6.5.08





El día de ayer recibí un documento en power point que presenta las 50 fotografías más famosas de la historia. Entre ellas nos encontramos imágenes que advierten la pobreza y la hambruna, la guerra, la represión política, el genocidio y un sinnúmero de maravillas humanas.















Por un lado, se me hace interesante pensar que la fotografía se ha dedicado desde sus orígenes en representar no sólo un documento de la humanidad sino también un relato tanto de la negligencia como de la magnanimidad humanas. Me doy cuenta que, desde el principio, la fotografía se ha dedicado a presentar contrastes: miseria humana vs. milagro humano, lo heroico y lo trágico, el registro del planeta visto desde afuera y que nos demuestra lo pequeños que somos, junto con el registro del desequilibrio económico que trae como consecuencia grandes territorios del mundo con seres humanos que mueren de hambre, y que nos demuestra lo imbéciles que somos.

Es fácil decirlo, eso de "lo imbéciles que somos." Yo creo que la imbecilidad no estriba en la demasiada humanidad que nos distingue, y los errores que cometemos, sino en lo demasiado confiados que somos a las formas, los sistemas, las instituciones, los modos y modelos de organización del mundo. Tenemos la fe que movió a las masas que trajo consigo el partido nazi que trajo consigo el holocausto que trajo consigo fotografías de miles y miles de judíos exterminados (que trajo consigo el testimonio de los que "no creían" en estas imágenes, que sostuvieron que fueron fabricadas, testimonio que también nos advierte que la imagen, aparte de decir más que mil palabras, también origina más de mil dudas). Poseemos la fe que nos pide confianza en torno a un sistema económico que tiene "sus fallas y virtudes" y que aun no ha podido resolver el problema del hambre en el mundo, que nos pide enfrentarnos, con toda claridad posible, cómo es que millones de seres humanos mueren de hambre y no hacemos nada al respecto, más que sentirnos mal, por unos segundos, mientras cambiamos la imagen de la presentación de power point, admirados por unos segundos por la capacidad que ha tenido la fotografía para registrar el mundo, al tiempo que por su capacidad para registrar lo irregistrable: la posibilidad de cambio.


La mayoría de estas 50 fotos más famosas de la historia señalan, siempre con una sobriedad pasmada, que nuestra realidad es irreconciliable con nuestros sueños.








Lo peor de la fotografía es precisamente lo que más se celebra en este conjunto de imágenes: registra la imposibilidad de actuar, porque siempre es a posteriori, porque jamás alude a una posible transformación. Simplemente entrega la realidad, desnuda y desnudada, y nosotros nos mantenemos absortos ante la fascinación de la imagen. Simplemente nos quedamos mudos, mientras la imagen está ahí, igual de absorta, igual de estupefacta.Vemos a Neil Armstrong, nunca seremos, todos nosotros, Neil Armstrong. (Infinidad de extrapolaciones pueden hacerse a partir de esta previa afirmación).

Lo único que puede celebrar la fotografía es el hecho de que existe como medio; le cuesta mucho trabajo celebrar la realidad.
Y en eso, se mantiene aun distante de las otras artes visuales.