Este es el soundtrack de uno de los días más extraños que he tenido en mi vida. 17 años y en el DF, estaba en casa de un artista -ahora de renombre- mientras éste se dedicaba a confeccionar unos extraños moldes de yeso que rellenó con silicón para crear lo que sólo se pueden describir como azulejos de orejas protuberantes. Pensaba cubrir el baño con ellos.
Trabajaba en la cocina, la cual se encontraba cubierta de todas sus creaciones: muestras de su "explotarte" (lienzos compuestos por trazos de pólvora quemada que alineaban puntos de intersección en cuyas puntas se accionaba una pequeña explosión de pintura), cuadros domésticos de paisajes (de esos que compras en tiendas de segunda) intervenidos con personajes que salían de piedras o caminaban en medio de bosques), entre otras cosas.
Recuerdo que el amigo con el que fui (un gran pintor) le llevaba una bolsa con peyote, misma que este artista hizo polvo y luego colocó en cápsulas, tomándose un par antes de iniciar el "ritual" de formar las susodichas orejas.
Por la noche, nos fuimos a la Universidad Metropolitana a robarnos unos focos de neón de los salones, salimos cautelosamente con el botín, la combi en la que veníamos se descompuso, el padre del artista fue a recogerlo, y nos dejó a mi amigo y a mí en medio de la nada, cercanos a una estación de metro.
Subimos al metro y olvidamos bajar a tiempo. Salimos en una estación que estaba en medio de un parque de diversiones. Fuimos correteados por perros y un guardia. Despertamos a un taxista, que nos vio perplejos cuando mi amigo le dijo a dónde queríamos que nos llevara.
Nos dejó a un par de cuadras de su casa, en medio de la lluvia. Pasaban de las doce, y mi amigo y yo terminamos platicando debajo de un tejebán, empapados y confundidos.
Nunca olvidaré las orejas protuberantes, ni tampoco la música de the residents.
10.7.07
the residents - one minute movies
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