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8 de cada 10 personas coinciden en llamarte Brendan, y desde hace dos años que te incomoda tu trabajo. Sobre todo por la cuestión esa. La cuestión de la sonrisa. A veces deseas que todo se torne de un color ambarino, como las primeras tardes en los días del mundo. Pero no. Eso no sucede. Tienes el destino provisional de tu trabajo. Tu trabajo consiste en ser una especie de "modelo": apareces en las fotografías que se usan en las películas. En esas escenas en las que aparece el padre desaparecido. El que falleció en un accidente, que por lo regular luce de lo más apacible. Una sonrisa abierta, abraza a los protagonistas de la película cuando niños. O abraza a la mujer que aun lo extraña. El sudor frío que en estos momentos te aprisiona se debe a que has tomado más de un litro de vodka. El día de mañana no hay trabajo pendiente. Hasta el sábado, cuando lo de la escena de la mejor amiga que toma la foto del ex y convence a la estrella de la película a romper tu imagen de novio desgraciado y tirarla a la basura. No son tus mejores escenas. Aunque siempre has aparecido en silencio. Sonriente, sí, pero en silencio. Una imagen muda, que usa suéteres de cuello de tortuga y en ocasiones apareces en ese bote en el que el personaje se perdió en altamar. Para nunca regresar. Sigue tomando, mañana es otro día. El frío se quita después de que el último trago te haga caer al suelo y golpearte la cabeza con la orilla de una mesa. Mañana es otro día y por fin podrás cerrar los ojos.