12.3.07

El espíritu de Jean Baudrillard
In Memoriam: 1929-2007

Por Arthur Kroker*

Como sus antecesores intelectuales –Nietzscche, Artaud y Bataille, Jean Baudrillard fue esa rareza de filósofo cultural, un pensador cuyas reflexiones, rehusándose a ser sólo culturalmente miméticas, en realidad se convirtieron en un signo complejo de la realidad social del siglo postmoderno. En su pensamiento siempre había algo simultáneamente futurista y antiguo: futurista porque su teorización de la cultura de la simulación corrió paralela a los grandes descubrimientos científicos de nuestro tiempo, específicamente, la transformación radical de la cultura y de la sociedad bajo el impacto de la velocidad de la luz-tiempo y de la luz-espacio; antiguo, porque Baudrillard había sido cautivado por el enigma de la patafísica, principalmente con el ascenso mágico del principio de la realidad mismo en el lenguaje del artificio, la seducción y el terror.

Desde La Gaya Ciencia de Nietzsche, no se había expuesto tan profundamente el secreto de la realidad misma. Ni referente ni significante, la realidad social desde la perspectiva de Baudrillard siempre tuvo en ello los rasgos de una “ilusión referencial”, una “estrategia fatal”, un “espejo de la producción”, un “espíritu de terrorismo”, un “desierto de lo real”. Rehusándose a las conclusiones políticas de la economía política tanto como con las restricciones sociales de la sociología, Baudrillard hizo de su pensamiento un teatro de la práctica artística medieval de la anamorfosis. En dicha práctica, el desierto de lo real se giraría mucho más violentamente para poder extraer en una imagen al revés el rastro de sus cualidades siempre ocultas de la seducción y el terror.

Ni escéptico ni apologista, Baudrillard el teórico, Baudrillard el artista, aproximó el delirio de la realidad contemporánea con los métodos delirantes del arte, con el lenguaje siempre topológico de la ilusión perspectival. Y es por ello que el pensamiento de Baudrillard siempre estuvo destinado a juguetear con las furias del “último hombre” de Nietzsche. Leer su pensamiento era entrar directamente en la complejidad e indeterminación de la realidad como un juego de perspectiva anamórfica. Mientras que el último hombre siempre preferiría contentarse con la solidez del principio de la realidad, Baudrillard de hecho completó a Nietzsche, para demostrar tan claramente en la vida de la mente que el pensamiento como una “estrella danzante” seguía siendo posible, que en su práctica de la “vida de la mente” de Arendt, el pensamiento nuevamente podía elevarse a una alianza mayor, principalmente, la de hacer de la ilusión referencial en el centro desaparecido de todo –el sexo, la conciencia, la cultura, la economía, los cuerpos, el terror—una signo seguro y cierto de la indeterminación que cautiva a la vida misma.

Si ahora penamos la muerte de Jean Baudrillard, es también con el conocimiento de que su presencia intelectual en el mundo siempre fue de la manera de un anuncio anticipado de que el siglo XXI seguramente se desenrollará de la manera en que lo visualizó—una conflagración política de principios de realidad mutuamente antagonistas, igualmente fascinantes. Cuando la realidad es expuesta como una simulación, la teoría como un artificio, el signo como terror, y los cuerpos como sólo perspectivas aparentes, entonces podemos saber finalmente que el pensamiento de Baudrillard tenía en ello esa cierta cualidad patafísica de siempre descender a las alturas del vacío, siempre, como diría Virilio, “cayendo hacia arriba” en el desierto de lo real.

En el pensamiento como en la vida, es sólo el lento pasaje de los grandes eventos históricos lo que permite el espectáculo de la ficción, lo cual es la realidad social para ser completamente vivida. Nuestro destino más posible es la de vivir las premisas de Baudrillard _la Seducción_y_el_Intercambio_Simbólico y la Muerte_ con toda su perdurable melancolía y fascinación brillante, menos como literatura que como los centros de tormenta teórica de la política, la sociedad y la cultura del siglo XXI.

Un amigo intelectual, un sendero, un teórico que hizo del pensamiento mismo una fiel ilusión del hechizo de la hiperrealidad, lamento su muerte en este triste día, honrando el espíritu de Jean Baudrillard.
* traducido del inglés, ver http://www.ctheory.net