3.10.08

He estado pensando últimamente en la tristeza.
No, no se trata de una reflexión lúgubre y apesadumbrada. Lo que pasa es que de pronto hay rostros, posturas, presencias que me transmiten dicha sensación. Me hacen preguntar porqué la gente es triste. Porqué somos tristes, en general.
¿Por qué somos tristes? ¿Acaso hay animales que se sumen en profunda depresión? ¿Es el clima, la ciudad, las hormonas, la sociedad en general la que nos entristece? Porque no solo se trata de una depresión. Me refiero a un sentimiento general de tristeza. La que vemos en un señor sentado en una banca, meditabundo, perdido en sus pensamientos, alejado quizá de su entorno. O el muchachito graniento y recubierto de adolescencia, queriendo sobresalir como ratón en un mundo de felinos. O la muchachita sentada en el asiento del autobús, escuchando She Wants Revenge, la mirada adentro de no sé dónde. El tipo de tristeza que hace que te tires del borde, que te pegues un tiro, que confecciones la soga que vas a colocar en el techo de tu recámara. Si hacemos a un lado la melancolía, el sentimiento de hartazgo, la presión del día a día, el desamor o el amor no correspondido, si es la desencantadora sensación de que no tenemos lugar en este mundo, de que las cosas no se ponen mejor, de que vivimos en un mundo enajenante, de que somos esclavos de X o Y corporación/institución/empleo/comercio/matrimonio/relación familiar, lo que nos queda es una simple sensación de tristeza.
¿De dónde vendrá esta sensación? Es una pregunta infantil, pero (quizá por ello) una duda genuina. No la resolveremos, quizá tampoco podremos encontrar en medicamentos-drogas-alcohol-sexo-diversiones extremas aquello que estamos buscando y que probablemente sea el ahuyentar ese sentimiento de tristeza. Pero por lo menos quiero que la pregunta quede en el aire, para revisitarla cada vez que alguien se asoma en los contornos de nuestras miradas con un semblante depresivo, apesadumbrado, triste.
En estos momentos no estoy triste. No es esto un vehículo para expresar mis sentimientos sino para compartir ideas, presencias e imágenes. Lo que pasa es que vi a dos personas, en distintas circunstancias, que me transmitieron ese sentimiento de tristeza. La una fue una chamaquita que iba rumbo a su clase de guitarra (cualquier persona que va a clase de guitarra resulta obvia, dado que cargan con el instrumento), sus ojos llenos de miedo, y de la tristeza que conlleva el sentirte descolocado, inseguro; el dos fue un señor que vi hoy al mediodía. Estaba sentado en el jardín de la escuela donde trabajo. Un señor canoso con pinta de gringo (o sonorense) alto, grueso mas no mucho, con shorts y camisa polo, lentes y cachucha, recargando su mano en la mejilla, reposándola en señal de melancolía, de tristeza. Lo que más tristeza me causó es que estas dos presencias, estos dos seres, bien pudieron haber pasado desapercibidos, por mí y por cualquiera que estuviese a su alrededor. Que nadie se diera cuenta de ello, eso me causó a mí...pues no tristeza pero sí una especie de conmoción.