22.7.14

¿Recuerdan cuando estábamos muertos, cuando no importaba si durábamos horas en silencio? ¿Recuerdan el silencio, esa diminuta palpitación del tiempo? ¿Recuerdan cuando solíamos andar descalzos y el piso nos quemaba las plantas de los pies, pero eso no importaba? ¿Recuerdan la importancia que tenían los sueños, cómo te arropaban con sus trajes de demonios, de seda o de hiel? ¿Recuerdan cómo se sentía una caricia a las tres de la tarde? ¿Recuerdan el último verdadero beso que dieron? ¿O cuando podías escalar las bardas de casas vecinas para inspeccionar desde la altura los predios ajenos? ¿Recuerdan el impacto que tenían las voces de adultos en nuestras vidas? ¿Recuerdan cuando la guerra no era más que el cuento épico que deshilvanaban los abuelos en una noche de fiesta familiar, allá, en ese lánguido instante en el que las mesas callaban, las palmeras suspendían su bailoteo y lo único que importaba eran las pausas y recovecos en los que se entrometía el relato de tu ancestro? ¿Recuerdan cuando jugábamos a ser pobres y desamparados, cobijados tan sólo con la bondad de los extraños? ¿Recuerdan la primera vez que vieron una estrella fugaz? ¿Recuerdan ese hoyo, ese hueco, ese primer vacío placentero que dejó en tu cuerpo el primer orgasmo? ¿Recuerdan cuando una foto no decía más que un solo relato, siempre ficticio, siempre ideal, sobre el pasado? ¿Recuerdan cuando la comezón era comezón, la ceguera definitiva y el veneno mataba sólo a reyes y a falsos profetas? ¿Recuerdan cuando la perfección era tangible, podías saborearla en tu boca, podías dejar que la saliva del triunfo incidental dominara tus ánimos por mucho tiempo? ¿Recuerdan las celebraciones de Año Nuevo? ¿Recuerdan cuando las cosas importaban por lo menos un poquito? ¿Recuerdan el aroma de la loción de sus padres, o del aceite impregnado en las ollas y sartenes de la cocina? ¿Recuerdan aquello que llamábamos salvación, y que jamás supimos lo que significaba? ¿Recuerdan cuando estábamos vivos, y lo único que importaba era olvidar la muerte? ¿Recuerdan cuando todo esto tenía sentido? ¿Recuerdan cuando alguna vez creímos entender el amor? ¿Recuerdan la palabra “agallas”? ¿Recuerdan la primera vez que se ahogaron en el mar, que se rasparon una rodilla, que les rompieron el corazón y que ese conjunto de incidentes sucedieran más o menos en el mismo lapso de tiempo? ¿Recuerdan la primera vez que olieron el cabello de otra persona? ¿O sus labios en la teta de sus madres? ¿Recuerdan acaso las morusas y aserrín incrustado al fondo del cajón del escritorio? ¿Recuerdan la primera vez que una palabra los intrigó, o que por lo menos los dejara imbéciles por unos momentos? ¿Recuerdan la primera tienda de baratijas a la que entraron? ¿Recuerdan cuando todo esto tenía sentido? ¿Recuerdan a ese amigo incrustado como morusa o aserrín en el fondo de la memoria, y de cómo una frasecilla y una sonrisa efímera son lo único que lo sostienen en tus recuerdos? ¿Recuerdan cuando el Himno Nacional nos hacía bostezar y alzar el pecho al mismo tiempo? ¿Recuerdan la primera vez que vieron el color de sus ojos en un espejo? ¿Recuerdan cuando el sexo era aquello que siempre se prometía natural pero que en realidad se volvió nefasto y complicado? ¿Recuerdan cuando ser niño significaba perderse en el mundo e inventar respuestas para todas las preguntas? ¿Recuerdan el olor de las fresas, o de las flores exóticas en casa de la vecina, la que canturreaba canciones que parecían de un siglo perdido? ¿Recuerdan la tranquilidad de tomarte un trago en compañía de nadie, ni siquiera de ti mismo? ¿Recuerdan el primer golpe que recibieron en la mejilla? ¿Recuerdan su primera aparición? ¿Recuerdan cuando las historias eran importantes?


No. Yo tampoco lo recuerdo.