9.7.09

Leo una entrevista con William T. Vollmann, uno de esos escritores desconocidos de Estados Unidos que al mismo tiempo es una de las figuras literarias más importantes de los últimos veinte años, con un conjunto de obra que habla como nadie sobre las condiciones socio-históricas desde las que emanan la pobreza, la violencia, la prostitución y la vida en los márgenes. Este es un hombre que ha visto de todo; sigue la consigna de Hemingway (hablar sobre lo que vives, aunque no estoy cien por ciento afiliado a dicha consigna) y se ha metido en lugares y situaciones que la mayoría de la gente (sobre todo escritores) no haría: internándose en zonas de guerra, cinturones de miseria, circuitos de prostitución, la vida de los indigentes, para poder descubrir en el proceso cuáles son las condiciones que permitieron que esas realidades se volvieran tan... inmediatas.

Su prosa es, igualmente intensa, que reconoce la virtud de la narrativa como relación directa, pura, con los hechos. Periodismo escrito por una especie de voz ominosa.  

Y fue en un momento de la lectura que me encontré con una declaración suya que, en cierta medida, es una suerte de analogía con el acto de escribir. Cuando el entrevistador le preguntó cómo lidiaba con todo el riesgo, el miedo (Vollmann es un autor que ha recibido un balazo; que ha visto morir a un amigo en el campo de batalla, que se infiltró en Tailandia para comprara una prostituta para sacarla del país), esto fue lo que dijo: 

Pues, sólo tienes que tener tu mejor plan, como buen boy scout, y averiguar qué ocurriría haciendo el mejor esfuerzo por protegerte por adelantado. Comprar el mejor equipo, hacer los mejores amigos, descubrir cuál es la mejor ruta, saber exactamente qué es lo que vas a hacer, luego, una vez que tienes todo esto preparado, tienes que confiar en tu plan y confiar en la gente que has escogido y estar abierto y ser flexible y someterte a la situación y sólo tratar de tener una actitud positiva, porque una vez que estás ahí, no puedes controlar mucho lo que va a suceder, y tienes que estar listo a morir. Y si eso ocurre, vivir con la esperanza de que no te quedas con muchos arrepentimientos. Y si no sucede, te escabulles para poder hacerlo otra vez. 

Creo que la escritura es así: debes generar un plan, y explorar como boy scout en torno a una serie de experiencias escriturales, haciendo el mejor esfuerzo por protegerte, ¿de qué? de la relación entre el lenguaje y la realidad que se va figurando frente a ti. tienes que reconocer los mejores caminos, senderos que te conduzcan a donde quieres ir, aunque no tengas la menor idea del final del camino, porque como la vida, no puedes controlar todo lo que sucede. Y tienes que estar preparado para morir en el camino.