30.12.11

Mi disco del año

Hay algo en las aguas del Lago de Ontario de la ciudad de Toronto, en la superficie, flotando como neblina, que puede dar cuenta de la intensidad, la furia y el despliegue de energías que derrocha una banda como Fucked Up. Tanto su nombre, su ética/estética y su aproximación a la música punk y a la música pop contemporánea, vinieron a definir para mí todo el cúmulo de sentimientos, desaires, inspiraciones y devastaciones que viví de cerca y de lejos durante todo 2011. Todos podemos reconocer que hay un disco, probablemente no sea el más popular, quizá no sea el mejor disco del mundo, pero es el disco, el que entiende lo que está sucediendo alrededor, y que por lo tanto nos entiende.

Asimismo, es difícil definir en estos tiempos un disco que pueda representar la complejidad que vivimos hoy, la insistente espectacularización del mundo, las ruinas de sistemas sociales puestos sobre la mesa para ser roídos y linchados por las multitudes inconformes, la puesta en común de todas nuestras fobias, temores, racismos y polarizaciones políticas, de todo nuestro esquema de comprensión de la vida en una sociedad cada vez más implicada en sí misma, es difícil si no es que imposible, que un estilo, una canción, un himno o un conjunto conceptual de piezas musicales hagan eco del desencanto y la furia y la angustia que vivimos, así como tampoco hay obras de arte, películas o literatura que pongan de manifiesto el zeitgeist. Radiohead lo hizo en algún momento (y una buena cantidad de músicos electrónicos), esto es, confeccionar el sonido de la contemporaneidad (música para escuchar en ese “Desierto de lo Real” al que se refería Baudrillard), pero creo que los tiempos han cambiado, o exigen un cambio, mejor articulado que en las pasadas dos décadas, y que deambular por el desierto sonoro de las ilusiones perdidas y los diagnósticos post-apocalípticos ha sucumbido, ha dado paso a otra cosa. Por el momento, allá afuera, podremos encontrar atisbos, a veces mensajes muy claros, que nos explican a todas luces que mucha gente en este mundo está hasta la madre.

Por eso me gusta que de entre todo el marasmo de propuestas musicales que encontramos en el mundo, puedo localizar un disco cuya intencionalidad va agarrada de la mano de los tiempos que vivimos, y cuyo nombre de banda resume, tal y como debe resumir la música punk, el sentimiento colectivo: Fucked Up. El disco se titula David comes to Life.

Porque sí. Las cosas están Fucked up. Fackapeadas[*]. Y aquí lo estoy planteando en un esquema global (que en el caso de nuestro país, nuestro lamentable y pesadillesco país, nuestra situación es consecuencia este orden mundial): vivimos en un sistema en bancarrota, con una prospectiva futura que, si las cosas siguen igual, nos llevará al atolladero, llevamos tiempo viviendo entre las ruinas, pero al mismo tiempo, nuestros sentidos están sometidos por esa fascinación del mundo que nos envuelve, nos divierte, nos entretiene, pero ya no nos hace feliz. Creo que 2011 fue el año en que muchos nos dimos cuenta de esto. O por lo menos, cuando comenzamos a decir “Ya estuvo.”

David comes to Life es un coda, un cierre, un cambio de capítulo. Y nada más reconfortante para mí que descubrir que este epílogo musical, que intenta dar cierre y al mismo tiempo dar sentido a nuestros tiempos, fue construido en clave punk. Me sirvió como antídoto y recurso catártico para comprender el tumulto de experiencias personales que viví en 2011, que marcaré autobiográficamente como el año más difícil, más complejo, más duro que he vivido. Claro está por qué David comes to life quiero postularlo como el soundtrack de mi vida en 2011.

Y es que… ¡qué disco! Un ambicioso proyecto de “ópera punk,” que, por un lado, se une inmediatamente al canon de esos grandes y ambiciosos discos de música punk, ahí donde la ética DIY se integra a la exploración musical para producir algo rico y lleno de posibilidades. Es un canon muy complejo, porque no se trata de estilos sino de intenciones artísticas: London Calling de The Clash, Double Nickels on a Dime de Minutemen, Zen Arcade de Hüsker Dü, son testimonios de lo que puede suceder con la música cuando se desarrolla en plena libertad creativa, sin expectativas, llenos de furia, de drama y vitalidad.

Desde el principio, Fucked Up han sido grandilocuentes. Un ataque de dos guitarras y el descomunal ladrido de Damon Abraham (también conocido como Pink Eyes, un pesado gorila rapado y con barba, permanentemente sin camisa y un agitador nato de las multitudes) habían estado deambulando en la escena indie desde 2001. Después de un disco anterior, The Chemistry of Common Life, pudo entreverse que esta no era una simple banda de punk, sino una fuerza indómita, una música llena de drama, de vitalidad, de coraje, enriquecida por los espectros del punk y el hardcore del pasado, llena de encabronamiento y de simbolismo críptico, y que en el disco que celebro en este ensayo logra integrarse a la sensación de los tiempos.

Imaginada en la Gran Bretaña de Thatcher, nos cuenta (en una narrativa confusa y llena de referencias no menos oscuras) una historia de amor postindustrial convertida en revuelta libertaria, con el personaje central, David, como metáfora romántica de la “mano de obra” contemporánea, que desde las líneas de producción eficientada (“post-fordista” la llaman algunos teóricos), los procesos productivos elevados a una dimensión estética en las oficinas de las grandes corporaciones, desde las recámaras de casas cada vez más pequeñas, se halla envuelto en la fantasmagoría de la mundialización, pero también sumido en una realidad siniestra que no le ofrecerá las oportunidades que la sociedad del espectáculo integrado le pone sobre la mesa. Las puede saborear, pero nunca las va a probar. Asimismo, reconoce (ha reconocido desde hace mucho) el padecimiento, la enfermedad, pero vive sumido en el cinismo de que nada más hay por hacer.[†] La música de David comes to Life es la representación romántica de ese descontento espiritual que viven los que se dan cuenta de esa realidad. No dudo que este disco se haya encontrado durante 2011 en los iPods de toda la juventud que se ha unido al movimiento Occupy Wall Street.

Pero nuevamente, ¿cómo es la música? Como los discos antes mencionados, lo que distingue a este disco es su visión, la perspectiva musical que nos ofrece: al principio, sólo se entiende como una “punk opera,” pero la base musical es punk hardcore, y si conocen un poco sobre la historia de la escena hardcore, pueden certificar que la idea de una ópera sería inconcebible; podemos añadir el uso de coros, y de (¡sacrilegio!) melodías, secciones extentidas de guitarras, segmentos instrumentales y, lo peor de todo, quizás, es que revelan (como lo hizo alguna vez Black Flag) las líneas de asociación entre el punk, el hardcore y…el hard rock. Por lo tanto, este disco, a pesar de la familiaridad del estilo, de su aparente mismidad, y a pesar de que no está inventando nada nuevo, está rompiendo con varios esquemas, en el proceso creando un sonido nuevo, muy parecido a los sonidos de origen, pero que en su conjunto no dejan de ser algo maravilloso (no obstante, debo mencionar que no es un disco para todos los gustos, ya que es un hueso difícil de roer, es cansado, además que para soportar los ladridos de bull dog emputadod e Pink Eyes tendrías que haber generado cierta tolerancia al hardcore).

Me encuentro acorralado, para tratar de explicar cómo se siente esta música, y claro, mi explicación sólo podría ser subjetiva y tomada de mis propios horizontes de experiencia con la música de todos los tiempos; tendría que pasarles en un USB todo el archivo de bandas y discos que he escuchado desde los seis años (no sólo música punk), para que estuviéramos en el mismo canal. Sin embargo, esto es lo que puedo rescatar, comenzando con la voz de Pink Eyes: no es tanto que cante por encima de las estructuras sino a través de ellas; es como si no le importara lo que está sucediendo allá, en la edificación de los riffs, en el parloteo ansioso del baterista, en el flujo sostenido del bajo. Pero aun así, aun cuando prescinde de la relación entre música y letras, su voz es la que aglutina, la que vierte de furia a la música. Por otro lado, tenemos las guitarras, para mí la parte más excelsa de este disco, donde encuentro el lado asombroso de la música de Fucked Up. Puedo escuchar en la infinidad de riffs, de hooks y de instrumentaciones toda la colección de discos que este par de guitarristas han escuchado, así como una referencialidad a prácticamente toda la historia del punk; en una canción, comienzan con un extracto tomado de Dead Kennedys para luego convertirlo en un riff de AC DC para luego convertirlo en una referencia a la guitarra rechoncha de Steve Jones. Todo el disco es así, y en todo el disco puedes escuchar atisbos de docenas y docenas de bandas: Sex Pistols, Suicidal Tendencies, Hüsker Dü, Black Flag, Circle Jerks, Minor Threat/Fugazi, D.R.I., Cro Mags, D.O.A., The Adolescents, Agent Orange, Angry Samoans, Bad Religion, The Descendents, Bad Brains, Ill Repute, Minutemen, Social Distortion, Suicidal Tendencies, TSOL, Wasted Youth, Youth Brigade, Bad Religion, Big Black, Naked Raygun… la lista es interminable.

Pero no se trata ni de un tributo ni mucho menos de una copia de las formas musicales asumidas por estas bandas. Se produce algo mucho más poderoso: se apropian de ellas, las hacen suyas, no las toman prestadas para crear la idea o la vibra de esta u otra canción (para poner un ejemplo concreto: es lo que hacía Lenny Kravitz para que su música tuviera el gravitas del pasado: conseguía el equipo exacto – instrumento, amplificador, espacio en el estudio, artilugios de ingeniería de producción— de manera que pudiera copiarse el sonido de ese riff o de esa línea de bajo exactamente como sonaba en X disco de rock clásico), sino que más bien la integran a la estructura de una canción de Fucked Up. ¿Y cómo podría describirse esta estructura? Envolvente, hipnotizante, un amalgamado de guitarras que revolotean y crean una capa de ruido intenso, sobrellevado por la propulsión de una sección rítmica “sólida” (odio usar esa palabra, es un lugar común en las reseñas de revistas de música) y que llevan la música hardcore a un lugar inusitado: a la épica.

Y ese lugar fue el que precisamente busqué durante todo este año, en el cual viví tumultos (y tumores) personales, así como tumultos y convulsiones sociales que necesitan de ese conjunto de ingredientes que posee la música punk, una fina mezcla de valemadrismo romántico, una fiel convicción de principios en un mundo que nos llevó al paredón de la incertidumbre, y una pasión que, no obstante esta realidad tan apabullante, está comenzando a pensar que otro mundo es posible.

Que así sea.

Bienvenidos a 2012.

P.d. Escuchen el disco.



[*] Agradezco a Juan Di Bella por haberme introducido a esa expresión.

[†] Es como ese sentimiento de inevitabilidad en el que se halla sumido el mexicano actualmente, que reconoce que cualquier manifestación de descontento y desaprobación no cambiarán el hecho de que Peña Nieto entre al poder.

21.11.11

Creo que lamento no haber aprovechado más la última vez que estuve con Daniel Sada. Pero es como todo, una regresión al pasado que nos hace arrepentirnos de las acciones y gestos más diminutos, porque después de un suceso como este, las cosas, las oportunidades, los cambios, dejan de ser posibles.

Estaba sentado en los escalones del pequeño anfiteatro al interior del CECUT; en la mesa de lectores, seis personas se disputaban la atención del público. Daniel sonrió al verme, hizo una serie de comentarios muy halagadores sobre mi novela (comentarios que atesoraré toda mi vida) y luego cada uno disipó su atención hacia otras cuestiones. Como que coincidimos en las maneras de ser hoscos y sociables al mismo tiempo.

Yo me quedé con la idea de que lo vería después. "Al rato."

Las únicas veces posteriores que me topé con él fueron en entrevistas, videos, el ocasional comentario de amigos y conocidos, notificaciones de premios y galardones, discusiones acaloradas sobre su obra, (robusta, compleja, polifonética, intricada) comentarios sobre su salud, noticias breves sobre su estado físico y, finalmente, el final.

Y este final me ha remitido a estos breves encuentros que tuve con Daniel a lo largo de mi vida. Cómo tuve oportunidad de presentar Porque parece mentira la verdad nunca se sabe en la Feria del Libro Universitario, y al presentarnos por primera vez me comentó "Oye, ¿y en serio la leíste toda? Qué flojera." O cuando sentí una especie de halago cuando le presenté a Raúl Zurita, y a Daniel le brillaron los ojitos como si estuviera ante la presencia de un ángel. Y creo que así lo era para él. A riesgo de sonar romántico, creo que Daniel Sada nunca dejó de admirar a los autores que lo conmovieron. Creo que los mejores escritores nunca dejan de ser fans de la literatura que los movió, que los perturbó, que los llevó de la A a la B sin vuelta pa'trás. En un taller, le preguntaron "si tuviera que escoger, ¿qué preferiría, leer o escribir?" A lo que él respondió, sin titubear ni un segundo, "Leer, definitivamente preferiría dedicarme a leer."

Creo que no dejaré de ver como fan a Daniel Sada. Fue quien me dio a entender, a través de sus libros, la elegancia con la que debe usarse el lenguaje. "Elocuencia," diría él. Pero la mejor literatura es aquella que nos permite bailar con la realidad descrita, al ritmo de una prosa que deshilvana y entreteje toda la complejidad de voces, vistas, sensaciones y sucesos que ocurren en la vida. No a todos "les sale," y no todos recurren al mismo tipo de orfebrería. Pero la intención, la tensión y la energía debe estar ahí. Para que nosotros la contemplemos, en silencio, metidos en un libro, dispuestos a ser trastocados.

Master Daniel, el viaje aun no ha terminado.

18.11.11

Para su consideración. Será torpe y apresurado el mensaje, y claro, habrá mucha discrepancia en las opiniones que generará esta movida de Fairey, pero ahí les va:



"Este cartel representa mi apoyo al movimiento Occupy, un movimiento militante que se engendró para oponerse a la corrupción, el desequilibrio de poder, y el fracaso de nuestra democracia para representar y ayudar a los estadounidenses comunes. Por otro lado, por más fallido que sea el sistema, veo a Obama como un aliado potencial del movimiento Occupy, si es que la energía del movimiento es percibido como constructiva, no destructiva. Sigo viendo a Obama como lo más cercano que tenemos a un “hombre en el interior.” Obviamente, no es suficiente con votar. Necesitamos usar todas nuestras herramientas para lograr nuestras metas e ideales. Sin embargo, pienso que el idealismo y el realismo necesitan existir uno de la mano del otro. El cambio no tiene que ver con una elección, un mitin, un líder, tiene que ver con una constante dedicación al progreso y un impulso constante en el rumbo indicado. Seamos el pueblo que hará lo correcto como outsiders y simultáneamente impulsemos a los de adentro a hacer lo correcto para el pueblo. Sigo averiguando cómo lidiar con el tema del copyright de esta imagen, pero siéntanse libres de compartirla y manténgase sintonizados…"

Shepard Fairey

10.11.11

A TODA LA COMUNIDAD ARTÍSTICA

DE MEXICALI

Somos una clase creativa. Pertenecemos a un grupo social que busca imaginar un mundo mejor. Venimos de todos los estratos sociales y estamos en todas partes. Pueden encontrarnos en los salones de preparatoria, mientras termina la clase de matemáticas y alguien está sentado al fondo del salón con un cuaderno lleno de escritos, ideas, dibujos grotescos; pueden encontrarnos en las maquilas, ya sea como operadores o supervisores, pero que por las tardes se dedican a diseñar calcomanías para pegarlas en la calle; puedes vernos diseñando tarjetas, logos, interiores de cafés, colaborando en un cortometraje y organizando coreografías y posibles trabajos de performance; puedes encontrarnos discutiendo en alguna lectura, perdidos en festivales, ferias del libro, conciertos y demás ofertas culturales de los alrededores; podemos estar en los pequeños espacios de diseño gráfico, con una chamba de freelance que te permite seguir reuniéndote con los amigos a tocar covers de Metallica, o encerrados en cuartuchos mientras editamos los videos a las tres de la mañana, pueden encontrarnos dando clases, mesereando en un café o sonriendo la sonrisa obligada del empleado de Starbucks, puedes encontrarnos encerrados en nuestras casas, complotando algo, lo que sea, que nos deshaga de la abulia y del sentimiento de mismidad en el que vive Mexicali; puedes encontrarnos pintando en las calles, bailando en cafés, cantando a todo pulmón entre amigos, gritándole al cielo, gritando en medio del desierto. Puedes incluso encontrarnos en plena calle, porque somos muy vagos y nos encanta deambular en esta ciudad donde nadie deambula, nos puedes encontrar sentados en una esquina, sin hacer nada, perdiendo el tiempo.

Imaginando. Tal y como debería ser.

Pero también nos encuentras haciendo muchas cosas. Tomamos fotos por doquier, confeccionamos ropa, mantenemos blogs y una red conspiratoria de amigos y enemigos con quienes compartes información, chistes, ideas y más ideas. En ocasiones nos encuentras sonriendo en silencio. Y es que nos gusta imaginar. Las clases creativas son para eso. A diferencia de, digamos, una clase política (cuya imaginación consiste en buscar maneras de manipular las circunstancias para beneficio personal) o una clase empresarial (que vive noche y día con la obsesión de mantener el barco de su riqueza a flote), la clase creativa está conformada por personas inteligentes, sensibles, que gozan de una imaginación precoz y una necesidad de hablar, de comunicar lo que imaginan. Y que han descubierto la virtud del ocio, no como tiempo perdido, sino como tiempo dedicado a pensar, a ser.

A veces lo que quieren comunicar los miembros de la clase creativa no es agradable; puede incluso ser molesto y hacer enojar a dos que tres buenas conciencias; pero en ellos hay una necesidad inherente de decirlo. La clase creativa tiene cosas qué decir acerca de este mundo. Lo dice por medio del arte, por medio del teatro, la danza, la música, el video, la literatura, las acrobacias y cualquier medio circunvecino de expresión. La clase creativa tiene cosas qué decir acerca de Mexicali, de su gente, de sus costumbres, de sus leyes, de las resoluciones gubernamentales, del entorno cada vez más violento, y también cada vez más hipócrita y cínico en el que vivimos, y que propone un rumbo hacia donde podríamos dirigirnos. Y las está diciendo, y las manifiesta y las expresa y es importante que reconozcamos que ya no somos la misma ciudad, y que quizá no todos seamos un solo Mexicali, sino muchos Mexicalis, y que es importante que nos miremos al espejo de vez en cuando.

La clase creativa tiene como gran virtud la capacidad de imaginar posibilidades. En un mundo donde ya todo es posible, desgraciadamente, es muy difícil pensar en lo imposible. La clase creativa piensa en lo imposible. Y en el mejor de los casos, lo hace posible.

Sin embargo: la clase creativa no tiene representatividad social en esta ciudad; el artista, el creador, el diseñador, el que emprende proyectos creativos, es castigado socialmente, ante una falta de reconocimiento y valoración de sus capacidades. En algunas ocasiones, es perseguido, quizá no por lo que piensa o hace, sino incluso –lo que es peor—por como se ve. La clase creativa necesita una voz y un voto, porque, repito, tiene cosas qué decir. Y tiene necesidad de ser escuchado, de propiciar en esta ciudad una pluralidad de opiniones, no la unilateralidad a la que estamos acostumbrados, lo que nos ha llevado a convertirnos en nuestros propios enemigos. La clase creativa se ha dedicado recientemente a tomar esta ciudad. A hacerla suya, a reclamarla como algo propio. Y recupera los espacios urbanos y descubre que nuestro entorno puede ser mejor. Hasta donde yo he podido entender, ese es el espíritu de los encuentros y festivales de arte que se han propagado en la ciudad, y este es el espíritu que desea transmitir el Festival Vértice en el Centro Cívico: el de una clase creativa que invade un espacio para decir AQUÍ ESTOY Y ASÍ SOY.

Quienes visiten el espacio este fin de semana, podrán encontrarse con el inicio de algo que, quienes nos hemos involucrado en este evento, deseamos que sea perpetuo, permanente: la posibilidad de recuperar los espacios del Centro Cívico, en miras al posible establecimiento de un corredor cultural y comercial en Mexicali. No será quizás el único lugar destinado para ello, pero puede ser uno de estos lugares. Lo que verán en el evento es sólo la representación de algo que deseamos suceda todos los fines de semana: espacios de galerías, escenarios para eventos, un espacio de cine al aire libre, un lugar que te ayude a recrear tu mente y que despeje o disipe la angustia. No es un evento perfecto, pero es un gran salto que, desde que inició el acondicionamiento, ha transformado las expectativas de los locatarios en los alrededores. Se ha revitalizado la zona. Es posible que entre todos podamos dedicarnos a hacerlo, poco a poco, paso a paso.

Asimismo, el espíritu que yo quise transmitir a quienes se han involucrado con el proyecto es el de pensar en esta zona como espacio de recuperación, bajo la idea de los ciclos vitales por los que atraviesan las ciudades, cómo se van reconformando los espacios urbanos en desuso para convertirlos, precisamente, en espacios para la creatividad y la recreación.

En ese sentido, como parte de mi trabajo consistió en hacer la curaduría de las obras que estarán en exhibición (no los murales que ya se encuentran pintados en la zona, sino las obras de distintos artistas a quienes se les solicitó trabajo), decidí que la mejor manera de presentarle a la comunidad las capacidades de la clase creativa es a través de la diversidad. Una de las cosas que distinguen a los artistas en Mexicali es, precisamente, la diversidad de formas, estilos, temas y aproximaciones al ejercicio plástico. El énfasis que intento hacer con esta muestra es en la diversidad, esto es, en la pluralidad de ideas y de propuestas y posibilidades que pueden convivir en un mismo espacio. Claro, es un ejercicio perfectible, y como todo ejercicio de apreciación, el gusto entra en juego, y quizá no todas las obras sean de su agrado, pero eso es parte del encanto, y es probable que conforme progrese el proyecto se irán definiendo tendencias más claras, pero por lo pronto, considero que lo más importante, es que el público mexicalense (no nosotros, los creadores, artistas, escritores, músicos, diseñadores y demás, que ya estamos adentro de este espectro y que, desafortunadamente en algunos casos, nos hemos dedicado malamente a criticar el trabajo o los esfuerzos de otros) se dé cuenta de que vive en una ciudad con una enorme pluralidad de visiones, y con una enorme necesidad de imaginar posibilidades. Y que esas visiones se encuentran en estos momentos plasmadas en los pasajes Celaya, Janitzio, Autlán y San Miguel, en el Centro Cívico.

Esto bien puede ser el inicio de algo importante.

Los esperamos,

Alejandro Espinoza

21.10.11

Algunos (posibles) dilemas (actuales) del escritor de provincia


Imaginemos este escenario: un joven, de aproximadamente veinticinco, veintiséis años, acaba de terminar de escribir una colección de relatos. Vive en una ciudad no-metropolitana (lo cual quiere decir quizás, no-protagónica, no paradigmática, anodina, una ciudad como cualquier otra ciudad anónima), y ha estado inserto en varias comunidades virtuales de escritores en otras ciudades de iguales circunstancias, anunciando por medio de mensajes de texto, posts en su blog o en Facebook o en Twitter, posibles videos en Youtube, conversaciones con amigos y cómplices y aliados invisibles que conoce de Antofagasta, Chile, de Norfolk, Inglaterra o de Torreón, Coahuila. Adjunto a su anuncio podrán encontrarse una serie de caminos por los cuales el lector potencial tendrá acceso a estos cuentos, ya sea con un archivo en pdf, con la apertura de una cuenta en un servicio de print-on-demand, en formatos de pasta gruesa, pasta delgada, versiones para kindle, y de ahí en adelante se dedica a promover por estas vías alternas lo que probablemente sea –y es que esto puede ser peligrosamente relativo—una obra maestra o un terrible y torpe intento de escritura literaria.

La propuesta flota en el aire. Estos procesos viven en sus propias burbujas.

Ausente de todo ejercicio crítico o de discusión en el campo, el libro no obstante puede ser leído, discutido y disfrutado en el exterior, en una red de complicidad democrática donde se hace caso omiso de las formas habituales de dicho campo. En ocasiones, estos libros saltan a la vista de críticos y escritores que rinden sus alabanzas o despotrican contra la mediocridad y amateurismo de aquellos que “tienen la osadía” de producir obra como si esto fuera cualquier cosa. En el interim, este libro es leído por más de cien mil personas alrededor del mundo. Nadie dice nada, todos los celebran desde esa extraña privacidad colectiva que han generado las comunidades virtuales, y la vida sigue. Es posible que en ese mismo tiempo, el libro de un autor consolidado y venerado por el campo, cuyas reseñas manifiestan cómo los críticos se quedan sin aliento al imaginar no tanto la genialidad del autor sino la absoluta injusticia de que dicho autor se mantendrá en condición de marginado, por siempre “de culto.” Éstos críticos y otros cuantos, digamos, unos mil, leyeron realmente ese libro.

No sé si llamarlo paradoja, ni tampoco pretendo denostar una u otra circunstancia en la historia de un libro; sin embargo, debemos reconocer que las reglas del juego han cambiado, en el sentido de que los procesos a través de los cuales un autor llega a sus lectores (exceptuando los del ámbito comercial, que para eso tienen todo el aparato publicitario y distributivo de las grandes casas editoriales) ya no se define exclusivamente por los encauces de la crítica y el establishment de las letras, mismo que, alternativamente, se queja de la ausencia de propuestas literarias audaces, al tiempo que critican la facilidad con la que se cualquiera puede publicar hoy en día, lo que sea, aunque sea de ínfima calidad. También, por supuesto, debemos reconocer que el derecho que proclama el escritor que difunde su trabajo por estas vías emana de una democratización de la producción literaria (y de las artes visuales, y de la música, incluso del cine) que trae como consecuencia una sensación de desorden o inestabilidad –y la consiguiente ansiedad—en el sentido o rumbo que tiene la expresión artística en general. No es sólo cuestión de otorgar valores. Es el empeño de un canon, una tradición y un sentido histórico que sirven como sustento o validación del arte en general. Existe, pues, una pérdida de piso, si se quiere, de discernimiento, que sigue siendo estable a través de los vehículos tradicionales (la oficialización de las reseñas en revistas literarias) y expandidos (las notas o brevísimas menciones en revistas comerciales, quienes abrieron una sección dedicada a la literatura, normalmente de una o dos páginas, pero cuya mención no pasa de las dos líneas de texto), pero que en el marco general han generado una cortina de humo interesante para el desarrollo de la literatura; y digo interesante, porque este dilema no es ni síntoma ni consecuencia de una depravación del orden. En realidad, es un desafío a la capacidad transformadora que ha tenido el arte y la literatura a lo largo de nuestra historia, y que hoy en día se vuelve líquida, efímera. Inestable.

Alrededor de este contexto se encuentra el escritor que no vive en las grandes ciudades; por lo menos en países latinoamericanos (en Estados Unidos e incluso en Canadá los escritores viven felices arraigados en su sitio predilecto, pero su sistema de producción y distribución literaria es más pragmático, y sobre todo menos cortesano; Europa tiene una dinámica similar), el escritor de provincia está pasando por una transformación.

Pero antes de continuar con estas reflexiones, quisiera puntualizar a qué me refiero con “escritor de provincia.” Primero que nada, debo señalar que la mayoría de los escritores somos “de provincia”; en su devenir vagabundo, trotamundos, nómada o simple caminante (que en ocasiones su caminado viene acompañado de una embestidura diplomática o legitimadora, digamos, a partir de que obtuvo membresía en el Sistema Nacional de Creadores), todos, o por lo menos la mayoría de los escritores han tenido una clara conciencia de que “vienen de un pueblito.” No todos, por lo tanto, son “cosmopolitas.” ¿Ejemplos? Arbitrariamente: Kerouac nació en Lowell, Massachussetts; Hemingway en Oak Park, Illinois, García Márquez, en Aracataca, Colombia; Burroughs en Saint Louis, Missouri; Juan José Arreola –legendariamente, o por lo menos él lo convirtió en leyenda—en Zapotlán el Grande, Jalisco; Sergio Pitol es de Puebla; Gabriel Zaid nació en Monterrey, Jesús Gardea en Delicias, Chihuahua, y si queremos ser contundentes, incluso puede decirse que Miguel de Cervantes provenía de un “pueblito,” Alcalá de Henares (según los historiadores); William Shakespeare nació en Stratford-upon-Avon, sitio que, por supuesto, ha sido resignificado como “el lugar donde nació Shakespeare,” de modo que ya se imaginarán el número de cafés y callejuelas y remembranzas físicas y urbanas a la figura del progenitor de Chespirito.

Por otro lado, hay que distinguir también al escritor de provincia del escritor “provinciano,” muchas veces truncado en las formas y devenires de la expresión literaria decimonónica, que conserva esa peculiaridad naive del artista informal, que emula ciertas fórmulas probadas, que considera que todavía pueden figurar un descubrimiento que combine las mejores retóricas de Kafka, Nietzsche y Hesse[i] y cuyos libros y plaquettes se encuentran atiborrando sus libreros y el de docenas de otros escritores locales que, simplemente, no van a leerlo. O alternativamente, es la figura emblemática del escritor tallado de modernismo, que ya tiene sesenta años y que esboza dos tres ejercicios rulfianos, ya saben, para recuperar la jerga, las crónicas y los sentires de su pueblo.

De manera que, tomando en cuenta estas variaciones, la condición de escritor de provincia que quiero señalar, viene acompañada históricamente de una diáspora que dirige los rumbos de los autores a los epicentros de producción literaria; de la periferia a Ciudad de México, con dos tres paradas en Jalapa, Monterrey o Tijuana; no obstante, sus orígenes están en aquella geografía, aquel terruño que José Revueltas señaló como el sitio que la memoria jamás abandona, lo cargamos a cuestas como peso, como mierda o como sustento. En ese sentido, la geografía originaria de los autores se convierte en un espacio al que acogen como espacio de significado, o al que rehúyen, a partir de que confeccionan un determinado ethos literario que les permite extraerse de la localidad para pensar desde una (aparente) “universalidad.” En otras palabras, un escritor proviene siempre de otra parte, y se integra al espectro de producción literaria de una nacionalidad determinada, ya sea a partir de que reafirma las condiciones de su entorno (“escritor del norte,” “escritor fronterizo-tijuanense,” “escritor del desierto” “escritor de las rancherías”) las cuales le permiten ingresar al campo como aquello distintivo que le otorga cierto exotismo a su obra, o intentan una desterritorialización de sus imaginarios, para situarse “en cualquier parte,” en un tiempo y en un espacio no definido. Sin embargo, hay algo más que hemos traído a cuestas los escritores de provincia, y que las recientes transformaciones en los procesos de distribución de la información han redefinido ciertos caminos. Me explico.

Volvamos un poco a la vida de ese escritor de provincia que compartió su recién creada obra a partir de las redes sociales virtuales. ¿Cómo fue su formación? ¿Qué lecturas han definido su conocimiento de la literatura, su desarrollo, sus formas, sus géneros, sus estructuras? ¿Qué espacios le brinda su entorno para poder dedicarse a una lectura enriquecida por el diálogo, ya sea a través de un círculo de lectura o de un cotorreo de café con otros amigos? ¿Qué tan bien nutridas están las librerías de su localidad, que le han permitido tener acceso a lo nuevo, lo distinto, lo imprescindible, lo necesario, incluso? Uno de los atributos, y al mismo tiempo, una de las carencias del escritor de provincia es su autodidactismo, y este se encuentra íntimamente ligado al tipo de educación que recibió, misma que, seamos honestos, es una moneda al aire, ya que por cada buen maestro de literatura en secundaria, existe una centena que proporciona como lectura obligatoria los libros de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

Digo que es un atributo, porque de tener una formación afortunada (buen acceso a libros, posiblemente una buena colectividad de individuos con intereses afines que se rebotan novelas, libros de cuentos y demás, la llegada de autores que ofrecen talleres reveladores, así como la posible presencia de autores locales de mayor edad que acogen desinteresadamente a quienes tienen una afición por la escritura), existe la posibilidad de trasgredir; y sigo pensando que este es un ingrediente imprescindible para la escritura, en cualquier época. Dicha trasgresión, cuando tu formación intelectual no fue estructurada académicamente (ya que en muchas de las ciudades de provincias no hay programas de estudios en filosofía y letras), tiende a ser más libertaria que en otros contextos, donde el peso de la tradición y el sometimiento a las formas generadas por el estudio literario (que puede ir de lo lingüístico a la teoría cultural al estructuralismo a las horrendas disquisiciones que intentan deconstruir la forma), tienden, mayormente, a truncar los procesos creativos desde los que emana la escritura. Precisamente porque las formas, identificadas académicamente, se estabilizan, son objetos de estudio, son razonados al grado de que se pierde el entendimiento de que la escritura es el resultado de una contingencia, como toda la naturaleza.

Esto puede convertir al escritor de provincia en un snob insufrible o en una especie de leyenda viva, a quien será buscado como héroe local por parte de los escritores que lleguen de visita a la ciudad por un encuentro organizado por la institución cultural en turno, y le rendirán pleitesía o lo llevarán a pistear cognac, le pasarán unas líneas de coca y lo invitarán a colaborar en la próxima antología de cuentos de realismo crudo escritos por gente de su generación. A las cinco de la mañana, se confesarán entre todos que siempre han sido fans de The Cure. Escucharán Love song y se acordarán de la prepa, cuando los sueños eran simples, llanos y te quedaste clavado en unas líneas de Julio Cortázar que leíste en el libro de literatura de quinto semestre.

Por otro lado, también se puede convertir en el surtidor de títulos legitimadores para sus coetáneos, creando grupúsculos y cofradías dedicadas a la repartición de premios locales; puede igualmente convertirse en un tipo huraño y gris que se esconde en un trabajo relacionado con su carrera, que siempre sueña con el día en que su genialidad será descubierta, y sueña con ser el autor de setenta años que vive un segundo aire cuando lo convierten en celebridad internacional; y, finalmente, puede simplemente huir de la ignominia.

Puede ser todo esto, a menos que reconozca las capacidades que tiene la contemporaneidad para dinamizar no sólo su formación intelectual (a raíz que, más que en cualquier otra época en la historia, las localidades pueden gozar del mismo acceso a obras literarias, independientemente de su existencia en las librerías locales), sino también su capacidad para generar una suerte de diáspora evaporada de su producción literaria, aun cuando su cuerpo se mantiene en el territorio, ya que las maneras como puede distribuirse el trabajo literario ha hecho metástasis, a través de blogs, páginas personales, los antes mencionados servicios de print-on-demand, pequeñas comunidades de escritores de provincia en contacto con el trabajo de escritores en otras latitudes, y con el acceso a herramientas, prácticas y ejercicios experimentales que le permitan desarrollar sus habilidades en escritura. Esto, no obstante, debe considerar la lucha al interior del campo por definir en qué medida estos nuevos modos de difusión generan una base crítica sólida que permita discernir las cualidades de las obras, así como la apertura que dicha crítica deberá guardar con respecto a las autopublicaciones.

Considero al escritor de provincia como el principal afectado (positivamente) en estos procesos, pero esto no quiere decir que los escritores de ciudades metropolitanas no estén buscando sus propias estrategias. La diversidad de editoriales independientes (no obstante sumidas en los procesos y taras que provienen de la industria editorial, sobre todo en cuestiones de distribución. Pero este es un asunto complejo que el espacio no me permite explorar a fondo ) y el establecimiento de políticas editoriales bien definidas y propositivas, le han dado peso al trabajo de algunas de ellas; curiosamente, la gran mayoría, sino es que todas, provienen del centro; algunas están basadas en ciudades aledañas, pero esto no quiere decir que sus operaciones se hagan fuera del centro. Esto quiere decir que, de manera tangencial a lo que anteriormente he descrito, existe la posibilidad de que comiencen a surgir algunos esfuerzos de editoriales independientes que difundan la obra de autores locales, al margen de los esfuerzos institucionales. Ojalá podamos ver esto en el futuro próximo. Si no es que, pues, 2012 traiga consigo un cese más contundente de lo que habíamos imaginado.



[i] Sí, así de arbitrarios; y si no me creen, visiten las bibliotecas locales de sus ciudades: es muy probable que éstos sean los autores más leídos; son como los formadores de la actitud rebelde y trasnochada de dos que tres poetas que luego renuncian a la literatura, no sin antes haber configurado toda una personalidad trágica y torturada. Van y vienen de las salas de lectura y los cafés literarios como espectros sin rumbo. Luego estudian derecho y se unen al PRD.

9.10.11

Algunas palabras dirigidas por Slavoj Zizek
a los manifestantes reunidos en Nueva York
como parte del movimiento
Occupy Wall Street:

"En la caída financiera de 2008, se destruyó más propiedad privada, lograda a pulso, que si todos nosotros estuviéramos destruyéndola noche y día durante semanas. Te dicen que somos soñadores. Los verdaderos soñadores son aquellos que piensan que las cosas pueden estar indefinidamente como están ahora. No somos soñadores. Estamos despertando de un sueño que está convirtiéndose en pesadilla. No estamos destruyendo nada. Sólo estamos siendo testigos de cómo el sistema se destruye a sí mismo. Todos conocemos las escenas clásicas de las caricaturas. El carrito llega al precipicio, pero sigue andando, e ignora el hecho de que ya no hay nada debajo. Sólo cuando mira hacia abajo y lo nota, se cae. Esto es lo que estamos haciendo aquí. Le estamos diciendo a los tipos en Wall Street “¡Hey! ¡Miren hacia abajo!”

En abril de 2011, el gobierno chino prohibió en la televisión, el cine y en las novelas, todas las historias que contuvieran una realidad alternativa o que traten sobre viajes en el tiempo. Esta es una buena señal para China. Quiere decir que las personas siguen soñando en alternativas, de modo que tienes que prohibir este sueño. Aquí no pensamos en prohibiciones. Porque el sistema dominante ha suprimido nuestra capacidad para soñar. Fíjense en las películas que vemos todo el tiempo. Es fácil imaginar el fin del mundo. Un asteroide destruyendo la vida y así. Pero no puedes imaginar el fin del capitalismo. ¿Entonces qué estamos haciendo aquí? Déjenme contarles un grandioso chiste de los tiempos comunistas.

Un tipo fue enviado del Este de Alemania a trabajar a Siberia. Sabía que su correspondencia sería leída por los censores. De modo que le dijo a sus amigos: hay que establecer un código. Si la carta que les llega a ustedes de mí está escrita con tinta azul, lo que dice la carta es verdad. Si es escrita en tinta roja, lo que dice es falso. Pasa un mes, y sus amigos reciben la primera carta: todo está maravilloso en este lugar. Las tiendas están llenas de buena comida. Los cines exhiben películas buenas de occidente. Los departamentos son grandes y lujosos. El único problema es que no puedes comprar tinta roja.

Así es como vivimos. Tenemos todas las libertades que queramos. Pero lo que nos falta es la tinta roja. El lenguaje para articular nuestra no-libertad. La manera como somos enseñados para hablar sobre la libertad, la guerra y el terrorismo y así, falsifica la libertad. Y esto es lo que ustedes están haciendo aquí: Nos están dando a todos nosotros la tinta roja.

Existe un peligro. No se enamoren con ustedes mismos. La estamos pasando bien aquí. Pero recuerden: los carnavales salen baratos. Lo que importa es el día después. Cuando tenemos que regresar a la vida normal. ¿Habrá cambios entonces? No quiero que vayan a recordar estos días...¿saben cómo? Como esos días en los que dices “Ah, éramos jóvenes, fue algo hermoso. Recuerda que tu mensaje central es: tenemos permiso para pensar en alternativas. La regla se ha roto. No vivimos en el mejor de los tiempos posibles. Pero hay mucho camino qué recorrer. Hay preguntas verdaderamente difíciles qué confrontar. Sabemos lo que no queremos. ¿Pero qué queremos? ¿Qué organización social puede reemplazar al capitalismo? ¿Qué tipo de líderes nuevos queremos?

Recuerden: el problema no es la corrupción o la avaricia. El problema es el sistema que te empuja a darte por vencido. Ten cuidado no sólo con los enemigos. Sino también de los amigos falsos, quienes ya están trabajando para diluir este proceso. De la misma manera como tienes café sin cafeína, cerveza sin alcohol, nieve sin grasa. Tratarán de convertir esto en una inofensiva protesta moral (...) Pero la razón por la que estamos aquí es que ya tenemos suficiente del mundo en el que se reciclan las latas de coca cola...

(segunda parte. Comienza con lo siguiente):

...capuchino de Starbucks. Donde el 1% se destina a los niños hambrientos del mundo. Es suficiente como para hacernos sentir bien. Después del outsourcing del trabajo y de la tortura. Después que las agencias de matrimonio, incluso, buscan el outsourcing de nuestra vida amorosa, a diario.

Podemos ver que, durante mucho tiempo, permitimos que nuestro compromiso político también se dirigiera hacia fuera. Lo queremos de vuelta. No somos comunistas. Si comunismo significa el sistema que colapsó en 1990, recuerden que hoy en día esos comunistas son los más eficientes y despiadados capitalistas. En China, actualmente, tenemos un capitalismo incluso más dinámico que su capitalismo americano, pero no necesita de la democracia. Lo cual quiere decir que, cuando criticas al capitalismo, no se permitan ser chantajeados con la idea de que están en contra de la democracia. La unión entre la democracia y el capitalismo ha terminado.

El cambio es posible. Entonces, ¿qué consideramos posible hoy en día? Sólo sigue a los medios. Por un lado, en la tecnología y la sexualidad todo parece ser posible. Puedes viajar a la luna. Puedes ser inmortal con el uso de la biogenética. Puedes tener sexo con animales o lo que sea. Pero fíjense en los campos de la sociedad y la economía. Ahí, casi todo es considerado imposible. Quieres elevar los impuestos un poco a los ricos, te dicen que es imposible, perdemos competitividad. Quieres más dinero para la salud: te dicen que es imposible, esto quiere decir un estado totalitario. Hay algo que está mal en el mundo cuando por un lado te prometen ser inmortal pero no puedes gastar un poquito más en salud. Quizá esto nos ayude a establecer nuestras prioridades. No queremos estándares más elevados de vida, queremos mejores estándares de vida. El único sentido en el que somos comunistas es que nos preocupamos por el común de la gente. El común de la naturaleza. El común de lo que se privatiza por la propiedad intelectual. El común de la biogenética. Por esto y sólo por esto deberíamos luchar.

El comunismo fracasó de manera absoluta. Pero los problemas de los comunes están aquí. Ellos dicen que no somos americanos. Pero los fundamentalistas conservadores que dicen que realmente son americanos tienen que recordar algo. ¿Qué es la cristiandad? Es el Espíritu Santo. ¿Qué es el Espíritu Santo? Es una comunidad igualitaria de creyentes que están vinculados por un amor al prójimo. Y que sólo tienen su libertad y responsabilidad para hacerlo. En este sentido el Espíritu Santo está aquí ahora. De modo que todo lo que necesitamos es paciencia. Lo único que temo es que un día de estos nos iremos a casa, y luego nos reuniremos una vez al año, tomaremos cerveza, y nostálgicamente recordaremos que la pasamos muy bien. Prométanse a ustedes mismos que este no será el caso.

Sabemos que las personas muchas veces desean algo pero en realidad no lo quieren. No tengan miedo de realmente querer lo que desean. Muchas gracias."


(Libre traducción)

Fuente: http://www.occupywallst.com