20.8.07

¿Y qué pasa cuando no pasa nada? Siempre está pasando algo. Mira. Acaba de pasar. Y al mismo tiempo no. No pasa nada. La hija de mi mejor amigo siempre dice "no pasa nada." A una tierna edad --y eso que todas las edades tienen algo de ternura-- descubrió que no pasa nada. Pero lo dice de una manera que nos da a entender que está pasando algo. Porque siempre ocultamos las cosas que no queremos afrontar, diciendo "no pasa nada." Decimos que no pasa nada, o si no, decimos que todo está bien. Mi hermano una vez formuló una teoría sobre las calcomanías que usa la compañía Herbalife para promover a sus vendedores. Según entiendo, les obsequian unas calcomanías que pegan en las defensas de sus carros; el mensaje es concreto: TODO ESTÁ BIEN. Mi hermano dice que esas calcomanías las puso "alguien" en las defensas de ciertos carros en la ciudad. Que los carros siguen sus pasos, cuando él va conduciendo su carro, y que se ponen frente a él. Para que llegue a un alto, para que contemple la defensa de ese carro, para que lea el mensaje: TODO ESTÁ BIEN . Lo interpreta como un aviso que el mundo quiere comunicarle, para sentir un poco de paz. Todo está bien. Y probablemente lo está. En realidad todo está bien, en realidad no pasa nada. En realidad, tal y como propuso Leibniz, vivimos en el mejor de los tiempos posibles. A Voltaire le caía de a madre esa frase. Su novela, "Candide", es una respuesta a la aparentemente conformista proposición de ese filósofo tan controversial, como todos los filósofos. Porque Leibniz no quiso decir que aquí, en el mundo, donde las cosas se tornan violentas como vientos y lluvias en las zonas costeras de México, como la muerte de conocidos como Jorge Arturo Freyding, que aquí, en el mundo con los genocidios en Darfur y las especiales de siempre en Wal Mart, que en este lugar todo estaba bien, que no pasa nada. Leibniz tiene una fiel aliada en la hija de mi mejor amigo. Porque cuando ella dice que aquí no pasa nada, dice también que vivimos en el mejor de los tiempos posibles, o sea, que todo está bien. Quiere decir que todo está en su lugar. Incluso la muerte, incluso las lluvias, incluso la injusticia recalcitrante. Incluso la triste noción que estoy planteando, lo que estoy escribiendo, está sola y simplemente fungiendo su papel en el mundo, el mejor de los mundos posibles. Esto es, el único modo como podemos imaginar al mundo funcionando. Porque nos hacemos guajes si pensamos que con seres humanos a los lados (esos infiernitos que a veces nos sacan de quicio en las filas del supermercado y que al mismo tiempo pueden hacer nuestro tiempo en el mundo la cosa más sublime que jamás hayamos vivido), un mundo mejor puede concebirse. Dejémoslo a los delfines, ellos tienen todo solucionado. Ellos nos dicen, al igual que las ardillas, al igual que dos que tres ocotillos deambulando en alguna foto perdida en un álbum de abuelita (de esas fotos de familia donde lo único que reconoces es el parecido de esa personita diminuta que está al fondo con alguna de tus hermanas) todos ellos nos dicen: "aquí no pasa nada." No es evasión, no es inventiva, no es una escapatoria. En realidad, las cosas no "pasan", no son grandes acontecimientos, no hay una gran narrativa que escriba desde lejos nuestras vidas. No pasa nada, todo está bien. Lo único que está ocurriendo es la VIDA. Sin aspavientos ni dibujos animados, sin "grandes momentos" salvo los que podamos intensificar con nuestro propio impulso vital. Así que celebremos, abracemos al tipo o tipa o especie que se encuentre a nuestro lado, y aceptémoslo: sólo es vida lo que ocurre a nuestro alrededor.
Este texto es en tributo a aquellos que abandonan el viaje. Van dos en menos de una semana. Ambos serán extrañados.
(lo siento si de pronto me pongo melodramático y santurrón, pero así lo dictó el ritmo de lo que escribo, y el tiempo lo amerita)