1.8.11

ayer por la noche me encontré con mi vida en una cinta de video. estaba al fondo de una caja, en el fondo del almacén de una tienda de artículos chinos para cocina en la ciudad de Calexico, CA.
pasé las siguiente doce horas
buscando una reproductora de video que me permitiese ver mi vida; hasta que recordé que en la casa
abandonada de mi abuela se encontraba un televisor de bulbos y una videocassetera, de las que todavía tenía teclas que debías presionar fuertemente para que comenzara a tocar la cinta.
digamos que lo que vi, como cualquiera que
ve su vida en una cinta de video, fue satisfactorio,
triste,
alegre,
sorpresivo
e incluso un poco incómodamente profético, como cuando te ves
por primera vez desnudo frente a otros,
viéndote a ti desnudo mientras ese otro te observa
sin observarte,
pero sabes que te observa sin observarte y eso no te gusta mucho.
las primeras imágenes eran de mi infancia.
las imágenes eran alternativamente de color pistacho y de color naranja.
eran imágenes que se sentían como un helado,
o como el sabor del helado la primera vez que lo pruebas.
pude ver en dos tres ocasiones,
cómo en mi vida infantil yo solía sudar, y un mechón que se pegaba a la frente, y junto a eso, cualquier persona podía imaginar
--incluso desde lejos--
que yo olía a saladito con limón.
durante muchos años, yo le comentaba a la gente que veía en la calle --desconocidos, pero no cualquier desconocido,
ya que eran elegidos al azar-- que la vida de un niño huele a saladito con limón, y pude constatarlo cuando vi ese video de mi vida. también corría mucho. y saltaba de lugares altos,
o por lo menos altos para un niño, de esos lugares que en aquel entonces eran montañas pero en realidad eran pequeñas banquetas, esquinas de calles, escalones de madera.
en ese video también me vi cantando. y al parecer he bailado mucho. y sonreído. y he metido las manos al fuego y
he besado a una muchacha en secundaria, muy tímidamente, como queriendo descubrir lentamente la carnosidad de los labios. los besos son inspecciones minuciosas de las bocas de otros.
y cuando niño, y luego cuando adolescente, al parecer he besado. pero creo, como cualquier ser humano lo piensa,
que no he besado lo suficiente.
y esa vida en el video pasa por diversos espectros
de luz y textura de color. a veces encuentro tonos azulados,
cuando mi cuerpo camina en los pasillos de alguna oficina de gobierno; a veces los colores son pardos, a veces grises,
y en cada color un espacio más con que vestir la memoria.
en el video aparecen mis padres, mis hermanos, amigos
de la infancia
con quienes tuviste una epifanía, y de vez en cuando te los encuentras, a los amigos,
y recuerdas esa breve epifanía, cuando las cosas importaban mucho, cuando no se encasillaban en una razón para vivir.
me doy cuenta que en el video mi vida es fragmentaria. que puede pasar fácilmente de la infancia a la adultez, a un momento
de angustia o de dolor, un coraje, los pies hinchados de tanto caminar, el sentimiento de impotencia cuando ves a un indigente cruzar la calle y la ciudad a una temperatura de
45 grados centígrados.
el susto repentino cuando se sube
la adrenalina después que una persona te provocó.
te das cuenta, en el video de tu vida, cómo las personas lidiamos con la furia, la alegría, el encomio y el ninguneo de los otros. somos siempre extraños para alguien, y de repente en el video de mi vida, otras personas que no conozco cuentan mi historia.
es cuando el video se detiene, hay una pausa y de repente
estamos en un estudio. aparece una persona en pantalla --incidental, quienes registraron mi vida los encontraban en la calle,
en casas particulares, en otras ciudades que yo igualmente visité incidentalmente-- y cuentan retazos de mi historia.
tienen opiniones fuertes sobre mí; no tengo control
sobre esas opiniones.
unos me juzgan mal, otros me juzgan bien; a otros les produce melancolía, como a todos, cuando el video nos remite a la infancia. dicen que nunca he sonreído con facilidad.
nadie sabe porqué.
pero creo entenderlo.
en una parte del video aparezco yo, esto es, la persona que escribe, y explica cómo en el video aparecen pocas sonrisas.
y la razón se debe (según explica el testimonio que yo mismo doy en el video de mi vida) a que la sonrisa es un gesto superfluo cuando la felicidad --toda la felicidad del mundo-- está contenida en nuestro interior.
todo lo demás es sólo eso: un video para los otros.