpo, que es el sitio donde inicia la conversación con la piel de la amante, donde el cuerpo de la mujer comienza a tener ese sentido que las formas clásicas perdieron cuando decidieron que la mujer debe representarse de manera contemplativa. esto es, la mujer no como objeto de contemplación, sino como un cuerpo explorable, poseedor de sí mismo y de un secreto que siempre quiere revelarse pero jamás revela. yo no haría lo mismo. esto es, yo no pienso simplemente contemplar a la mujer. los artistas clásicos, creo que jamás tuvieron la sensación de tener las piernas de una mujer amarradas a tu cintura. ninguno de ellos. quizás rembrandt, pero rembrandt jamás pintó a una mujer digna. jamás se interesó por la piel de una mujer de la manera como, por ejemplo yo, me intereso.
* aquí tienes la opción de retornar a la región del lóbulo de la oreja, a menos y que tus manos se hayan convertido en esos dedos que se separan de tu cuerpo y se convierten en eso otro que explora por sí solo --y que ahora estaría pasando de los muslos a las pantorrillas (las pantorrillas. . .híjole, me mantengo en silencio reverencial por unos segundos. y en estos momentos me detengo, no pude seguir escribiendo. es que las pantorrillas. . .muy olvidadas, su atracción olvidada, muy propia más de película muda y a referencias poéticas horribles que las relacionan con el marfil, blb bla bla. ok, prosigamos) pero la palabra misma te recuerda a loba, a lobezna, y lo que buscas es más felino que lobezno. así que mejor la nuca, el cuello --esos emblemas de felinez por excelencia-- el cuello que en ocasiones asciende como si fuera el sostén de todo el universo que se construye al interior de su cuerpo. si la mujer pudiera expresar las sensaciones que le produce cuando los labios se posan en el cuello. . .bueno, por un lado, se perdería el encanto de ver cómo sus párpados descienden, pero por otro lado, la mera articulación de aquello que la hace descender sus párpados y aferrarse a tu cuerpo sería más que suficiente para terminar de derrocar a la especie masculina.
* pero no. creo que seguimos siendo relevantes. me refiero a los hombres. creo que seguimos siendo un poco importantes para la mujer. que claro, en realidad jamás ha sido oprimida por nosotros, sino que se ha mantenido en silencio hasta este momento. un silencio repleto de poder (esto fue una horrible digresión, lo siento). por lo menos pienso que cuando los labios y la punta de la lengua recorre el cuerpo de la mujer, en ese breve instante, de infinitesimal sensación de desapego y de suspenso que al cuerpo le sucede cuando está enfrascado en los olores y sensaciones del otro, en ese preciso instante, creo que los hombres seguimos siendo relevantes para las mujeres.
Y por eso, pienso que, para los hombres, estas son las acciones que realmente valen la pena en la vida. me refiero a las acciones que labios, dientes, dedos, aliento, realizan cuando exploran el cuerpo de la mujer. Todo lo demás es artificio construido para mantener el orden simbólico.