31.10.06

Ween - Push The Little Daisies




Gratos recuerdos noventeros con esta canción. Me remite a una noche en la que tuve con mi cuñado y partner in crime, Tomás, un programa en radio universidad. Llevábamos dos semanas obsesionados con la canción (¿a poco no parece un homenaje al uso desmedido de los alucinógenos?. En realidad, es una canción acerca de la muerte) y decidimos ponerla en el programa, sólo por el deleite de que pudiera escucharse en las bocinas en forma de árboles metálicos que se encuentran alrededor del centro comunitario de la universidad.

Un número considerable de llamadas pidieron que jamás se transmitiera esta canción en el radio. Varias de ellas comentaron "¿¿qué $#%&"#% fue eso??" como si hubiera sido parte de un mal trip.

Este fue un breve momentus nostálgicus interruptus patrocinado por los queridos amigos de la H. Fuerza Indagadora de Recuerdos Bifurcados, A.C

28.10.06

Momentos de nada*
por Mark Richardson
Hace veinte años el término “lapso de atención” (attention span) surgía sólo de vez en cuando. Era generalmente visto como algo que crecía y se disminuía con el suministro de drogas psicotrópicas. El modo como experimentábamos el mundo, la cantidad de estímulos que necesitábamos en un tiempo determinado, no era algo de lo que se hablaba mucho. Pero en el momento mediático actual, el lapso de atención lo es todo. Determina cómo y dónde recibimos los medios, que a su vez influye al tipo de medios que se producen.
Está la cantidad de tiempo que puedes gastar en algo, y luego está la profundidad con la cual lo aprecias. Nunca he meditado, pero entiendo que una meta de dicha práctica es la de expandir el momento presente, de llegar a un punto donde te das cuenta que el aquí y el ahora es finalmente todo lo que tenemos. Para un tipo como yo, quien gasta tanta energía procesando lo que ocurrió ayer o el mes pasado o el año pasado y que trata de averiguar lo que significa, vivir en el momento puede ser difícil. De los tres tipos de gente en el mundo –aquellos que hacen que las cosas ocurran, aquellos que dejan que ocurran, y aquellos que se preguntan qué demonios pasó—yo soy definitivamente este último.
De manera que me gusta el arte que me coloca en el momento y me recuerda que la vida es acerca de los detalles. El arte que se queda conmigo y que afecta cómo veo y escucho las cosas incluso después de haber terminado. El arte que me recuerda prestar más atención a las pequeñas cosas insignificantes que suceden todos los días. El zumbido que la parte trasera de un autobús hace cuando está parado; el olor de la gasolina; el modo como el sol atraviesa las hojas en los bosques; una madre caminando por la calle tomando la mano de su hija, mientras escucha un iPod. La mayoría de las cosas relacionadas con estar vivos tienen que ver con lo que sea que tus sentidos estén consumiendo minuto a minuto. El video artista y músico Takagi Masakatsu ha construido toda una obra que rinde tributo a este hecho.
Soy un recién ingresado a su trabajo, encontrándome con él por vez primera con la reedición que hizo [la disquera] Carpack del lanzamiento en CD y DVD de Journal for People. El CD estaba bien, justo el tipo de música electrónica altamente repetitiva, llena de fallitas y vagamente sentimental que normalmente me gusta. Pero una vez que vi el DVD, me di cuenta que la música está hecha para apoyar las imágenes de Masakatsu. Los videos, en su nivel más básico, son de lo más banal: pájaros posados en los cables de teléfono; visitantes a un parque de diversiones revoloteando en unos de los juegos; gente jugando en una playa; una persona nadando debajo del agua; un montón de niños brincando, viendo a la cámara.
Sólo son momentos pequeños de nada, presentados sin dramatización. Y Masakatsu toma estos momentos, los alenta, los procesa digitalmente hasta quedar a unas pulgadas de distancia de sus vidas, y nos deja solos para confrontar los detalles. Eleva el contraste a niveles absurdos, mancha los colores hasta lograr algo que no tiene sentido, inserta ruido de video, y cubre un fondo detrás del otro. Pero si estas técnicas han sido por mucho elementos básicos del video musical, el trabajo de Masakatsu viene de un sito mucho más silencioso, más contemplativo. Todas las distorsiones están hechas para amplificar, iluminar, abrir una cortina para revelar algo que estuvo ahí desde el principio.
Masakatsu tiene otro lanzamiento en la misma disquera este otoño, World Is So Beautiful, que recolecta una hora de piezas originalmente exhibidas en el 2002 (muchas de estas hacen las rondas en las galerías de arte antes de ser lanzadas en disco). El título lo dice todo, en realidad, capturando en una sola frase cursilona porqué este tipo viaja alrededor del mundo apuntando a las cosas con su cámara. Es sólo DVD, sin un CD que lo acompañe, lo cual tiene sentido considerando estas piezas. El sonido que acompaña a la pieza titulada “Cho Cho Thing Gale”, por ejemplo, la cual muestra una banda callejera tocando en Guatemala mientras los colores se comban en naranjas y púrpuras chillones y para el cual Masakatsu añade una capa digital de nieve constantemente cayendo, no podría verse por sí sola. Vagamente nos sugiere el sonido real de una banda callejera, con una melodica chirriante y un crudo drum machine que sutilmente comunican una marcha, y sin el video sería aburrido. Pero el efecto combinado es impresionantemente psicodélico, conforme las tomas que se detienen en los rostros de los músicos no son siempre discernibles por los cambios extremos de color.
Otra pieza, aun más poderosa, muestra una niña de nueve años tocando un acordeón por dinero en las calles de Istanbul. La música de Masakatsu es sólo una pequeña cosilla similar a la "Gymnopédie" de Satie, con un par de notas tintineantes y un poco de efecto de sonido alrevés, creando un espacio emocionalmente neutral con el cual se puede considerar su imagen. La toma en un blanco y negro de alto contraste; vemos a su diminuto ser empequeñecido por las piernas de los adultos que surgen de paso. Se mece hacia delante y hacia atrás en cámara lenta mientras toca, una sonrisa en su rostro que parece genuina, como si en verdad estuviera feliz de estar tocando ahí. Pero también parece ser ruda, como si ella estuviera haciendo esto por sí sola. La genialidad de esto es que Masakatsu inserta una imagen de otra vida, construyendo animaciones brillantemente coloridas que revolotean alrededor de ella mientras toca. Cruzan dragones, liones retozan en la hierba, una enorme ola púrpura y azul se azota. Está corrigiendo la realidad aquí, creando el espacio imaginativo que queremos que habite esta niña, en vez de esta su realidad aburrida y posiblemente peligrosa.
Otra pieza, “South Beach”, es construida a base de un metraje de muchachos adolescentes chapoetando cerca de unas rocas en la costa de una playa en la Habana. Este segmento es el triunfo musical de Masakatsu, mientras crea un espiral a la Steve Reich, de sonido que se construye a base de un sintetizador mezclado con unas vocales femeninas recortadas que, apoyando las imágenes, son casi dolorosamente afectivas. El video es como la portada del disco de Led Zeppelin, Houses of the Holy llevado a la vida, mientras unas figuras silueteadas escalan las afiladas rocas recortadas descuidadamente como escalones, con pequeñas lagunas escarbadas por la marea perfectas para bucear. Masakatsu constantemente se entromete con el océano brilloso, cambiando el color de azul a verde a naranja a base de extraños flashazos, mientras los cuerpos de los bañistas son negros y amenazantes en el frente. El modo como está filmado, es como la maravilla de la existencia de estos muchachos, el simple hecho de que están vivos y respirando y aquí ahora, es una revelación interminable.
Kurt Vonnegut publicó un librito titulado God Bless You, Dr. Kevorkian en el año 2000. En la introducción narra la historia de su tío Alex, quien sentía que las personas no hacían lo suficiente para apreciar los buenos momentos. El tío de Vonnegut se esforzaría por señalar aquellos momentos en los que la vida es buena. Mientras está sentado tomándose una limonada bajo la sombra en un día caluroso, podría iniciar una conversación de la nada, diciendo, “Si esto no es bueno, ¿qué lo sería?” Vonnegut continúa con la práctica, diciendo que “siempre me alegra cuando llevo la cuenta en voz alta de ese modo”. Podríamos decir que World Is So Beautiful es el método que Masakatsu tiene para llevar la cuenta.

*De la columna Resonant Frequency #41, de la página http://www.pitchforkmedia.com publicado el viernes 27 de octubre de 2006.

27.10.06

Takagi Masakatsu - Girls

y sí. . .la vida es, efectivamente, una hermosura. No hay nadie a quién agradecerle, no hay nadie ni nada a quien rendirle tributo con tus propias acciones, no hay que plantearse "vivir la vida". Simplemente hay que dejar que esta exista, en toda su prisa y toda su premura, en toda su fuerza y en toda la gama de emociones. Sólo hay que dejar que exista. Y desear que exista en esa premura y en esa prisa, en esa fuerza y en toda esa gama de emociones, en cualquier parte del mundo.

Creo que eso es lo que nos dice Takagi Masakatsu en este video.

24.10.06

No me pregunten porqué, ni tampoco me pidan detalles, pero ayer fue uno de los días más felices de mi vida.
Y sin embargo, ¿por qué me sentía tan infinitamente triste? ¿Acaso ella, la tristeza, se quedó conmigo, por siempre merodeando en el interior?
¿Será acaso su ausencia, aunque pronto regresa?

22.10.06



Señoras y señores. . .Klaus Nomi.
David bowie



¡Miren! la canción que el insufrible de Kurt Cobain apropió para sus lamentos, aquí en su versión mucho más lúdica, la versión original. No hay nada más cool que ver a David Bowie en medio de la década de los setenta asumiendo el papel de Tristan Tzara y los dadaístas.
Klaus Nomi - Lightning Strikes

. . . y luego podemos ver la versión original de una propuesta que a todas luces david bowie se robó de una figura del "underground" neoyorkino. Chequen el traje. Chequen el hecho de que Klaus Nomi aparece como corista de david bowie en el video anterior.

21.10.06

It's Miller time!

"Un escritor corteja a su público tan ignominiosamente como un político o cualquier otro charlatán, le gusta sentir el gran pulso, recetar como un médico, lograr un puesto propio, que lo reconozcan como una fuerza, recibir la copa rebosante de adulación, aunque tenga que esperar mil años. No desea un mundo nuevo que pueda establecerse inmediatamente, porque sabe que nunca lo satisfaría. Desea un mundo imposible en que él sea el gobernante, títere y corona dominado por fuerzas que no pueda controlar en absoluto. Se contenta con gobernar insidiosamente --en el mundo ficticio de los símbolos--, porque la mera idea del contacto con realidades crudas y brutales lo espanta. Es cierto que capta la realidad más penetrantemente que otros hombres, pero no hace esfuerzo alguno para imponer esa realidad superior al mundo por la fuerza del ejemplo. Se satisface sólo con predicar, con arrastrarse tras el desastre y las catástrofes, un profeta agorero de la muerte, siempre sin honor, siempre lapidado, siempre esquivado por quienes, por ineptos que sean para sus tareas, están dispuestos y prontos a asumir la responsabilidad por los asuntos del mundo. El auténtico gran escritor no quiere escribir, quiere que el mundo sea un lugar en que pueda vivir la vida de la imaginación. La primera palabra estremecida que pone por escrito es la del ángel herido: dolor. El proceso de poner palabras por escrito es equivalente al de tomar un narcótico. Al observar el crecimiento de un libro en sus manos, el autor se engree con delirios de grandeza. "Y también soy un conquistador. . .¡tal vez el mayor que haya existido! Se acerca mi día. Voy a esclavizar al mundo. . .por la magia de las palabras. . ." Et cetera ad nauseam."
--Henry Miller.
Fragmento de Sexus
(pgs. 20-21)

20.10.06

A Perfect Day Elise


Una gema de canción, de una gema de cantante que de pronto olvidamos: PJ Harvey.

19.10.06

Fue hace poco. . .
Estaba sentado en el suelo, viendo un cortometraje. Admiro con no poca envidia a las personas que se dedican a hacer cine. Es muy probablemente el medio más difícil de todos, porque el fracaso siempre llega a acomodarse en el proceso, y por muchas razones más, entre ellas la frustración de no poder animarme a hacer lo mismo.
Sin embargo. . .
Me topo con una película que registra los mismos modelos narrativos del cine mexicano de hace más de veinte años. Ya estuvo. Pido "kin". No hay nada más patético que regodearse en una narrativa de lo picaresco, donde se rescata al lumpen como el héroe mexicano por excelencia. Dejen de ser católicos, dejen de vanagloriar a las clases populares, como si el acto de ponerlas en el escenario central del relato de la vida mexicana fuera una especie de acto de redención.
(¿Por qué esa alusión a lo católico? porque fue la pomada que le vendieron a los pobres para mantenerlos pobres, esa idea de la redención. ¿Alguien recuerda eso de "bienaventurados los pobres porque ellos heredarán el reino de los cielos"? Ah, bueno, pues de ahí viene.)
Me distraje. Dejé de ver la película después de la tercer alusión a cómo el pobre está jodido pero sobrevive, a pesar de que la tira se lo chinga y él se chinga al que se deje. Me distraje porque llegó un perrito, un cachorro, a jugar conmigo.
Bueno, primero se puso a jugar con alguien enseguida de mí. Me di cuenta que esa breve realidad era para mí más entretenida que un actor representando de la manera más impostada a un vagabundo de lo más impostado. Me di cuenta que la realidad tiene más matices. Pero eso todos lo sabemos. (Creo).
Llego a casa.
Llego a casa y entre mis búsquedas madrugadoras me topo con esta frase de Tristán Tzara. Qué mejor manera de cerrar con un jueves extraño. Esta fue la frase:
Art is not the most precious manifestation of life. Art
has not the celestial and universal value that people
like to attribute to it. Life is far more interesting.

16.10.06

Debió haber sido el exceso de cafeína.
Inicié no hace pocos minutos una búsqueda intrépida en las cajas de mis libros. Mis libros que llevan más de un año en cajas. Libros que había abandonado hace mucho tiempo. Fue una búsqueda intrépida y hasta el momento no tengo la menor idea de qué estaba buscando. No era un libro en especial (¿o sí?). Era la simple búsqueda como tal.
Hace mucho que no visitaba esos libros. Polvo. De seguro amanezco con dolor de cabeza. Y alergia. Pudo haber sido el café o pudo haber sido la muy peligrosa ración de Duvalines que consumí antes de entrar al cine a ver. . .ya ni recuerdo la película. Así de buena estaba.
Quizá me borró la memoria este exceso de cafeína este exceso de azúcar esta necesidad de buscar algo en mis libros. Me di cuenta que en realidad a eso me he dedicado. Me refiero a que leo porque busco algo. No sé qué es. Algunos dicen que es identidad, otros ni siquiera lo ven como una búsqueda. Yo creía que me gustaba leer porque simplemente me gusta escuchar historias en silencio. Pero en realidad me di cuenta que siempre estoy buscando algo en los libros.
¿Qué demonios estoy buscando?
Me di cuenta que hay una buena cantidad de libros que compré compulsivamente, un par de meses antes de irme a estudiar a la ciudad de Santiago, Chile. Buena cantidad de libros llegué a ver en Chile. Allá sí leen. Aunque leen mal. Compré un montón de libros que ni siquiera recordaba tener. "Tener". Lo que pasa es que comprar un libro es poseer algo. Claro, aquí iniciaría una serie de divagaciones románticas acerca del libro y sus sentidos, pero yo no soy así. Me refiero a que no me gusta romantizar a los libros. Lo que no quiere decir que no soy romántico. Especialmente cuando la cafeína y el azúcar y una fotografía que permanecerá anónima me llenan de eso que los ancianos llamaban "júbilo".
Todos esos libros que compré son de narradores nuevos. Dos, tres novelas publicadas a lo máximo. No he leído muchos de estos libros. Pero puedo asegurarles que el conjunto de esas compras contribuyó a que un triste empleado de la editorial Tusquets pudiera cobrar su quincena. Quién sabe, probablemente él también quiere escribir.
No tengo la menor idea de qué es lo que estoy buscando. Pero muchos de los libros con los que me acabo de re-enfrentar fueron libros que leí como si estuviera buscando algo. Fórmulas. Visiones. De esas risas incontenibles que única y exclusivamente se obtienen leyendo. Cuando uno se ríe de un pasaje extraído de un libro, se ríe con una plenitud que no encuentra en otro tipo de situaciones. Las películas, los chistes de los compañeros de trabajo, nada se compara a la carcajada que puede obtenerse del pasaje de un libro. No sé porqué ocurre esto.
Dos cajas. Libros que ni recordaba que estaban ahí. Mucho polvo. Ganas de estornudar. No sé qué es lo que busco leyendo, por lo tanto, no sé qué es lo que busco escribiendo. Nunca quise indagar al respecto. Me he ido por puro impulso. A tientas. Creo que es más bonito.
Lo que no es bonito es que de pronto te salte la pregunta mientras remueves los libros en sus cajas y descubres y redescubres portadas, señuelos, alguna marca en medio de las páginas; la instintiva reacción de ver el libro de Blaise Cendrars, "El hombre fulminado", que te hace recordar aquella frase que taaaanto tiempo repetiste:
escribir es quemarse vivo
Muy inteligente, muy romántico de tu parte rescatar esa frase, convirtiéndola en el "modus operandi" de toda tu supuesta autoconstrucción de "escritor". Ah! poque la cosa es que desde hace un par de años decidiste decirte a ti mismo "soy escritor".
Sin aspavientos ni dibujos animados. Simple y sencillamente escribo. Nada de figuraciones, ni mucho menos una postura sagrada en torno a la palabra escrita. Escribo del mismo modo que consumo café. Y Duvalines. Acepto que habrá un poco de pasión en el proceso (soy una persona pasional, por lo menos así me considero. Piénsese en el tipo pasional de una telenovela chafa. así de cursi puedo ser. No. No es cierto.), pero también acepto que hasta estos momentos, no había descubierto que leo, que escribo, porque estoy buscando algo.
En el inter. . .rescaté el libro de Sexus de Henry Miller. Porque siempre que dudo, recurro a esa trilogía de Miller a la que pertenece ese libro. Y ahorita tengo dudas. Dudas porque no sé qué demonios estaba buscando hace unos minutos.
Malditos Duvalines.
en sitios específicos de la ciudad de Mexicali, puede uno encontrarse con cierto tipo de obra efímera. no se sabe a ciencia cierta dónde exactamente sucede, pero lo que sí es que suceden en las paredes. aproximadamente a las cinco de la tarde, o mejor dicho, justo antes de que comience a caer el sol. por lo regular ocurre en oficinas, cuando después de la comida todos regresan al tedio de la segunda ronda y el silencio se siente más. de pronto aparecen. sombras. la luz del sol atraviesa las ventanas y comienza a figurar las ramas de los árboles en las paredes interiores de los edificios.

15.10.06

(extraído de la revista "Artes y Letras" del periódico El Mercurio, Santiago Chile)

ENTREVISTA.
Rafael Echeverría: La caída del modelo metafísico
Domingo 15 de octubre de 2006

El mundo tal como lo conocemos está en un proceso de cambio absoluto, afirma Echeverría desde su departamento del nuevo Santiago. Pero él no se refiere a un cambio fáctico, sino a uno mucho más profundo, el que tiene que ver con las categorías mentales que hemos usado durante siglos para comprender la realidad.

MANUEL FELIÚ G.

Los ideales que otrora fundamentaron y propulsaron el movimiento de sociedades enteras hoy se encuentran en crisis. Esto es lo que Echeverría llama la caída del modelo metafísico, es decir, la caída de la forma de comprender la realidad que se originó con Platón y Aristóteles y que puso al ser como fundamento absoluto y último de ésta. Hoy ha cambiado el paradigma bajo el cual nos movemos y los patrones por los que regimos nuestra conducta se encuentran en transformación, hecho que nos obliga a buscar nuevas respuestas.
Echeverría (sociólogo y doctor en filosofía de la universidad de Londres) ha dedicado su vida a una investigación permanente sobre los fundamentos del ser humano, cuestión que lo llevó en un inicio a interesarse por Marx para luego alejarse en busca de filósofos que dieran cuenta de este cambio radical que mencionamos. Es así como se aproximó a las filosofías de Feuerbach y Nietzsche, a Buber, a Heidegger, a Foucault y a Vattimo, todos ellos pensadores en los que esta temática encuentra momentos de reflexión notables. Desde que conoce a Fernando Flores y a Humberto Maturana, el derrotero de su pensamiento se orienta hacia una visión sistémica de la existencia humana, poniendo el acento en el punto de vista del observador, cuestión que naturalmente hereda de la ontología del observador de Humberto Maturana. En esos años en California desarrolla su libro más conocido, "La ontología del lenguaje", como un modo de responder a algunas interrogantes que la línea de investigación de Flores había dejado abiertas. Hoy, a través de su empresa Newfields, tiene presencia en varios países hispanoparlantes en los que ha desarrollado couching ontológico como una forma eficiente de resolver problemas al interior de las empresas, las que también se enfrentan a los nuevos desafíos de este cambio de paradigma.
Próximamente en Chile está por ser publicado su libro "Por la senda del pensar ontológico".

-¿Cuáles crees tú que son los antecedentes necesarios para comprender este cambio de paradigma que propones estamos viviendo?

"Estamos viviendo una de las mutaciones más importantes que podemos enfrentar, una crisis fundamental de las categorías básicas con las cuales operábamos, el cambio radical de nuestra concepción sobre cómo somos los hombres y donde se pone en cuestión una respuesta hegemónica que definió el conocimiento, las formas de vida y una ética de la convivencia desde hace más de dos mil años. Este proceso de transformación se inicia hace casi doscientos años con Feuerbach, cuando se lanza en picada contra el edificio hegeliano y luego con Nietzsche, en un orden completamente distinto pero complementario, ambos filósofos se enfrentan al orden metafísico imperante anunciando la caída de éste, orden que surge con Platón y Aristóteles y que pone al ser como el fundamento de la realidad, fuente de toda verdad y justificación última de nuestra conducta. Estamos en una crisis del criterio de unicidad y eso es lo central del pensamiento metafísico, que culmina en un punto único, inmutable y trascendente donde nos subordinamos todos y del que normalmente algunos se apropian, reivindicando ser su encarnación y procurando someter a los demás a su parecer, porque ellos aseguran tienen el mejor acceso a la verdad. Hoy día lo que está en cuestión es eso, que se traduce en la mutación de una concepción fundamental del ser humano, en el cuestionamiento y articulación de una nueva concepción alternativa que pone el énfasis en la transformación siguiendo el camino alternativo de Heráclito. Este cambio de paradigma es fruto de la caída de la metafísica tradicional y de los sistemas totalitarios que mencionábamos, cuestión que abre un nuevo orden, que pone el énfasis en la acción y que pone en cuestión la noción de verdad, que defiende la perspectiva de la interpretación y que afirma la multiplicidad del fenómeno humano incorporando aspectos despreciados por la metafísica como son la corporalidad y la dimensión emocional -como lo muestra Friedrich Nietzsche- y en donde, sin despreciar a la razón, se le da un papel completamente distinto, y donde comienzan a establecerse bases para respuestas en todos los ámbitos totalmente nuevas. Es un claro donde el ser humano y toda actividad humana y el sentido de la vida y de las modalidades de convivencia se articulan en claves totalmente desconocidas hasta ahora".

-Tu discurso es consustancial con el ser, en la medida en que lo requieres permanentemente para articular desde él tus posiciones. ¿Qué lugar epistemológico ocupa el ser?

"Creo que no hay mayor posibilidad de conocimiento si prescindimos de la noción de ser. La noción de ser tiene un rol fundamentalmente epistemológico porque inaugura la posibilidad del conocimiento. No podemos erradicar por completo esta noción, lo más que podemos hacer es relativizarla, pero no anularla por completo. Yo no puedo decirte que puedo prescindir de referencia alguna al ser porque comprometo la capacidad de conocimiento, y es por eso que sostengo con mucha fuerza que no rechazamos la noción de ser, siempre estamos siendo de una cierta forma y aunque lo articulemos de forma imperfecta no puedo prescindir de que siempre estamos siendo. A lo que nos oponemos es a la absolutización del ser que lo congela y que hace de la acción un reflejo de un ser inmutable previamente constituido. La tesis central que proponemos es que la acción genera ser, justamente lo inverso del postulado metafísico que pone al ser precediendo a la acción, para nosotros el ser es generado y está generándose siempre en función del comportamiento. A la vez que refleja el comportamiento, el ser lo está constituyendo y eso es parte central de nuestra propuesta. Es por eso que me gusta que te refieras al ser desde un punto de vista epistemológico, pues creo que no hay posibilidad de conocimiento si eliminas por completo la noción de ser, el verbo ser es un artificio del lenguaje que hace posible el conocimiento". Metafísica oculta

-Tener conciencia de esta problemática también implica asumir la responsabilidad de que lo que nosotros estamos diciendo probablemente no pueda ser respaldado desde el horizonte de la verdad...

"Absolutamente... y esto implica entonces que sólo podemos afirmar conjeturas, posibilidades. A mí personalmente me encanta descubrirme cuando mis propias conjeturas se caen, pues es como la reivindicación de que uno no puede sino ofrecer una interpretación dentro de un mundo de infinitas interpretaciones y que estamos inevitablemente condenados a ser demostrados falsos".

-¿De que manera la ontología del lenguaje es una herramienta útil para enfrentar este nuevo orden?

"La ontología del lenguaje se pregunta por los condicionantes del actuar humano, por los condicionantes visibles y no visibles del actuar humano. Cuando las posibilidades de acción están limitadas, la metafísica da cierto tipo de respuestas, y nuestra lucha es contra esa metafísica, la que llevamos en la sangre, la que da respuestas condicionadas cuando no ve posibilidades distintas de respuesta. "La ontología del lenguaje" nos invita a identificar con claridad los condicionantes ocultos de nuestro comportamiento".

12.10.06

Así como el advenimiento de todos los desarrollos en el arte a través de su historia han moldeado la manera como percibo el mundo, el concepto de "album" en la música lo considero como uno de los artefactos más importantes de los últimos cincuenta años. Y es por eso que me uno a la "defensa del album" que estos artistas realizan, no como una postura conservadora ante las nuevas tecnologías de recolección de música, sino como una postura que desea integrar estas tecnologías a la concepción de reunir un conjunto de piezas musicales en torno a un concepto o idea, ya que es desde este procedimiento creativo que surgen posibilidades más concretas, más profundas, de producción artística. Transcribo debajo del video el contenido del discurso.

SavetheAlbum.com: Tim Harrington (Les Savy Fav)

Considerando el tradicional álbum de música y su relación con la tecnología musical emergente.
(por Tim Harrington, de la banda Les Savy Fav)


Ring around the rosie
pocket full of posies

ashes! ashes! we all fall down.

Ciertamente, todos estamos familiarizados con esta clásica canción infantil; dadas estas tres notas, ¿qué mente no se llena con visiones de danzas, de tomarse las manos, de simples colapsos, y todas esas otras cuestiones de regocijo?
Es una canción alegre, ciertamente, pero muchas veces se pasa por alto su verdadero origen.
Es una canción acerca de la muerte, y la plaga; es una canción sobre rojos verdugones y dolores pestilentes, una canción sobre el nauseabundo hedor que estas heridas implican, disfrazadas, aunque pobremente, al llenar los bolsos de los enfermos con ramilletes de flores.
Es una canción que sabe que se requiere más que flores para evitar la plaga virulenta, como pueden dar cuenta los cuerpos incinerados de sus víctimas quemadas.
Es fascinante ver cómo los significados cambian con el tiempo. Otro ejemplo, también musical, es el álbum.
Una colección de canciones unidas, ya sea estilísticamente o temáticamente, ha sido el sostén de la música popular durante casi cincuenta años. El término “album”, viene de los primeros años de las grabaciones, cuando los tiempos más cortos de los discos de vinilo de 78 rpm requerían que ciertas colecciones de música pudieran venderse juntas, en series de discos encuadernados. El término “album” era sólo una descripción del producto. Como una colección de medios de más corta duración, los escuchas podían acomodar las reproducciones de las maneras que ellos quisieran.
Con la llegada de los “álbumes” de larga duración [conocidos como LP’s o elepés], la secuencia de las canciones comenzó a estructurarse. Nivelando nuevos controles en torno a las audiencias de escuchas, los artistas musicales comenzaron a considerar cuidadosamente el orden de las canciones para sus discos. Muchas veces escribiendo piezas múltiples al servicio de un solo concepto; estas consideraciones han generado variados resultados, pero debemos reconocerlos, si es que vamos a comprender la intencionalidad de los artistas que han grabado en esta última mitad de siglo.
La llegada de los sistemas de mp3´s ya no necesita de la compilación de canciones en álbumes. Las canciones individuales se han convertido en entidades discretas, en el acervo de la macrocolección. Este desarrollo podría hacer que la reunión de canciones termine siendo irrelevante, pero eso no está más lejos de la verdad.
Sólo al ser liberados de los límites de la necesidad técnica, sólo así los álbumes se convierten en un asunto puramente estético.
Si el arte puede definirse como el ordenamiento de la naturaleza de acuerdo a sensibilidades estéticas humanas, entonces los álbumes, definidos por la duración de las grabaciones en LP´s o en CD´s, nunca podrían alcanzar su verdadero potencial artístico. Reunir canciones en forma de álbumes se está convirtiendo en una herramienta artística verdaderamente deliberada. Así como la fotografía liberó a la pintura del realismo observacional, encendiendo una revolución en el pensamiento y la técnica, el aparente fin de los aparatos reproductores de álbumes, generará nuevo énfasis e inspiración para aquellos artistas que gustan de considerar las relaciones directas que tienen sus canciones entre ellas mismas.
Y también proporcionará un vigor renovado, al analizar las opciones realizadas por los artistas previos, y revitalizará el placer que produce escuchar el fruto de sus labores.
Vive le Album

10.10.06

quisiera vivir en el momento que concentra el momento al interior de un árbol que sólo despierta solo despierta la ansiedad del momento que despierta al momento que los ojos sólo advierten soledad. todos los días son las dos de la mañana. todos los días se sienten como sus ojos de otoño. o a veces fue la mano tibia que como sombra reposaba en mi pecho y me decía "no temas". sólo reconocemos cómo el momento se desconoce conociéndose solo, se pierde de repente la tibieza de aquella mano en el pecho. lo que no se pierde es la risa. sonrisa de algún momento de soledad en la infancia, momento de dedos escarbando la tierra, la humedad pegándose en las cutículas. el sabor del otoño, saber a ella es reconocerse en una cierta infancia. derramar una lágrima de silencio, de ese árbol llamado silencio que sólo solo habita todos aquellos días donde siempre son las dos de la mañana. pero nunca la vuelves a recordar como antes. pero siempre la recuerdas como algo que siempre ha sido siempre. permanentemente ahí, contigo. cuando la realidad se vuelve escandalosamente cierta, ahí mismo, en ese sitio, es cuando comienza el momento que se vuelve otoño y sus ojos. hay de pronto espejos que evito. no nos conocemos en ciertos espejos, pero el aroma de su cuerpo jamás se evita en su reflejo, en su historia, en el modo como infancia recuperada. ha sido una historia fatal, por ser escandalosamente cierta. por pura. yo creía que la pureza ya no existía hasta que de la memoria surgió el deseo, del deseo se vinieron otros trazos como largos mantos que el pasado confecciona en aquel cuerpo seductor que ha sido tu propia historia, el pasado visto como un largo manto, una túnica extendida en una cierta mañana que se vierte de nuevo en ti. y es cuando regresas a ciertos abrazos, a ciertos encantos en forma de breves gemidos y tus pensamientos de arena. libros que jamás entenderás, los que ocurren en tu cabeza cuando el deseo y la memoria se reúnen para confeccionar el manto de tu propia existencia. si tan sólo aprendiéramos a no extrañar. a no extrañarnos y a dejar que la melancolía deje de ser producto de la otoño. o dejar que el otoño sea más canto de ternura que agobio corporal. siempre que la recuerdo sonrío. siempre tengo que mirar o hacia una esquina o hacia las alturas de un árbol. ahí. ahí es donde se concentran esos momentos. ahí es donde los dibujo en mi diario devenir. todo lo demás es simple vida. eso es mi sueño favorito. espero nunca jamás despertar de este sueño. si tan sólo las palabras fueran el árbol que edificara las plegarias que grito para que el sueño nunca termine. que el sueño sea la vida misma.


9.10.06

Al regresar de Caléxico, a las once de la noche, puedes encontrarte en el camino, a tu mano izquierda, en una esquina, una casa que parece haber sido extraída de algún pueblo de Alabama. Parece abandonada. Siempre tiene el foco del porche encendido.

7.10.06

Una de las virtudes de la rutina --trazo histórico que viene desde que el ser humano descubrió el trabajo-- es la circunspección. Deambulamos por los mismos sitios, repetimos imágenes, éstas se van almacenando conforme nos familiarizamos con sus ritmos, a veces se identifican incluso que los tiempos y los movimientos son de tal naturaleza, que podemos ir descubriendo el pequeño orden con el que se dibuja lo que otrora se concibe como caos.
Esto es, como el perro que primero tiene que dar vueltas alrededor de sí mismo para poder asignarse un espacio en el universo, nosotros giramos alrededor de trazos urbanos que poco a poco van definiendo un mundito dentro del mundo. De la casa al trabajo a los sitios de recreo, gran parte de nuestras vidas las conforman estas trayectorias. No malamente consignamos estos actos como parte de la abulia y el tedio de la existencia pero, pues, no necesariamente tiene que ser así. Hay breves lapsos de lo poético en estos procesos.
Y no se trata de obtener una poética de la domesticación, ese mundo de los objetos y las palabras que pueden configurarlas en su esencia al momento de escribir con el talante del ejercicio poético. Se trata, más bien, de añadirle un carácter menos "reumático" a las visiones cotidianas de la existencia.
Desde hace varios meses, he estado pensando en una colección de estas visiones --imágenes, más que nada, con su acompañante movimiento, su acompañante significado-- que bien a bien las revisito una y otra vez. Quisiera verlas, proponerlas como obras, que ese orden confeccionado por mi rutina van esculpiendo y/o armando a mi paso. También pueden ser al paso de quien pudiera experimentarlas en acción. He aquí unos ejemplos.
En una calle del fraccionamiento Los pinos puede uno encontrarse una casa amurallada, el estilo de fortalezas que los habitantes de este fraccionamiento suelen armar para sentir una seguridad que de todos modos no existe. Pues bien, en estos muros terminaron de instalar unas de esas columnas de foam que recubren con cemento para simular columnas reales. En todo el sentido perdido de la estética clasemediera, las columnas tienen un pedestal corintio. Pero eso no es todo. Les acaban de instalar, en la cima de cada pedestal, un angelito. Cada angelito carga con un instrumento distinto. Unos están colocados con la vista hacia fuera del predio, otros con la vista hacia dentro. Por las noches, me di cuenta que ya les instalaron unos focos. Para que los angelitos se vean de noche.
Se supone que un narrador debería archivar estas pequeñas visiones y concentrarlas en un todo narrativo que de fe de su existencia, o dentro del marco de una historia que, por ejemplo, nos hable del simbolismo detrás de la imagen. Bla Bla Bla. Yo quisiera proponer, en un futuro, que para vivir la experiencia de la visión transmitida por imágenes como esta, el espectador debe recurrir a ella. Así nos salimos de nuestras nuevas circunspecciones (las manos guiadas por un teclado-prótesis, los ojos guiados por el imaginario rectangular de la pantalla de la computadora), y retomamos las calles. Por lo menos en la circunspección de la ciudad de Mexicali, puede uno asistir a estos sitios que con el paso de los días pudiera estar describiendo. Así la experiencia de la circunspección se comparte de modo distinto. Yo sólo serviría como una suerte de "guía" (a la manera como el personaje de Amelie guió la mirada ciega de aquel anciano que se encontró en la calle) y, con toda la humildad del mundo, podría estarles indicando sitios, visiones, imágenes constantes de la vida en Mexicali, que a razón de la perspectiva tediosa de la rutina, normalmente no nos detenemos a ver.
Para aquel lector posible de este blog. . .pudieran comenzar con los angelitos. Se encuentran en la calle moreras.

5.10.06


All these people drinking lover's spit
They sit around and clean their face with it


And they listen to teeth to learn how to quit
tied to a night they never met


You know it's time
that we grow old and do some shit
I like it all that way


All these people drinking lover's spit
Swallowing words while giving head


They listen to teeth to learn how to quit
tied to a night they never met


You know it's time
that we grow old and do some shit
I like it all that way

(broken social scene/lover's spit)

2.10.06

Del "Diario de Don Turicato"
2da. Parte

Estaba siendo apretado desde el interior. Mis entrañas, como puede llamársele a ese hueco siempre hambriento, siempre ahí y no ahí. Una bola de estambre que sirvió de relleno para hacerme una barriguita chusca, de esas que simulan que soy un mono bien comido. Cuando abrí los ojos al mundo, no pasaron dos horas antes de que me percatara de que mi vacío sería llenado por una mano que me apretaba la columna, que me hacía abrir los ojos y decir aquello que sólo un muerto de risa puede decir.
Tenía que acostumbrarme a ser llenado por otro, vivir a través del pensamiento de otro, ser alimentado por sus muñequeos, mis gestos festejando la penetración de una mano en constante movimiento, en constante manipulación.
Pues ni modo, un muñeco seré.
A Don Alberto, que no se le daba eso de la ventriloqueada, esto lo hacía feliz: hacer los monos que serían rellenados con las ideas de otras personas. Cuando me recostó aquella noche enseguida de él, en su cama, estuvo observándome con una mirada espeluznante. Más espeluznante el hecho de que mis ojos no se cerraban. Sí, mis ojos no se cerraban, sus párpados estaban dibujados. Mis ojos mantenían la vista a ese viejo canoso con el lunar en la mejilla y el aliento a vodka, lo escuchaba susurrar cosas. No sé bien qué cosas eran, historias de guerras pasadas, algún recuento de algún caminado exquisito en su pasado, los movimientos corporales de una muchacha de largos cabellos que se llamaba Lucía y que se espantaba cuando lo veía, persecuciones de ratas o de herencias olvidadas, el crujir de sus rodillas, de cómo la soledad en la distancia hace que el dolor y el fracaso sean más tolerables.
Antes de acostarse, Don Alberto puso un disco de vinilo en el tocadiscos. Era un sencillo, una canción antigua llamada “I´m Sorry”. Cuando terminaba la canción, la aguja del tocadiscos se levantaba, viajaba de nuevo al inicio del disco, y se repetía. Esto duró toda la noche. Don Alberto, por lo menos mientras duró despierto, mencionaba el nombre de la cantante, Brenda Lee. Esa noche, mi primer noche en este mundo, fue cuando descubrí que nunca podría dormir.
Sombras o semisueños de sombras invadieron la pieza donde nos encontrábamos. Eran los faroles de autos que cruzaban por la avenida. Una ventana en la pieza permitía que la luz de los faroles viajara por las paredes, delineara unos trazos de luz que ascendían y luego descendían, y que me permitían echar vistazos a mi alrededor, sumido en el silencio, en los ronquidos de mi creador, en las diversas formas que la luz de pronto me presentaba.
Horribles cabezas medio terminadas de otros monos que pudieron ser como yo.
Fotografías enmarcadas, de lo que supongo fueron miembros de la familia de Don Alberto.
Algodón. Mucho algodón. Y telas.
Por allá una pila de libros, otra de discos, una mesa con restos de comida.
Una bandera. Roja. Unos signos en medio que, hasta la fecha, me eluden, porque no sé lo que son, no sé lo que significan.
Y al fondo, en una esquina, el tranquilizante color naranja de un calentador eléctrico.
Durante los primeros días de mi existencia en aquel lugar, ese calentador fue la presencia con la que tuve mis primeras discusiones. Mi ángel y mi demonio, mi pérdida de conciencia y mi recuperación, la extraña ráfaga de luz que me ayudaba a no volverme loco. Yo, en un perpetuo despertar, mis ojos siempre abiertos, mantenía en el secreto de mi incapacidad de hablar, conversaciones lúcidas con ese aparato que, del mismo modo, tampoco hablaba.
A veces la corriente de la luz me respondía. De pronto una marejada de corriente hacía que la luz fuera más brillante, de modo que podía simular que la cosa esa me estaba escuchando, que me respondía.
Y mis preguntas surgían más lúcidas conforme la noche se llenaba de noche. Lo que yo mismo me respondía también.
Hasta que una noche, todo se fue a la mierda.
Bueno, en realidad lo que pasó es que, una noche un corto circuito, chispas que saltaron del calentador a la cobija de la cama, Don Alberto un ataque de pánico, piernas suyas que no respondieron, que los pantalones ni loco salir desnudo a la calle, pero mira nomás qué rápido se quema todo. Los brazos del viejo revoloteando por la pieza como pajarraco alborotado. Las bolas de algodón se prendían instantáneamente, comenzaban a flotar alrededor; hilachas de tela iban desapareciendo en breves ráfagas de luz. Viejo bruto que no controla el licor, cayó al suelo con el pantalón a medio subir, la pieza pintando luces de fuego en cada rincón, como si las llamas saltaran a la menor provocación. Trozos de cabezas de otros monos y sus gestos derretidos, ojos canica que resbalaban de sus hoyuelos. Yo nomás sentí una mano que me agarró de la espalda y me aventó por la ventana. El viejo salvó mi vida. . . ¡Qué atroz!
Caí en medio de un callejón, enseguida de una lata de Coca Cola Light aplastada, olor a cigarrillos y orines. A lo lejos, podía ver cómo la pieza de Don Alberto era como un calentador gigantesco para los vecinos. A lo lejos, alguien podía ver un trozo de tela rellenada con cabeza protuberante y ojos de canica que no se cerraban. Alguien podía verme a mí, por primera vez, desnudo, mi cuerpo al tanto de la rugosidad de la calle, la rugosidad de la vida.
Al principio, me refiero al inicio de esta mi vida desprendida del vientre original (incendiado por la negligencia del mismo anciano que me vio nacer) no fui más que un trozo de “algo” tirado en la calle, luego pateado por las fuerzas de la ciudad hacia las orillas. Fueron tiempos en los que mi materia recogía los escombros que la vida rejuntaba enseguida de los contenedores de basura, siendo yo mismo uno de esos tantos escombros. Fue la gracia de una botella derramada en mi cuerpo, que pude encontrarme con mi segundo plano de vida.
Un pobre tipo había derramado accidentalmente su botella de vino, y mi cuerpo de tela lo absorbió casi todo. A su vez, el tipo absorbió todo el vino absorbido por mi cuerpo fibroso, y luego sonrió la sonrisa de la admiración poética (algo de lo que hablaré después) cuando descubrió que ese trozo de algo era una presencia, tenía figura y unos ojos protuberantes que no se cerraban nunca. Y que esa figura quería decirle algo que aun no comprendía.