10.10.06

quisiera vivir en el momento que concentra el momento al interior de un árbol que sólo despierta solo despierta la ansiedad del momento que despierta al momento que los ojos sólo advierten soledad. todos los días son las dos de la mañana. todos los días se sienten como sus ojos de otoño. o a veces fue la mano tibia que como sombra reposaba en mi pecho y me decía "no temas". sólo reconocemos cómo el momento se desconoce conociéndose solo, se pierde de repente la tibieza de aquella mano en el pecho. lo que no se pierde es la risa. sonrisa de algún momento de soledad en la infancia, momento de dedos escarbando la tierra, la humedad pegándose en las cutículas. el sabor del otoño, saber a ella es reconocerse en una cierta infancia. derramar una lágrima de silencio, de ese árbol llamado silencio que sólo solo habita todos aquellos días donde siempre son las dos de la mañana. pero nunca la vuelves a recordar como antes. pero siempre la recuerdas como algo que siempre ha sido siempre. permanentemente ahí, contigo. cuando la realidad se vuelve escandalosamente cierta, ahí mismo, en ese sitio, es cuando comienza el momento que se vuelve otoño y sus ojos. hay de pronto espejos que evito. no nos conocemos en ciertos espejos, pero el aroma de su cuerpo jamás se evita en su reflejo, en su historia, en el modo como infancia recuperada. ha sido una historia fatal, por ser escandalosamente cierta. por pura. yo creía que la pureza ya no existía hasta que de la memoria surgió el deseo, del deseo se vinieron otros trazos como largos mantos que el pasado confecciona en aquel cuerpo seductor que ha sido tu propia historia, el pasado visto como un largo manto, una túnica extendida en una cierta mañana que se vierte de nuevo en ti. y es cuando regresas a ciertos abrazos, a ciertos encantos en forma de breves gemidos y tus pensamientos de arena. libros que jamás entenderás, los que ocurren en tu cabeza cuando el deseo y la memoria se reúnen para confeccionar el manto de tu propia existencia. si tan sólo aprendiéramos a no extrañar. a no extrañarnos y a dejar que la melancolía deje de ser producto de la otoño. o dejar que el otoño sea más canto de ternura que agobio corporal. siempre que la recuerdo sonrío. siempre tengo que mirar o hacia una esquina o hacia las alturas de un árbol. ahí. ahí es donde se concentran esos momentos. ahí es donde los dibujo en mi diario devenir. todo lo demás es simple vida. eso es mi sueño favorito. espero nunca jamás despertar de este sueño. si tan sólo las palabras fueran el árbol que edificara las plegarias que grito para que el sueño nunca termine. que el sueño sea la vida misma.