11.10.07

No hace mucho tiempo, Andy Warhol dijo que, en un futuro, todos seríamos famosos por quince minutos.



Hace mucho menos tiempo, en voz de Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, escuché que el escritor tijuanense Rafa Saavedra sostuvo que, de ahora en adelante, todos seremos famosos para quince personas.



Hace unos cuantos minutos (¿quince? nah...) llegué a la conclusión que el gran problema que enfrentamos, en el ámbito del arte y la producción creativa es que, en realidad, la afección no es ni temporal ni cuantitativa, sino de supervivencia: en un futuro, todos seremos inmortales sólo durante quince minutos.



O quizás más, o quizás menos. Depende del tiempo que páginas como yahoo mantenga la noticia viva, rica y permanente en su menú de notas del día.Un muerto famoso durará famoso menos tiempo que antes, su inmortalidad se basará en el tiempo que dure su importancia como "soundbite". La obra de un artista, del mismo modo, sostendrá una inmortalidad cada vez menor. La trascendencia, hoy en día, dura menos tiempo que antes.



Precisamente porque sólo haces click en "refresh" y el mundo surge de nuevo, con nuevas inmortalidades que durarán segundos, o un tiempo indefinido mas no de una permanencia más...tangible.



Los historiadores están fascinados por esto, me imagino. Las recurrencias de la historia, las vicisitudes del tiempo, han sido afectadas por la velocidad de la información. Cada vez somos más, cada vez acumulamos más presencias virtuales en nuestro imaginario relacional. Cada vez sentimos breves experiencias sublimes que duran por espacio de un comercial televisivo.



¿Quién no se ha sentido completamente abrumado por la excelencia conceptual de un comercial televisivo?
¿Quién no se siente abrumado por la cantidad excesiva de muy buenos libros, muy buena música, muy buenas películas, muy buenas obras de arte? Y sin embargo, ¿qué tanto incide su impacto en el diario devenir de nuestra reflexión sobre el mundo?



La duración de nuestras experiencias significativas establecen el estándar de cómo medimos de aquí en adelante el tiempo que permanece en nuestra conciencia la presencia de las cosas que nos "marcan."



Por lo tanto, la vida y tensión significativa de las cosas pierden su capacidad para mantenerse en el tiempo, por lo tanto, fenecen más rápido. Por lo tanto, su pretensión de inmortalidad es equivalente a la vida efímera de una chicharra.
Ruidosas las chicharras, sí, efectivamente. Pero duran poco.



Creo que las chicharras viven la vida más parecida a la que experimentaremos los seres humanos prontamente.



Las chicharras tienen un tiempo de vida de aproximadamente 24 horas. Siempre bromeo con esta idea, y explico al que se deje que la razón de su grito perpetuo durante todo el tiempo de sus vidas es que duran 17 años en gestar. 17 años para 24 horas de vida. Su grito es un grito existencial. Nadie les dijo que toda su lucha por existir iba a reducirse a 24 horas de respiración atmosférica.



Hoy en día, lo que hacemos es gritar como chicharras.