31.8.06

George Carlin, "Modern Man".


Esta rutina, donde vemos cómo este legendario comediante convierte el lenguaje de la era de la información en una suerte de ensalada de ideas vacías, es quizá una de las representaciones más lúcidas de cómo la retórica y el discurso frente a públicos sigue teniendo vigencia (a pesar de los López Obradores del mu(n)do). Piensen que este individuo tiene más de setenta años, y aun así, aun a pesar de que puede pensarse que alguien de su edad ya no se encuentra "dentro del orden" (piensen en cuántos de nuestros abuelos y/o padres ven una computadora como si fuera invento del demonio, y ya ni hablemos de los cajeros automáticos)su capacidad para hacer y deshacer el lenguaje como le plazca nos rebasa incluso a nosotros. De grande, quiero ser como George Carlin: un continuador de esa larga tradición de escépticos, cuyos orígenes modernos pueden rastrearse hasta Voltaire.
(Y los mexicanos que nos conformamos con el tipo de "comentario u observación alburera y chusca" de idiotas como Polo Polo.)

28.8.06

Tapes ´N Tapes on Letterman



Es enternecedor el (¿lento? ¿rápido?) ascenso de Tapes 'n Tapes, de ser una banda que descubrí sin quererlo en una estación por internet, pasando por esa vorágine de poder en la que se está convirtiendo el servicio de myspace, a presentarse en lo más mainstream de lo mainstream: el show de david letterman. Todos aquellos que desde hace rato han estado gritando Pixies y Pavement cuando escuchan a esta banda, escuchen el disco sin prejuicios: es un muy contagioso artefacto imperfecto sobre lo que significaba ser indie en los ya avejentados noventa. Y por otro lado, creo que Pixies no tenía la misma habilidad para componer canciones en su primer disco, así que hay se los dejo para que me puedan mentar la madre. Aparte, es un disco donde se nota que el grupo la está gozando de lo lindo.
Y es que vean esta presentación: puede sentirse el sudor frío de terror en la cara del cantante, en la un tanto desarticulada presentación de esta rola. Sin en cuando. . .híjole, debo aceptar que el coro de la canción es glorioso:
"and when you rush I'll call your name like harvard square holds all inane. . ."
Y luego el silencio. . .y la poco identificada referencia a una canción de leonard cohen. . .y luego la explosión final. Creo que es la canción que más he escuchado en los últimos diez meses.

Y se siente como el triunfo de algo. De algo que simplemente no se puede explicar, sólo se tiene que sentir. Creo que voy comprendiendo más a las bandas de esta generación.

27.8.06

when in doubt. . .write.
Retratos breves de gente exitosa (como tú) 5
Los estudios indican que se ha dicho tu nombre y tu nombre es Anselmo y en algún momento en tu vida lo que más deseabas era ser preparador de hieleras. Nada como dicho oficio para poder dialogar en los intersticios de una fiesta en fin de semana. Se han perdido todos los preparadores de hieleras. ¿Dónde quedó Julián, aquel maestro del picahielo y el comentario punzante, el que siempre tenía el chiste perfecto para el típico gordo en turno? ¿Dónde quedó el Fernas, el que insistía haber conocido a alguno de tu familia en algún momento en su vida, el que nunca sonrió y el que siempre termina platicando sobre cómo desarmar a este país llamado México a las seis de la mañana con tu tío el que viene de Colima? Y sí. Las ánimas nocturnas que visitan silenciosamente tu fiesta, quinceañera, celebración postgraduación, cumpleaños "significativo" (esto es, en orden de importancia, cuando cumples 18, cuando cumples 25 y cuando cumples 30) tienen su nombre. Y nadie mejor que el preparador de hieleras y colocador de Sabritas adobadas en platos de foam, que aquellas dos figuras emblemáticas. Como ellos no hay ninguno, y al mismo tiempo, todo mundo ha querido emular sus nombres. Tú, Anselmo, eres uno de ellos.
Pero tú estás enamorado, Anselmo, y eso no se vale. Sobre todo porque acabas de pasarle el bote de XX Lager y sabes que ella siempre escoge esa última botella de wine cooler con sabor a papaya que se queda escondida en los intersticios de tu comunicación, en los intersticios de ese grupo de hielos que se aglomeran en el rincón superior izquierdo de la caja de nombre igloo. Ella se queda bien escondida en los intersticios de la noche. Tú eres un simple preparador de hieleras. Animador de los primeros cincuenta minutos de una de tantas fiestas cualquiera. Eres el que porta la sonrisa que se acaba en cuanto la persona deja de verte siempre trata de "escenificar" la caída de los hielos de bolsa en los botes acomodados estratégicamente en la hielera. Eres "eso", un preparador. Iniciador de posibles comentarios futuros. Nadie toma en cuenta lo que se dijo al inicio de la fiesta. Todos toman en cuenta la mirada de compromiso que dibujas en tu rostro después de la cuarta hora de la reunión. Nadie, nadie, nadie se da cuenta cuándo el preparador de hieleras se retira de la fiesta.

23.8.06

Hum - Stars


(wow. traigo un trip patéticamente noventero. me topé con esta rola, uno de esos himnitos que inmediatamente dispara la memoria. para mí es dar la vuelta en el ford topaz de mi amigo charly, pleno verano, caguamas servidas en vasos gigantescos, hablando del amor, la guerra y el aburrimiento de tener veintitantos años y nada qué hacer. Y cada vez que comenzaba esta canción, nos quedábamos callados. Escuchando.)
Sonic Youth


a esto es a lo que me refería con sonic youth. es de su nuevo disco.

21.8.06

Zen For Film (1962-64) by Nam June Paik


cuando después de un cierto caos no hay nada más qué decir. . .hay que decirlo. aunque sólo se escuche como un murmullo.

20.8.06


Imaginemos por unos momentos –porque siempre podemos hacerlo—que la vida entera de C se halla concentrada en miles y miles de cajas, miles y miles de cajas pequeñitas, todas ellas reunidas para formar un enorme cubo azul. Imaginemos que este enorme cubo se halla escondido en alguna parte, digamos, al interior de una montaña, al final de una ciudad. En alguna estación de trenes.

Si es que nos parece que es un cubo lleno de secretos, en realidad es un cubo lleno de descubrimientos. Desde el momento que C vio la luz del día, hasta el momento que ella lee este texto, todos los momentos de su vida se hallan concentrados ahí. No obstante es un cubo secreto, esto es, pocos sabemos su paradero. Quienes hemos visitado el recinto donde se halla escondido, quienes nos hemos maravillado por la cantidad de momentos que se hallan refugiados en cada cajita, regresamos del viaje con una sonrisa en el rostro y la vida de C en nuestras miradas.

Al examinar el cubo, vemos cómo éste tiene varias divisiones, líneas que separan un grupo de cajitas de las otras. En cada división, nos encontramos con una inscripción, que apenas y puede leerse, y que nos indica el contenido de las cajitas agrupadas ahí. La primer sección que salta a la vista es una que dice “Inicio de vida”, en la cual encontramos todos aquellos detalles sutiles que ayudaron a que C fuera esculpiendo su alma. Vientos desérticos, agua salada, el leve roce de la arena que fue inscribiéndose en su rostro, que le fue dibujando sus gestos, su ánimo, su modo de respirar. Abrimos cuidadosamente cada una de estas cajitas, y nos encontramos con aromas, el sonido de cientos y cientos de nacimientos de lunas, brillos solares, ecos que se escuchaban afuera en las calles mientras C fue descubriendo el mundo. En la última cajita, nos encontramos con una imagen de C y su primera sonrisa.

Lo cual nos lleva a la siguiente sección, titulada “sonrisas”. Hay para todas ocasiones, y en cada cajia nos encontramos una fotografía polaroid de las mismas: la sonrisa serena de la primer tarde disfrutada en un verano alejado por el tiempo; la sonrisa que está a punto de desatar una carcajada; la sonrisa de la sorpresa, así como la del regocijo; la sonrisa del alivio, o quizá la del desencanto, esa sonrisa que C otorga al mundo cuando de pronto dice, como le dice la vida, “Ni modo, a seguir viviendo”. Las sonrisas más enigmáticas de todas, las que más nos causan un infartito de gusto, son aquellas en las que C simplemente sonríe porque sí, porque está contenta. Y se celebra esa sonrisa con una reverencia que hacemos al cielo cuando terminamos de revisar esa sección del cubo de su vida.

Y suspiramos, así como los suspiros que encontramos en otra sección. Nos hallamos con una gran cantidad de suspiros, que iniciaron desde hace mucho tiempo, y que las cajitas han guardado con mucho esmero. Pero uno tiene que acercar el oído cuidadosamente en la cajita, ya que el suspiro se escapa y no vuelve a escucharse. La sensación es tremenda: es como si C estuviera suspirándote al oído, como un susurro. Uno no tiene que quedarse mucho tiempo en esta sección, ya que las cajitas de suspiros deben mantenerse cerradas lo más que se puedan. No queremos que terminen esos suspiros, nunca.

“Lágrimas” es una sección resguardada en el centro del cubo. Una sección muy preciada y muy secreta; en cada cajita, nos encontramos con un pañuelo blanco. En cada pañuelo, nos encontramos la impresión de cada una de sus lágrimas. Nadie aún sabe si son muchas o son pocas, pero el hecho es que sí han sido esparcidas por C durante su vida. Tampoco sabemos el motivo que las originó, ya que a veces estas lágrimas son de tristeza y a veces de alegría, a veces de sufrimiento y a veces de coraje. “Corajes” es otra sección que nos advierte de antemano que las imágenes que veremos no son muy placenteras para el recuerdo. Hay asimismo distintos tipos de corajes, hay algunos que nacieron de la rutina diaria, esos ataques que nos produce el tráfico, la tendera de la esquina que se tarda mucho en devolvernos el cambio, los tipos sin alma que la han insultado o le han hecho pasar un mal rato, los amigos, familiares y conocidos que de pronto la sacaron de quicio y, aunque C posee un alma tierna, hay veces en la vida que terminamos rodeados de imbéciles y seres despreciables.

Similares a “Corajes” están “Los sufrimientos”, pero esta sección sólo pueden visitarla quienes están dispuestos a cuidar de que C no vuelva a encontrarse en dichas circunstancias. Asimismo, quienes vivimos en este mundo tenemos que sobrepasar los sufrimientos que nos va deparando el tiempo, y C no está exenta de estas tragedias y dolores. Toda esta serie de secciones se hallan en el lado negativo del cubo. Nos podemos encontrar fotografías, cartas escritas, pequeños pensamientos, breves recuerdos de distintas experiencias: primer diente caído, primer raspón, primer regañada, primer enfermedad que la tuvo en la cama durante una semana, toda una serie de experiencias acumuladas, y que a veces cobran la forma de un grito (gran susto me llevé cuando abrí una de las cajitas y me encontré con un alarido ensordecedor, hasta que descubrí que se trataba de uno de esos sustos que producen los sonidos de la noche), a veces tienen el olor de la medicina que le recetaron, e incluso, a veces, sólo puede escucharse un leve gemido de dolor.

Sin embargo, sabemos que la vida no es sólo la acumulación de momentos graves, y claro está que C ha tenido –a juzgar por lo que este cubo concentra—gratas sorpresas, noches y días felices. En todas esas cajitas podemos compartir con ella el júbilo de la vida, y de pronto abrimos una y nos encontramos con el sonido de una fiesta, e imágenes de las mismas comienzan a proyectarse en los alrededores. O de pronto abrimos otras cajitas y nos encontramos con la sensación enternecedora y supersensible de las caricias, otorgadas por ella y otorgadas a ella, y uno cuida, obviamente, de no abrir muchas de estas cajitas, ya que como los suspiros, éstas se deben mantener vivas en la memoria. Así que uno mejor imagina las caricias concentradas en todas esas cajitas sin abrir. Lo mismo puede decirse de los besos, lo mismo puede decirse de los chistes contados por ella, o de las puntadas que se le han ido ocurriendo a lo largo de su vida.

Las cajitas que no se nos permite abrir son aquellas que dicen “deseos” y “sueños”. Éstos concentran todo lo que el alma de C ha construido con el paso del tiempo, y si llegásemos a abrir una de ellas, los sueños y los deseos se esparcirán en el aire, y difícilmente podríamos atraparlos de nuevo. Así que cada una de las cajitas viene con una inscripción que explica el contenido del deseo, el contenido del sueño. Lo único que se nos permite hacer es imaginárnoslos, imaginar con ella sus sueños, sus deseos, sus anhelos.

Es largo el viaje que uno recorre, al visitar la vida de C concentrada en un resplandeciente cubo azul. Un viaje que nos lleva, casi casi como si estuviera escrito de antemano, a una sección titulada “encuentros”. Aquí es donde nos hallamos todos los encuentros que C ha tenido en su vida. Encuentros con miradas, con gente que pasa de lado, encuentros amorosos, encuentros apasionados, encuentros con ropas favoritas, encuentros con películas y canciones que la inspiraron, encuentros con comidas deliciosas, encuentros con noches que terminaron justo cuando no dejaron de terminar nunca. Muchos encuentros quedaron inconclusos, quedaron sólo como un encuentro fugaz que no llevó a C a la continuación de la historia. Otros encuentros sí la llevaron a continuar la historia. Y es que así es como nos damos cuenta de lo frágil que puede ser la vida, de lo fugaz que pueden ser los encuentros, de lo débil que son las líneas que van uniendo las historias de la gente que nos rodea, de la gente que ha rodeado a C. Y es ahí cuando nos damos cuenta, ya al terminar el viaje al interior de esa vida, de que uno desea insertarse en una de esas cajitas, quisiera ser uno de esos encuentros, quisiera ser el continuador de la historia, quisiera estar en la historia de C.

19.8.06




Talking Heads.
Naive Melody (This must be the place)

Los ochenta, a pesar de su irremediable producción de "fluff", produjo también este tipo de artefactos. Una canción de amor a pesar de sí misma. Anti-romántica y por lo tanto muchísimo más amorosa (lean la letra), es una de las mejores canciones que pueden escuchar de esa década. Y la que mejor explica mi (actual) estado de ánimo.



Home is where I want to be
Pick me up and turn me round
I feel numb - burn with a weak heart
(So I) guess I must be having fun
The less we say about it the better
Make it up as we go along
Feet on the ground
Head in the sky
It's ok I know nothing's wrong . . nothing

Hi yo I got plenty of time
Hi yo you got light in your eyes
And you're standing here beside me
I love the passing of time
Never for money
Always for love
Cover up + say goodnight . . . say goodnight

Home - is where I want to be
But I guess I'm already there
I come home - -she lifted up her wings
Guess that this must be the place
I can't tell one from another
Did I find you, or you find me?
There was a time Before we were born
If someone asks, this where I'll be . . . where I'll be

Hi yo We drift in and out
Hi yo sing into my mouth
Out of all tose kinds of people
You got a face with a view
I'm just an animal looking for a home
Share the same space for a minute or two
And you love me till my heart stops
Love me till I'm dead
Eyes that light up, eyes look through you
Cover up the blank spots
Hit me on the head Ah ooh
Hace calor. Hace mucho tiempo que no sentía el calor en mis manos. Y esta idea va más allá de la sensación. . .de tener el calor en tus manos. Aquí es donde el lenguaje se traiciona a sí mismo. Porque en realidad tengo el calor en mis manos.
Y me encanta el hecho de que somos una fraccion del sol. Que somos ese fragmento de sol que cuenta la historia de nuestras vidas. De la vida de una ciudad que se pierde en en el anagrama. mexicali. nos perdemos y al mismo tiempo (al mismo tempo) nos convertimos en ese fragmento de sol que cuando menos nos damos cuenta carga con todo el peso de nuestra alegría abrumada.
(si acaso escucharan de donde van surgiendo estos ritmos narrativos, entendieran que ahorita debo detenerme porque inició el solo de guitarra)
(es un solo hermoso. llantos disfrazados de melancolía disfrazados de besos en la frente disfrazados de disfraces de halloween de cuando teníamos once años y veíamos al vecino de catorce años como si éste fuera el dueño del universo)
(un solo de guitarra. . ¡¡¡imagínense nomás lo absolutamente inocuo que puede ser un instrumento musical!!!)
(ahora, por cierto, dicho solo se convirtió en otra cancion. . .me lleva por la acera. . .evita que hable de lo que realmente quiero hablar. . .)
---kuks, ¡pero de lo que quieres hablar te produce un miedo terrible!
---no le aunque. . .no puedo dejar de pensar en ello. Sustancias. Una breve esencia que de pronto se manifestó cuando ella y su confesión. Una confesión que permanece en ti como superstición. . .si la revelas. . .todos tus deseos ya no van a estar ahí.
¿Han escuchado ese momento en el cual la mirada de esa otra o de ese otro se impregna de sentido? una especie de "mirada para siempre". Llega poco. Cuando llegue a uds. sonríanle. . .independientemente de lo que hagan, dicha mirada desaparecerá.
Híjole. . .pero si se queda ahí. . .
Llevo una buena cantidad de horas explotando lagrimas que duran milesimas de segundo.

16.8.06

minimaliaminimaliaminimaliaminimaliaminima
1. Un poco rasgado.
Quisiera parafrasear algo que escuché acerca de la música punk, de que si no entendías el lenguaje y la estética del punk, sufrías de una especie de analfabetismo sonoro con respecto a una gran parte de la música que se ha producido en los últimos veinte años. Quisiera decir lo mismo sobre Sonic Youth: no poder accesar a ese universo de reglas propias que ellos han producido, curiosamente, durante los últimos veinte años, significa sufrir de un alfabetismo, digámosle que "no funcional". Es el alfabetismo que adolece de una estética, de una "anestesia" incluso, y que a unos cuantos --que bueno, somos un montón-- nos ha ayudado a entender las cosas desde ese algo "otro" que llamamos sonido, o mejor dicho, de aquel sonido que nos produce extrañeza: la extrañeza de sentirse en el mundo (acéptenlo, cada vez se puede menos). Sonic Youth ha sido el único grupo de artistas que pueden declarar haber producido el más nítido y literal de los caos organizados. Su nuevo disco, titulado Rather Ripped, es el que con mayor nitidez ha hecho surgir del espacio esa estética anestésica. Puedes sentir cómo te acaricia la corteza cerebral.
2. Quiero una repisa. Una repisa larga. Colocar la repisa en una pared. Y en uno de los extremos, colocar un espejo. Un espejo con marco dorado. Ornamentos en las orillas. Enseguida del espejo, quiero colocar una vela. Blanca. Quiero que sea de noche, y que cada uno de los que se acerque a la repisa, encienda la vela y se observe en el espejo.
3. Sigo pensando en esa mi pequeña infinita ciudad de luces sublimes. Sigo en el ensueño.
4. Proclamo la inauguración de nuevos manifiestos. Proclamo el primer postulado de un manifiesto. El postulado dice: "Seamos famosos para nosotros mismos y para nadie más, tratarnos como celebridades, darnos cuenta en el proceso que lentamente estamos desapareciendo. . ."

14.8.06

...y resulta que descubres que las experiencias sublimes te causan un espanto terrible, ahogo asfixie ganas de gritar al vacío de correr sin ver hacia atrás una ansiedad tremenda llena de felicidad un vértigo que se siente en todo el cuerpo, un miedo que te suplica volver a un origen que ya no está ahí. Y quizá esa ausencia del origen es la que te causa pavor.
...y resulta que está ahí, toda visible, toda ternura, toda caricia, toda presencia, toda voz; y pronto muy pronto, todo eso se aleja, se pierde, o mejor dicho, la incertidumbre te guía con su dedo esquivo y te dice que todo el ruido, toda la furia, toda la extrañeza de la felicidad es trágicamente pasajera. O increíblemente fascinante. . .y permanente.
...y no quieres que se aleje, quieres creer en las fuerzas que lo impedirían. Pero no puedes evitarlo (¿o sí?. No sabes. Y eso te aterra), y lo presientes y lo sientes y lo vives como cuando ves aquella ciudad brillosa, incandescente (estamos hablando, por cierto, de una mirada incandescente, mirada que se ha convertido en mi pequeña ciudad de luces sublimes) ves cómo esa ciudad brillante se aleja de ti, tú sentado en el vagón de un tren, viendo cómo la distancia se hace mayor. O quizá sea una ilusión, y no se aleja sino que se acerca. Y todo esto te produce un miedo terrible. Y sólo quieres dormir un poco.
Y sólo recuerdas que el tiempo no se detiene.

11.8.06

Sonic Youth playing Piano #13 (George Maciunas)



Buen combo para fin de semana: Fluxus y Sonic Youth

9.8.06

Quisiera encontrar la verdad de las cosas en el lunar que se encuentra enseguida del ombligo de una mujer. O en las maneras como cada caricia es la inscripción efímera que de la piel pasa a la voz que pregunta "¿por qué ahí, por qué la caricia ahí? ¿por qué los labios reposan ahí?" Quisiera encontrar la verdad en el color de pintura en las uñas de los pies, o quizás en un suspiro, o en los patrones débiles que dejan como marca los panties en sus caderas, las marcas de rímel en el hombro de la camisa blanca, la mordida en el cuello: huellas que nos hablan de la verdad. Quisiera encontrar la verdad en la manera como los cuerpos se entrelazan, disponen en la confusión de las piernas y los brazos y el aliento compartido y las miradas pasajeras y el recorrer de los dedos la naturaleza incierta, confusa, de la verdad. Me he encontrado con la verdad en distintas ocasiones. Por lo regular, sucede a las tres de la mañana. Las luces de los autos bailan alrededor de la recámara, se filtran por las persianas, ascienden como gigantes perdidos momentáneamente en la noche. De pronto ella, de pronto él, de pronto todo. De pronto. . .no hay absolutamente nada qué decir. Y esa es la verdad.

7.8.06

Este es
el espacio perefecto para el dibujo de la tristeza...para trazar el mapa de los días y las lluvias. Un tren descansa a mitad del camino, y tú observas desde la ventana de tu choza...
hacia los vidrios empañados en los vagones
observas la mirada de una mujer...mujer que arroja su mirada hacia la hierba... asciende poco a poco. . .su mirada se asoma a tu choza
divisa tu ventana
divisa tu mirada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .y el tren reemprende su camino
las gotas en el vidrio del vagón se escurren, ella escribe un mensaje en la ventana empañada. Lees el mensaje, lo contemplas en silencio. Y te sonríes para ti mismo.
Este es
el sitio perfecto para las ofrendas y las imágenes. . .el encantamiento y desencantamiento de las palabras que no se dicen, aquello que él prefiere que descanse en su mirada. Ahí se encuentra ella.
Pero no es ella sino la avenida donde por primera vez la encontraste. O mejor dicho, donde por primera vez quisiste encontrarla. Sólo sabes que se llama C.
Ella hablaba en tu imaginación, hablaba en esa caseta telefónica, la que está en esa avenida de tráfico veloz, de hombres con periódicos en brazos y mujeres que platican animadas detrás de lentes oscuros. Nubes sigilosas de humo de cigarrillos, una estela justo por encima de los transeúntes. El ambiente es de verano brillante en europa. muy probablemente Londres. Ella hablaba en esa caseta y el humo de sus palabras se pierde con el sonido de los autos
. . . . . . . . . . . . . . . . .se escucha a lo lejos una sirena de la Interpol, el rechinido de columpios en el parque detrás de ti
. . . . . . . . . . . . . . . ladridos de un pequinés
. . . . . . . . .el timbre de un edificio de departamentos. . . . . . . . . . . . . . . .neumáticos splash pasan por un charco. . . . . . . . . . . . . . . . .mirada perdida del señor vendedor de revistas. . . . . . .ella dentro de la caseta telefónica, hablando sin hablar, hablando en tu imaginación. . . . . . . . . un hombre en bicicleta, tan recto en su modo de conducir que no pocos sonríen. . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . unas monjas dirigiendo un grupo de niños hacia el museo del otro lado de la calle.
Ella habla ininterrumpidamente, con un rostro de preocupación. Dibuja en ese espacio una felicidad que se pinta en sus ojos como tristeza. Le dice a la persona del otro lado de la línea, todo lo contrario a lo que dice su rostro.
Cuando dices lo que no quieres decir, tu boca tiene que imitar el contenido de lo que dices. . .de manera que si es algo alegre, tus ojos pueden derramar sus lágrimas pero la boca debe mantenerse sonriendo.
. . . . . . . . . . . . . . . . .de todas formas
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .es muy probable que esa persona con la que C. habla imaginariamente haya descubierto cómo ella esconde tu tristeza.
así que por eso te diriges a la caseta telefónica,
donde ella está, en tu imaginación.
la tomas del brazo, alteras su estado un poco. En su rostro se desdibuja lo que había estado fingiéndose.
C- me acabo de llevar un susto contigo
Tú- ven. salgamos de este cuento.

5.8.06

el espacio perfecto para el dibujo de la tristeza.

4.8.06

Losing my egde



Esta es una representación visual/sonora de lo que se siente ser un "gen Xer" ante la marejada de las nuevas generaciones. Todo lo que dice la letra lo diría mi snobismo indiesco. (Además, esta es mi canción para el fin de semana)

3.8.06

Nerudiana

Llevo varios días pensando en esta idea: uno de los versos más famosos, no, quizá el más famoso de la literatura contemporánea, es, contrario a lo que se interpreta, un verso sumamente misógino:

Me gusta cuando callas porque estás como ausente

Inicio de un bello poema que habla sobre la melancolía. Melancolía que le produce al poeta, cuando sumido en ella la observa a ella en toda su quietud. Ella en su silencio presenta toda su ausencia, esto es, no se encuentra ahí, se encuentra en la imagen del espectador, que en este caso es el poeta embriagado de melancolía. Es un sentimiento que por muchos años he compartido, la sensación de que esa o aquella mujer que se observa a la distancia es imposible de tener.
Me gusta porque callas cuando estás como ausente

Contrario a lo que se piensa, la melancolía a la que un creador puede sumirse, no es el resultado de una admiración hacia aquello que se contempla. Una luna hermosa no produce melancolía, produce un sentimiento de lo sublime, de lo infinito. Cuando se contempla a una bella mujer, no se está pensando con admiración en lo infinito de su belleza; se está pensando en el hecho de que puedes observarla, pero jamás tocarla.

Los melancólicos se sientan en las barras o en las esquinas de los antros; o quizás acompañan a sus amigos –los que sí terminan poseyendo a las mujeres que son objeto de la admiración del primero, del que no hace nada—y observan, desde sus propios silencios, desde sus propias ausencias, cómo la vida no les otorgó las herramientas (digámoslo como es: no tienen los huevos) para que ella, sí la que está sentada con sus amigas, la de cabello corto y ojos claros, la que según yo me estuvo observando pero luego volteaba la cara cuando yo veía hacia allá. . .sea la mujer poseída. Detrás de un melancólico se esconde un poeta. . .pero también un violador en potencia.

Me gusta cuando estás como ausente, porque estás callada

Bueno, quizá exageré un poquito con esa última afirmación. Ya que el melancólico también es pasivo-agresivo, y prefiere reafirmar su condición de persona-non-grata-para-las-mujeres, porque es reconfortante, porque da un sentido de identidá. En ciertos casos, esta postura le otorga los elementos para la formación de palabras, imágenes, frases, versos, de una sensibilidad enorme: se encuentran cargadas de sentido, precisamente porque dicho sentido es la acumulación de sensaciones intensas. No podemos negar que el sentimiento de impotencia, que resulta de no poder tener aquello que deseas, genera unas tensiones que pa qué les cuento. Y si eso lo puedes resumir, si lo puedes consagrar todo al pronunciamiento de un verso. . .bueno. . .tienes frente a ti una imagen poética, romántica. . .melancólica.

Me gusta tu ausencia. . .

Por lo tanto, la melancolía se convierte en el sitio desde el cual un escritor comienza a explicar la belleza del mundo. En este caso, vista a través de los ojos de una mujer, o del modo como su cabello se convierte en ríos y lagos y oscuridades penetrantes e incontables metáforas más. Sin embargo, reafirma una condición histórica, misma que se reafirma una y otra vez, en cada momento que un hombre escucha atormentado los suplicios de una canción de Elliot Smith (o de José José; yo he pecado de escuchar a ambos por estas razones. Aunque no al mismo tiempo. Eso sería fatal.), en cada momento que acompañas o eres la persona que simplemente se queda contemplando a una mujer hermosa. . .

Reafirmas el hecho de que la mujer siempre ha sido vista como un objeto contemplable. Esto es, como un objeto pasivo. No hay cabida para sus ideas, pensamientos, puntos de vista, ni siquiera para opiniones articuladas. Lo único que se pide de ellas es que sean. . .así. . .bellas. No es nada nuevo, el escritor John Berger, que ha hecho las veces de estudioso de la historia del arte, y que tiene un discurso sociológico muy socorrido en el momento en que surgió (buscar el libro Ways of seeing, publicado a finales de los sesenta) planteaba lo mismo: la mujer ha sido representada, a lo largo de la historia, primero que nada como un objeto, pero además, como un objeto pasivo: listas para ser contempladas por los hombres.

Me gustas porque estás callada. . .

Y si bien los poetas, sumidos en la melancolía, se han salido muchas veces con la suya (pregúntenle a Neruda cuántas amantes tuvo), debido a que, pues, las palabras tienen un poder de evocación enorme, y las mujeres a su vez han asumido esta condición con toda naturalidad (no todas, por supuesto, me encantan aquellas que pueden ver y burlarse de estos tipos, acomodados en su propio sentimiento de pesadumbre), también deben admitir, señores poetas, melancólicos de bares o de recámaras sombrías que escuchan discos de The Cure y piensan en la inmortalidad del romanticismo, que detrás de esos sentimientos “genuinos”, hay un dejo de misoginia.

Si se fijan (no estoy seguro, pero creo que esto me lo enseñó Derrida) lo que realmente quiere decir ese verso de Neruda es esto:
Así me gustas. . .calladita. . .como si estuvieras ausente, como si no pensaras, ni tuvieras ideas propias, así, calladita, como muñequita, como pintura de mujer desnuda, sin una presencia fuerte (por ESO cayó tan mal la pintura de la Olympia de Manet: that woman meant business, my friends. . .) para así poder verte y contemplarte horas y horas y horas. . .y no hacer absolutamente nada al respecto de las ideas, pensamientos o del posible interés que tengas en mí.

Lo acepto: durante mucho tiempo he caído preso en las cavernas de la melancolía. Pero parafraseando al personaje de Samuel L. Jackson en Pulp Fiction: “I’m trying... I’m trying reeeeeeeeeal hard not to be a melancholic prick”.

Y quién sabe, quizá la poesía que surgiera de un sentimiento de admiración no melancólica hacia la mujer podría ser más potente, más intensa, más seductora, cuando junto con la belleza que se describa, también se describa ese espíritu enorme, frustrante, sexy, contradictorio y sumamente ajeno a nosotros, que la mujeres poseen. Porque ellas son las que poseen las cosas, no nosotros a ellas.

almost crimes

Broken Social Scene.

Almost Crimes.

Sublime. No hay más que decir.

2.8.06

Retratos breves de gente exitosa (como tú)
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Las encuestas revelan que te llamas Lucio y no sabes si los objetos que recuerdas han muerto. Despiertas por las mañanas con la idea de que te vas a rasurar, pero nunca te rasuras. Sólo recuerdas la idea de que te ibas a rasurar. Muchas cosas recuerdas de similar manera. Pero no profundizas mucho en los detalles, porque eres un hombre ocupado. Ocupas tu mente en preservar los recuerdos en un baúl cerrado, mientras te mueves por este mundo. Por ejemplo, esos chicles que por primera vez probaste a los dieciséis años, que inmediatamente te regresan al olor de la tienda de abarrotes donde los compraste, se acaban de asomar, aquí, enseguida de ti, en la boca de esa señora. ¿Ves cómo se combina el olor de su perfume con el aliento a campo nevado del chicle, que emana de su boca? Estás muy apretujado en el metro, así que estas sensaciones te hallas obligado a enfrentarlas. Una señora delgada, que no te recuerda a nadie más que al olor del chicle. Quizá a la abuelita joven de alguien. Últimamente hay una larga proliferación de abuelitas jóvenes. Corren simulando prisa en las caminadoras de los gimnasios, asisten a lecturas y eventos “culturales”, se llenan la boca de ese tipo de chicles. Mal por ellas, te dices, aunque no sabes si hay una edad en la cual el cuerpo te prohíbe consumir algo tan infantil como los chicles. Los chicles de hierbabuena son el remanente de todos los olores de chicles que podrías recordar pero ya no puedes. Siempre hay uno en el fondo del bolso de una abuelita. En el fondo de la memoria que te ayuda a recordar que las abuelitas existen. No tienes tiempo para estar pensando en estas cosas, las encuestas revelan que alguien como tú, Lucio, no debe pensar en esas cosas. El recuerdo es para los tontos. Y sin embargo…es que el perfume es muy reconocible, mucho más si se combina con el aliento de esta señora, se combina con el olor del chicle, que preferiste al olor del sujeto de al lado, todo embebido en su propia grandeza de joven veinteañero. No quieres ni saber a qué huele. No porque vaya a oler mal, sino porque se trata de un olor desagradable: el olor de la prepotencia. Puedes ver la cara del sujeto en la cara, reflejada a través de la ventana del…espera. Esto no es un metro. Es un autobús. ¿Cuándo los autobuses adquirieron la presencia de los metros y cuándo comenzaste a subir en ellos? El primer chicle con ese olor que probaste fue cuando subiste a un autobús antiguo. El diesel y las pasiones embarradas en los asientos. Son tantos los recuerdos. No de autobuses en particular. Simplemente…es que son muchos. Las encuestas revelan que las abuelitas (jóvenes o no) siempre hacen que se dispare tu memoria y se transporte al pasado. No es que quieras negarlo. Lo que pasa es que es demasiado “normal”. Tu pasado. Inconsecuente, diría alguien que observa con cierta arrogancia a tipos como tú. Simples pasajeros en este viaje, les llaman a gente como tú. Absortos en un tiempo y un espacio determinado, tensos, inquietos, con sonrisas que no dicen nada, sólo simulan la idea de la sonrisa. Como si la copiaras de un presentador de televisión. A las abuelitas les encantan los presentadores de televisión. No quieres ni imaginar lo que pasa por sus cabezas cuando ven a estos presentadores. Y me refiero a los elegantes, los bien parecidos, no a aquellos que más bien les recuerdan a nietos como tú. Les encantan los presentadores, y muy probablemente piensan cosas feas sobre ellos cuando los ven en la tele, con esos brillos en los ojos que de pronto les nacen como venidos de una suerte de paraíso maligno para abuelitas fervorosas. De esas que reemplazaron las misas por la televisión. Lucio, debes mantener la compostura, aunque sí, la etiqueta en los autobuses es menor que en los metros. En los metros todos se sienten parte del mundo moderno. Creo que por eso te dio la idea de que andabas en metro. La abuela “sport”, mascando chicle de hierbabuena y mirándote con cierto fervor. No sabes si le recuerdas a un nieto o a un presentador de televisión. Comienzas a dudar si hiciste bien en concentrarte en esta mujer y no en el muchacho veinteañero con la camisa de alguna banda que sólo él y tres amigos más conocen. Y es que la abuela está a punto de preguntarte algo. ¿Perdón? No, gracias. ¿Qué habrá querido decirme? Me acaba de ofrecer un chicle. Pero me lo ofreció con una sonrisa que confunde. O esta abuela del mundo moderno, donde los autobuses son como metros, es coqueta, o los medicamentos modernos las vuelven más lúcidas que antes. Lucio, las encuestas revelan que tipos como tú están en peligro. No es que evadas los recuerdos; lo que pasa es que los recuerdos tipo-abuela-en-mecedora se están perdiendo. Ya no hay una imagen en la realidad a quién referirlos, hay cada vez menos cosas que te hagan recordar aquello del pasado que siempre se recuerda exactamente a la edad de nueve años, como si todo el cúmulo de experiencias definitivas hubiera sucedido sólo durante ese año. Lo único que te quedan son vestigios, y más vale que hagas a un lado esa actitud de no querer recordar, porque cuando menos te des cuenta, las abuelas modernas dejarán de mascar esos chicles, y de ahí en adelante, todo va a ser precisamente como querías: un perpetuo despertar sin memoria.