18.7.07

Una nota para los artistas:


A NADIE LE IMPORTA LO QUE HACES
Y si bien la nota parece tener toda la intención de descalificar su trabajo, en realidad, se trata de un estado de conciencia sobre el oficio. Nadie tiene interés por una obra, una creación, una propuesta visual, una manifestación performática y demás. El interés corre exclusivamente por cuenta del mismo creador. Esta ha sido la condición histórica del artista desde la modernidad (en la antigüedad, no es que existiera una importancia implícita en las obras: había una necesidad, marcada por lo que la Iglesia, el Estado y la sociedad aristocrática definía y requería de los artistas. Después de la ruptura que dio pie al modernismo -en el siglo XIX- todos los artistas se rascan con sus propias uñas) Y esta ha sido la condición básica de cualquier persona que tenga la intención de hacer de su práctica artística un oficio, una carrera, una profesión. Nadie está ahí para recibirla, para percibirla, apreciarla o valorarla.
Cuando estamos ahí, los públicos en general, es porque el artista vio la manera de darle a su trabajo la importancia necesaria para que nosotros volteemos en dirección a lo que propone.
El trabajo de un artista es distinto al de cualquier otro, precisamente porque tiene que venir dotado de esa importancia que le otorga el creador. El trabajo que produce un obrero viene con la carga significativa del propósito: producir un bien de consumo; un talabartero, un mecánico, un albañil, un abogado, un empresario, un chef, un repartidor, hacen cosas que forman parte de un sistema de relaciones de consumo, y su importancia reside en la utilización de su trabajo para fines concretos: la producción del talabartero, los procesos del abogado, las negociaciones del empresario y demás, todas estas tienen un sentido, determinado por el ámbito social en el que ejercen su labor.
Cuando se trata del trabajo artístico, nos encontramos con que la importancia del mismo recae casi exclusivamente en el creador. Éste tiene que ver la manera de otorgarle el sentido e importancia que deberá descifrar la sociedad que se enfrente a lo que produce. Es un ejercicio que volvería locos a cualquiera que se dedique a otro oficio. Un empresario no tiene que luchar por encontrar --y comunicar, e insistir en lo que comunica-- la importancia de lo que hace. Un artista tiene que producir algo con la intención de comunicar sensiblemente un mundo determinado. Y esto de "tener" se pone en tela de duda desde el principio porque, seamos honestos: NADIE, más que el artista, "tiene" que hacer aquella obra que intenta producir. La obra bien puede no hacerse, quedarse en el proceso, borrarse por completo, almacenarse en la memoria como tantas ideas locas que surgieron del ejercicio de pensar creativa, asociativamente.
Las obras existen, desde su origen, sólo por el hecho de que el artista quiere producirlas. Existen "a pesar de". Probablemente exista un público receptor que, por decir un ejemplo, tiene interés por ver pinturas, esculturas, quizá una obra de naturaleza más experimental. Pero puede prescindir de ello, puede seguir funcionando sin haber presenciado aquella obra. No pasa nada.
Pero pueden pasar muchas cosas, una vez que se crea una obra, una vez que este público se encuentra frente a una manifestación artística. Suceden muchas cosas en el acto de percepción-recepción de una obra. En primera instancia, una descalificación o franco desinterés por lo que tiene enfrente. Un público más especializado conlleva a niveles de apreciación mayores, pero no garantiza que este público dote de un carácter imprescindible a la obra. En segunda instancia, puedes lograr la revelación de una verdad sensible, que la persona identificó en lo que comunicas a través de tu obra.
Es una situación complicada, como el arte mismo. Veámoslo de este modo: si lo vemos con la frialdad de la distancia, el Guernica de Picasso bien pudo no haber existido...y no hubiera pasado nada. Si hubiera dejado de distribuirse leche en Montparnasse, si hubiera dejado de haber agua potable, si los panaderos de la zona no hubieran producido pan por las mañanas, estas cosas tienen repercusiones por lo menos medibles, tangibles. Pero si Picasso no hubiera producido esa pintura, ¿Qué hubiera ocurrido?
Nada. En realidad nada.
Lo que ocurre después de creada la manifestación artística, ahí sí estamos hablando de otra cosa.Tiene repercusiones de distintos niveles: puede ser la inspiración de una persona que vio incidentalmente la obra, puede repercutir en el curso de la historia del arte, puede influir en el modo como se aproximan otros artistas al ejercicio plástico, y así sucesivamente. Si no hubiese existido, no pasa nada. Una vez que existe, suceden cosas.
(Esto indica que todo proceso de creación, en su esencia, conlleva a una enunciación. La obra se convierte en signo comunicativo, nos "está diciendo algo" que quiere que entendamos. Es como cualquier acto comunicativo: si no dices algo, las cosas siguen su curso, pero una vez que lo dices, inician toda una serie de repercusiones de orden comunicativo. Es la enunciación lo que importa, es el gesto de comunicar en sí.)
Considero importante que los artistas tomen esto en cuenta, porque los públicos no estamos ahí para recibir las obras que producen. En una instancia inicial, todos los públicos no tenemos un interés originario porque estas cosas se produzcan. No es una necesidad de primer orden, si falta agua en la casa lo vemos como una necesidad que hay que resolver. Si falta una obra de arte de un artista, ¿qué sucede?
Es importante que tomen esto en cuenta, que inicien su reflexión sobre su quehacer desde la perspectiva de que a nadie le importa lo que hacen, porque en realidad se trata de un acto liberador, que a la vez se convierte en un acto de responsabilidad. A nadie le importa lo que haces más que a ti mismo. Una vez que te des cuenta de eso, descubres que recae en ti toda la responsabilidad de que esa obra que a nadie le importa si existe o no, produzca los sentidos y comunique de la manera más eficiente lo que quiere comunicar, en cualquiera de sus formatos, medios, disciplinas y demás.
Es bien fácil imaginarse artista. Decir que creas, que inventas, y probablemente diviertas a tus amigos (aquellos que sí van a dedicarse a cosas concretas) con todas tus maneras de apreciar y señalar el mundo, y verlo a través de la sensibilidad peculiar del creador. Es fácil la autoproclamación (que es, precisamente, una proclama que haces para ti mismo, antes de que lo haga una supuesta "instancia" calificadora) y probablemente en el transcurso de tu vida produzcas dos que tres cosas que le dan cierto fundamento a la proclama.
Pero la sociedad puede prescindir de ti con una facilidad pasmosa. ¿Qué debes hacer?
Primero que nada, debes comprometerte con esa realidad, la que establece la poca o nula importancia que tiene lo que haces. A nadie le importa más que a ti mismo, así que hay que buscar la manera de convencer a otros de la importancia que tienen esas obras que concibes. Y lo haces con un perfeccionamiento del oficio, con DISCIPLINA (por favor, con mucha disciplina, porque hay que señalar que el trabajo del artista, paradójicamente, es como cualquier otro trabajo, y el artista debe ser muy exigente con lo que hace) con una eficiencia de factura, con una habilidad comunicativa clara, precisa, sensible, lo haces a partir de una búsqueda interior que deseas presentar al exterior, lo haces celebrando la importancia de lo que haces, a pesar de que a los demás no les importe, pero siempre con la búsqueda de ser lo más comunicativo posible, de anunciar a los cuatro vientos la creación que presentas.
El artista necesita, asimismo, INICIATIVA. Capacidad para resolver problemas de diversa índole: no debe quedarse sólo con la idea de que su idea es genial, sino que tiene que producirla con todas las implicaciones que conllevan a su realización. ¿Te faltan materiales de trabajo? Consíguelos a como dé lugar, o confórmate con lo que tienes, a sabiendas que aquello que producirás nunca se parecerá a ese "original" que sólo existe en tu mente. ¿Faltan espacios? Invéntalos. ¿Faltan públicos? Invítalos, incítalos, sedúcelos, como si fueras un vendedor de pociones mágicas, tienes todos los elementos para presumir la grandeza de tu obra. ¿Te falta habilidad manual y/o técnica? Practica, practica y practica hasta la muerte, hasta que sea casi casi instintiva la labor que surge de tus manos, tu cuerpo, tu mente.
Todo esto es tu responsabilidad, y de nadie más, ni de tu entorno familiar, ni de las instituciones educativas y culturales, ni de la sociedad en la que vives. La mucha o poca importancia que le das a esto denota la mucha o poca importancia que le das a tu trabajo, lo cual denotará finalmente la mucha o poca importancia que el público --a quien no le importa desde el principio, recuérdalo-- encontrará en lo que haces.
Aquí se los dejo para que piensen un rato.