23.10.03

Hace un par de días encontraron el cuerpo de Elliot Smith en su departamento, un cuchillo enterrado en su pecho.

Elliot Smith fue -y este fue suena tan prematuro, tan inmediato, y tan vago- uno de los compositores más brillantes de los últimos diez años.

No quiero recordar la primera vez que escuché una de sus canciones. No quiero recrear un momento que sonará falso y solemne como todo la falsedad de sentimientos que produce la muerte de otros, propios y extraños, estrellas e ídolos. Quiero hablar un poco sobre su música.

Siempre he sido un sucker por la música que deriva de los Beatles. Probablemente estemos hablando del ochenta por ciento de lo que ha producido la música en los últimos treinta cuarenta años. En algún momento llegué a pensar que simplemente el White Album produjo un estilo musical, una aproximación al arte de fabricar una rolita chingona, por cada una de las canciones que vienen en el disco. Helter Skelter no sólo produjo a un asesino chic; también vaticinó el DIY, el chingue a su madre todo y toquemos como nos venga en gana.

Elliot Smith, si quieren seguir leyendo y no los espantó esta referencia bitlera, podemos ubicarlo no como un fiel seguidor de la estética de los beatles. Sus rolas se aproximaban a esa estética, pero sólo como esencias, las ideas que permean alrededor de una rola de los beatles. Podemos incluso especificar el periodo que Elliot Smith cubría: más o menos, tomaba un poco del Revolver, del Rubber Soul, del Abbey Road. Pero hasta ahí.

Otro compositor que aproximó la música de los beatles similar a Smith fue Silvio Rodríguez. No se trataba de robar un riff, una melodía, esos instantes de música, al interior de una rola de los beatles, que se vuelve como un ente separado de su totalidad. Elliot Smith era un fanático de esos medios tonos que de pronto surgen al término de el cuarto compás, una invención por demás bitlera.

Pero hay otro detalle de la música de Smith y su relación con los bídls. Sus referencias no son las obligadas. No hay trompetas piccolo repitiendo la línea melódica, no toma las armonías majestuosas que Mcartney solía componer con una gracia casi Mozartesca (qué horripilante palabra me acabo de aventar. . .) Sus referencias vienen casi exclusivamente de ese "unsung hero" de los bídls: George Harrison.

Si hay un músico que logró capturar la vibra de las canciones que Harrison contribuyó a los bídls, es Elliot Smith.

Pero aquí no termina. No era este compositor un descarado rata que escoge retazos del catálogo clásico de rolas para crear sus piezas. Su urdimbre era mucho más sutil.

Su voz era el instrumento más dulce que jamás he escuchado. Podemos pensar en Tim y Jim Buckley, en Nick Drake, cuando pensamos en esas voces melosas que impregnan las piezas de melancolía y de un pathos verdaderamente adictivo (por eso los que son fanáticos de los "cantautores" suelen ser obsesivos con sus ídolos, convirtiéndolos en esa sociedad secreta de "escogidos" que tuvieron la oportunidad de vivir la presencia de sus melodías). La voz de Smith vivía en esa línea tan delgada entre la vulnerabilidad y la fortaleza, propia de oximorons como "urgencia letárgica" (un término aplicado alguna vez a la música de Dinosaur Jr., por cierto)

Era de esos músicos que convertía a sus canciones en confidencias personales al escucha. No lo oyes cantar; sientes que las canciones te las susurra al oído.

Técnicamente prodigioso en el manejo de la guitarra, tenía una paleta, un "bag of tricks" tremendo. Recuerdo que alguna vez pensé que se trataba de un Lou Barlow (de Sebadoh) mucho más pulido, pero igual de débil, de desnudo.

Sus composiciones son el resultado no de un proceso catártico, sino del efecto posterior. Posterior al tormento, al ahogo de la experiencia de vida, una reflexión por demás humana de su condición sensible. Sin ser la voz de la sapiencia, sus canciones son como aquella brisa lejana que queda flotando después de la tormenta.

No tienen idea lo que sentí cuando me enteré de su muerte. Ellliot Smith fue encontrado en su departamento, con un cuchillo enterrado en el pecho. Las autoridades concluyeron definitivamente que se trató de un suicidio.