3.1.08

* El escritor se encuentra al final de una semana cualquiera descubriendo que no tiene propósitos para el nuevo año.
* El escritor, sentado en su silla de mimbre, se pregunta si los propósitos podrán encontrarse en aquella caja debilucha que apenas y se sostiene en un rincón del cuarto.
* El escritor se pone de pie y se dirije a la caja.
* El escritor toma la caja con ambas manos, al tratar de levantarla se percata de que es pesada, tan pesada como un saco de arena.
* El escritor recuerda que en el mundo habrán millones y millones de deseos, aspiraciones y propósitos para el futuro, tan acumulativos que, si llegaran a ser representados por un grano de arena, bien podrían conformar un desierto entero.
* El escritor pondera la idea de un desierto de propósitos.
* El escritor no cree en los propósitos. Pero teme que no crea en ellos porque no los encuentra.
* El escritor se pregunta dónde estarán todos los propósitos que ha acumulado en el curso de sus años. Ya han sido una buena cantidad de años.
* El escritor se pregunta cuántas miradas ha acumulado en el curso de los años, de esas miradas incrédulas pero al mismo tiempo llenas de expectativa, mientras escuchan los propósitos de los demás.
* El escritor recuerda que las notas informativas en internet recordaron en las últimas semanas del 2007 que las personas de este mundo debemos tener propósitos realistas.
* El escritor propone a un lector imaginario certificar que el término "propósito realista" es casi una contradicción. Que los propósitos pueden ser descabellados (inventar una ciudad en medio del desierto, amar interminablemente a una persona hasta el fin de los tiempos, llenar el océano de diamantina, a ver qué partículas sobreviven en la lucha constante por "ser"), o pueden ser lo más sencillos posibles (dejar de comer galletas oreo, correr una milla todos los días, besarla siempre, todos los días, hasta el fin de los tiempos), pero lo que realmente importa, esto es, el "realismo" que en verdad impera, es el de la voluntad.
* El escritor concluye que los seres humanos tenemos serios problemas con la voluntad.
* Como por ejemplo, la voluntad de escribir en este blog.
* O la voluntad de seguir escribiendo, y amando, hasta el fin de sus tiempos.
* Ambos propósitos son igual de descabellados, igual de viables, igual de reales.
* El escritor, sin tener que abrir la caja que levanta con sumo cuidado, acaba de descubrir sus propósitos perdidos.