22.2.11

El tiempo es un animal complejo, ataviado de las cosas que encuentra en su camino, resuelve sobre la marcha y no voltea hacia atrás. Pero eso no quiere decir que nosotros no estemos constantemente volteando para ver los rastros, huellas, tragedias e inscripciones que este animal deja a su paso. Las huellas, creo yo, son nuestra principal obsesión.

El tiempo, siendo eso, tiempo, un presente ausente esquivo unos ojos que no ven un corazón que sólo se queda con el latido discontinuo de lo recién pasado, me ha pedido en estas últimas semanas una suerte de descanso. Un cuerpo, mi cuerpo, solicitó este momentáneo impasse corporal, una necesaria colocación de mis órganos en un estado de detención, ahí donde puedo sentir flujos y reservas, ahí donde, desgraciadamente, sólo puedo estar conmigo. El reposo es un amigo muy peculiar del tiempo.

Entonces, tiempo y huella me han hecho tener una concentrada conciencia de mí y mi funcionamiento, particularmente hacia aquello que adolece; en este caso, el resultado de una agresión-sanación que tuve que atravesar para poder ser otro, estar otro, pensarme otro. Mi cuerpo y su contundencia me pidieron extirpar un concentrado tumor que, sin darme cuenta, me hacía la vida imposible. No sé si fueron los tiempos dominados de mi formación católica, que rellenó toda concentración de culpabilidad en una zona específica de mi cuerpo, para que éste --con esa inteligencia animal que comparte con el tiempo y que resuelve los asuntos por sí solo, a veces-- me avisara prudentemente que era el momento de extraer de mí lo que ya no hacía falta.

Ese tumor se encontraba en la parte final de mi conducto intestinal, el que da despedida a todo desecho o evacuación que resulta de mi consumo diario. Es un tráfico complejo, lo que ocurre en los tiempos intestinales, y gran parte de mi vida adulta ha consistido en vivir cercano a esos tiempos; juzgándolos, advirtiendo su presencia, luchando por establecer una armonía entre lo que consume mi cuerpo para vivir y los accidentados vericuetos y daños que dicho consumo inscribe en mis pasadizos internos.

En una parte de este juego, de este "drama," un momento de presión hizo que el conducto se replegara, se arremolinara de coraje e intensidades y presiones y tensiones y se convirtiera en un bulto negro que pidió salir a toda costa.

Actualmente vivo la secuela de este proceso, un ritual que de todas formas me devuelve a esa concentrada vigilancia por los movimientos internos de mi cuerpo, y que me concentra, intensamente, a revisar el flujo del tiempo.

17.2.11

Como extraño y adverso corolario a mi post anterior...

"Nunca, en ninguna época y en ninguna otra civilización, se ha pensado tanto y tan constantemente en la edad; la gente tiene en la cabeza una idea muy simple del futuro: llegará un momento en que la suma de los placeres físicos que uno puede esperar de la vida será inferior a la suma de los dolores (uno siente, en el fondo de sí mismo, el giro del contador; y el contador gira siempre en el mismo sentido). Este examen racional de placeres y dolores, que cada cual se ve empujado a hacer tarde o temprano, conduce inexorablemente a partir de cierta edad al suicidio. Es divertido observar que Deleuze y Debord, dos respetados intelectuales de fin de siglo, se suicidaron sin motivos concretos, sólo porque no soportaban la perspectiva de su propia decadencia física. Estos suicidios no despertaron ningún asombro, no provocaron ningún comentario; en general, los suicidios de la gente mayor, que son los más frecuentes, nos parecen hoy en día perfectamente lógicos. Como rasgo sintomático, también podemos señalar la reacción del público frente a la perspectiva de un atentado terrorista: en la casi totalidad de los casos la gente preferiría morir en el acto antes de verse mutilada, o incluso desfigurada. En parte, claro, porque todos están un poco hartos de la vida; pero sobre todo porque nada, ni siquiera la muerte, les parece tan terrible como vivir en un cuerpo menoscabado."

Michel Houellebecq,
Las partículas elementales.

* Imaginemos esto: como propósito estético-ético y como eje de experiencia, determinas que sólo te dedicarás, de aquí en adelante, a consumir exclusivamente los artefactos y productos culturales que se han generado en tu tiempo de vida. Esto es, si me pongo como ejemplo, que todo lo que yo consuma, de aquí en adelante, bajo la forma de literatura, filosofía, historia, ciencias, bajo la forma de manifestaciones artísticas, de cine, programas de televisión, estilos de moda y demás, se limiten a lo que se ha producido de 1970 en adelante.

* ¿Qué implicaría esto? Primero que nada, sería un ejercicio abrumador. No creo que sea posible escapar de flujos sensoriales que inevitablemente transmiten ciertos productos del pasado, y es ahí donde entraría el proceso ético de decidir en qué experiencia te detienes para disfrutarla, apreciarla, entenderla, para hacerla formar parte de tu vida. Y en un segundo plano, para sopesar el predominio de ciertas formas estéticas y de pensamiento que constituyen el seguimiento de ciertas líneas que vienen del pasado.

* Esto quiere decir, por ejemplo, que yo sólo tendré oportunidad de escuchar el último LP que produjeron Los Beatles en su carrera: Let it Be; toda su producción musical tendrá que ser descartada ya que no se hizo en mi tiempo; cualquier alusión al pasado musical de esta banda –su influencia en la música contemporánea—tendrá que sopesarse como tal, pero al mismo tiempo, sin el peso de la mismidad con la que escuchamos ciertas formas musicales que toman a los Beatles como referente. De manera que, si escucho algunos pasajes beatlescos en canciones de grupos producidas después de 1970, estoy impedido de formularme cognitivamente dicha referencia, por lo tanto, esas formas serían nuevas. Es una suerte de eliminación de la memoria, que de todas formas opera en nuestro devenir, pero que en este ejercicio se convierte en estrategia (absurda, sí, pero ¿qué importa?): una manera de acercarte más nítidamente a tu presente.

* ¿Qué más implica todo esto? Pues, por un lado, se elimina el canon; tenemos que entender que, con este proceso, dejamos de escuchar, de leer, de apreciar, de ver todo aquello que no se produjo en nuestro presente. Si naciste en 1978, en 1974, en 1990, nada de lo que se produjo en el pasado formará parte de tu “menú,” de apetencias, no obstante algunos productos (obras literarias, ciertos manierismos en la pintura, ciertas afecciones en la danza contemporánea y las artes escénicas) contienen la reverberación de ese pasado al que no tienes acceso. Las referencias homéricas, por ejemplo, todo el corpus de alusiones directas e indirectas a la mitología, se sentirán mucho más diferidas que en la actualidad. Debe pensarse como un proceso de liberación, más que de una negación de la memoria. Para sopesar, repito, para situarse más definitivamente en un presente. Sobre todo, porque creo que el flujo de la historia y su información nos abruma, nos descoloca en nuestra actualidad.

16.2.11

Por vía de Doug Rice, me encontré con esta fascinante, apasionada y provocadora entrevista con los editores de Jaded Ibis Press (http://jadedibisproductions.com ) . Recomendable para cualquiera que adore los libros, que adore la literatura, y que desee borrar todo obstáculo y limitación cultural que no le permita ver hacia dónde van los libros y la literatura en el siglo XXI. Narradores, músicos, artistas visuales, tomen nota de todo lo que señalan Debra Diblasi y Chris Richards, nos abren los ojos a una multiplicidad de posibilidades, allá donde sólo vemos procesos de legitimación cortesana de nuestros respectivos campos (las artes visuales, la música, y la literatura).

La novela en el siglo XXI:

Jaded Ibis presenta un Mashup

Pasar el texto del papel a la pantalla: hasta ahí ha llegado el efecto de la tecnología en la literatura comercial hasta ahora. Si acaso existe un equivalente en el siglo XXI de la Generación Perdida de París –un punto de encuentro donde la novela emprende una transformación radical que refleje su época—parece estar perdido por derecho propio. Quizás no exista en el mapa, o quizás un mapa de sitio.

O quizás sea Seattle, donde Jaded Ibis Productions está desarrollando novelas que su fundadora, Debra Diblasi llama una “evolución” –hipertexto, bandas sonoras, publicidad falsa, crucigramas como comentario, ediciones que cuestan desde diez a miles de dólares. Pero fue una colaboración entre Jaded Ibis y el productor de música indie Chris Richards que realmente hizo que me preguntara qué estaba pasando.

En esta multifacética entrevista, Di Blasi y Richards explican la novela mashup, qué está ocurriendo mal con las editoriales comerciales y los productores de discos y porqué los ricos ya no están cargando con el peso estético.

Debra, has dicho que Jaded Ibis está haciendo libros para el siglo XXI. ¿A qué se parece ese libro?

DEBRA: Es un mashup, un libro de muchas caras que porta muchas máscaras. Una bestia hermosa e inteligente. Cada título de Jaded Ibis es una colaboración entre artistas que trabajan en disciplinas distintas, a veces traslapadas: literatura, artes visuales, música o diseño de sonido, video o cine, y edición. Y si, considero que editar es una forma de arte. Esta es escritura para el siglo XXI, que responde al mundo complejo en el que vivimos y viviremos en el futuro.

Nuestros libros se venden en cuatro ediciones y rangos de precio: ebook (menos de 10 dlls.), edición de paperback en blanco y negro (12-24 dlls.), paperback a color (40-70 dlls.), y una edición limitada de lujo (de 2,000 a 20,000 dlls.). nuestro eslogan, “sustainable literature by digital means™” (literatura sostenible por medios digitales) se refiere a libros que son intelectual y ambientalmente sostenibles. Una de nuestras misiones es reducir nuestra huella de carbono en una industria que produce un desgaste masivo e innecesario. Al imprimir bajo demanda, y utilizar materiales sostenibles cada vez que sea posible, esperamos mantener la alta cultura en el mundo sin que la ecología del mundo pague el precio mayor. También buscamos maneras de contribuir algunos de nuestros ingresos a proyectos ambientaless o relacionados con el arte –o ambos, como en la novela, Blank, de Davis Schneiderman. Donaremos el 50% de nuestras ventas a la Vanuatu Pacifica Foundation y al Tanna Center for the Arts, un maavilloso proyecto fundado por el reconocido músico de hip hop Paul Miller, también conocido como DJ Spooky. DJ Spooky creó tres “bandas sonoras” originales para Blank, remixes de las Variaciones de Goldberg 1-3 de Bach. Blank, por cierto, es una obra narrativa de 200 páginas que contiene sólo veinte títulos de capítulos evocativos y unos asombrosos dibujos pirográficos de la artista Susan White.

Mi editor de poesía, Sam Witt, y yo, normalmente comenzamos el proceso descubriendo una obra literaria innovadora, misma que explora las posibilidades del lenguaje más allá del modelo decimonónico estándar que (inexplicablemente) sigue usándose hoy. Luego, encontramos a los artistas visuales y músicos y, recientemente, también a los videoastas cuya estética complementan de manera interesante a la literatura. Le pedimos a estos creadores responder a la escritura –no para “ilustrarla,” sino para crear una capa separada que mantiene su propia integridad estética y le añade una perspectiva distinta al concepto literario. Normalmente trabajo con el escritor, para diseñar la edición de lujo que normalmente se manifiesta como un libro-objeto que refleja la totalidad del proyecto. Antes que el libro llegue a la imprenta, añadimos uno o más obsequios, similares a los premios que vienen en las cajas de Crackerjack, normalmente artesanales, para las personas que metafóricamente adoran las palomitas con cacahuates acarameladas y que igualmente les encanta el “premio en cada caja.” Es una manera de recompensar a los lectores, al tiempo que los introduces a la recolección de arte visual.

Debo añadir que a veces el proceso de selección comienza con un artista visual importante, como The Dirty Fabulous, (http://thedirtyfabulous.wordpress.com/) cuyo arte explícito dio lugar a una antología de relatos cortos sucios, por parte de una asombrosa colección de escritores. O Michael Cadieux, cuyas hermoas pinturas, obsesivo-compulsivas, reflejan nuestra cultura de consumo de energía y su inevitable papel en la degradación de paisajes que una vez fueron prístinos. Ese libro contendrá escritos breves sobre conciencia ambiental, por parte de un amplia gama de personas interesadas.

Finalmente, y lo que es más importante, le damos a nuestros autores principales el 40% de las regalías netas, lo cual resulta aproximadamente en cuatro veces el estándar de la industria. Los principales artistas reciben el 10% y los músicos reciben una parte igualitaria de 50% de regalías obtenidas de la compilación de música en CD creada especialmente para nuestros libros, como el genial track de Resident Anti-Hero, “Monster,” para la novela de Janice Lee, Daughter. Janice me introdujo a Resident Anti-Hero, su grupo favorito, y estoy enormemente agradecida por la introducción.

Chris, ¿cómo juega su papel la música en todo esto?

CHRIS: Como mencionó Debra, Jaded Ibis se compromete a apoyar la colaboración de artesanos de distintas disciplinas, siendo la música solo una de éstas. Debra ha reunido a un grupo de músicos para crear música especial que acompañe a muchos de los libros, como Resident Anti-Hero para la novela Daughter. Me gusta pensar en las colaboraciones de la misma manera como la música se relaciona con el cine, ya que ésta es una combinación que las personas están acostumbradas a ver/escuchar. ¿Cómo sería una película sin banda sonora? ¿Puede establecerse la misma relación entre música y novelas? Ya veremos.

¿Cuándo decidieron los dos en colaborar, y por qué?

CHRIS: Debra me contactó originalmente en relación con mi proyecto creativo, Resident Anti-Hero, que es un dúo de hip hop que fusiona la música electrónica con la ficción especulativa, creando una mitología constante que critica la civilización industrial moderna. Tal y como lo propuso Debra, Resident Anti-Hero creó y presentó una pieza original de música para acompañar la novela Daughter (que Jaded Ibis sacará en abril de 2011). Debra y yo vimos más allá de la colaboración inmediata y comenzamos a trabajar en otras ideas. Al intrigarme la aproximación singular que Debra tenía con la industria, especialmente su atención a la sostenibilidad, decidí entrevistarla para mi serie de entrevistas “El arte del desmantelamiento.” Más allá de eso, tenemos varias ideas en cocción, y personalmente espero trabajar en el futuro con Jaded Ibis, en formatos múltiples. Creo que la intención detrás de mi compañía, Autonomous Music, y la de Debra, Jaded Ibis, están intricadamente alineadas y se puede lograr más con la colaboración de mentes que por las limitaciones del punto de vista y las habilidades de una sola persona.

Uno de los temas que trajeron a discusión fue el asunto del precio. Lo que me interesa saber es cómo piensan en los cambios de contenido con cada tipo de presentación.

DEBRA: La designación de precio es para mí tanto práctica como filosófica. Ya que también escribo narrativa y soy artista visual, con experiencia en publicidad y manejo de producción, estoy muy consciente de la naturaleza un tanto arbitraria y meramente subjetiva de poner una etiqueta de precio en algo con un valor que excede por mucho al tiempo y los materiales requeridos para producir al objeto, una creación tan culturalmente viable hoy en día, que puede valer millones mañana. En los últimos doce meses, por ejemplo, Sotheby’s vendió un Warhol a 32 millones de dólares, un Rothko a 31 millones y un Modigliano a 69 millones. Hace un mes, subastaron un par de cómics por casi un millón cada uno. Una primera edición, no ilustrada ni autografiada de la novela Murphy de Samuel Beckett, te cuesta cien mil dólares.

Lo práctico: lo pensé mucho tiempo, y sigo pensando duramente sobre el precio al público de cada edición, es por ello que mi estimación de precios ha cambiado, de mi modelo original y probablemente cambie en el futuro. Por ejemplo, inicialmente le puse el mismo precio a los e books y a los paperbacks en blanco y negro, luego me di cuenta que basaba mi decisión en una industria editorial que fracasaba en tantos niveles. De modo que bajé nuestros precios de e books a menos de 10 dólares, con el objeto de exponer a los lectores no iniciados a nuevas escrituras; los e books son maravillosas publicidades para nuestras ediciones más sexys. Y mientras más sexy el libro, más alto el precio, lo cual me lleva a…

Lo filosófico: Cuando enseñé escritura experimental en el Kansas City Art Institute, comenzaba cada clase con una sección sobre la historia del libro. Esto se volvió crítico, porque me enseñó a mí y a mis estudiantes las interrelaciones entre libros y comercio y la política y la tecnología y las socioeconomías. El valor inrínseco y comercial de un libro en los años de la imprenta Pre-Gutenberg era alto, y esencialmente fue el resultado de (1) su rareza, esto es, la oferta y demanda de libros hechos a mano, (2) su belleza como una posesión significativa, y (3), los ricos letrados que controlan las ideas para poder mantener el control de las ideas y por lo tanto el poder. Cuando el acceso a los libros y las bellas artes incrementaron, el valor asumido gradualmente declinó. Hoy en día, vivimos en una sociedad en la que la mayoría de los ricos no necesariamente tienen el gusto estético más refinado, por no decir algo peor. Parecen no tener la erudición para comprender el valor intrínseco de intangibles como el conocimiento y la belleza y la invención estética, y por lo tanto, deben confiar en las etiquetas de precios para reconocer lo que vale algo. Los precios relativamente altos de nuestras ediciones limitadas reflejan una fracción de su valor en la civilización y en los futuros mercados de libros y de arte. Me reservo el derecho de elevar esos precios conforme estos libros comienzan a formar parte de colecciones importantes.

Es una posición interesante en torno a la riqueza. ¿Sigue jugando la riqueza una parte importante en el desarrollo de las artes, o la tecnología ha limitado la necesidad de ese tipo de mecenazgo?

DEBRA: Como dije antes, la tecnología definitivamente nos ha ayudado a quienes tenemos pasión y una visión más allá del comercio, para contribuir al avance de la civilización. La editorial Jaded Ibis no existiría sin servidores baratos pero de alta eficiencia Como Start Logic, y sistemas amigables de pago como Paypal, así como sitios para compartir documentos, tales como Scribd, así como servicios de impresión bajo demanda como CreateSpace de Amazon, que, por cierto, también simplifican los registros y la distribución.

Pero no me convence (especialmente después de leer el artículo de la revista The Atlantic sobre la nueva plutocracia: http://warincontext.org/2011/01/23/the-rise-of-the-new-plutocracy/ ), que los adinerados deducen el valor equivalente para la publicación de nueva literatura como en la exhibición de las artes clásicas. Los museos y las sinfonías y las compañías de ballet te dirán que los mecenas siguen siendo una parte crucial de su supervivencia, y no puedo imaginar a ninguna organización mayor de las artes sobrevivir solamente con los fondos federales y con las entradas de los visitantes. Ocasionalmente, también, surge un individuo que comisiona una obra de arte o de arquitectura importante, como la Planar House, diseñada por Stephen Holl (que, no obstante, ya es un nombre reconocido en la arquitectura, por lo tanto, viene siendo menos un riesgo de inversión).

Aun así me pregunto: ¿Dónde están los Alfred Barnes de la actualidad, mujeres y hombres cuyos gustos fueron casi proféticos, que reconocen que las humanidades nos enseñan habilidades cognitivas, tales como el reconocimiento de patrones divergentes y el pensamiento crítico? ¿Cuántas veces un individuo afluente comisiona exploraciones literarias complejas como un medio para lograr un futuro mejor, de “Primer Nivel Humano”? Los premios “Genio” de la fundación MacArthur en la literatura se han vuelto cada vez más conservadores en los últimos años, ¡a menos que yo y mis pares nos hayamos vuelto cada vez más progresistas! ¿Por qué la literatura sigue siendo, en sentido figurado, el tipo nervioso con saquito de tweed que huele a naftalina? Invierte financieramente en el progreso literario y te garantizo que este tipo se volverá sexy.

Recientemente, participé con el tema sobre “el futuro de la narrativa,” en la Association Writing Conference en Washington D.C. Más que discutir el gastado (y para mí, irrelevante) debate sobre el libro digital versus el análogo, hablé sobre tecnologías futuras, tales como la interface cerebro-computadora, la simulación en tiempo real y los materiales programables, y cómo estos cambiarán el rostro de la literatura mucho más allá del Kindle, quizás eliminando totalmente el texto. Para poder comprender cómo estamos ahora en las tecnologías de inmersión, me senté con algunas personas del campo, aquí en las industrias de juegos y simuladores de Seattle. Lo que me interesó más sobre nuestras conversaciones fue que mis preguntas y comentarios como escritor de literatura, que frecuentemente usa la teoría de las ciencias para moldear el diseño conceptual de mis textos, abrió posibilidades dentro de sus campos que aun no habían visualizado. Ergo, si la única “novedad” que le importa a los inversionistas y los que otorgan becas es la que se encuentra dentro de las ciencias y la tecnología, entonces la civilización carece de una rebanada significativa del pastel intelectual.

Goethe dijo que la decadencia de la literatura refleja la decadencia de una nación. De modo que.

Me parece que hay una dicotomía aquí. Por un lado, la tecnología te permite tanto crear como presentar tu arte de maneras novedosas e interesantes. Por otro lado, siento que ustedes son escépticos en torno a los beneficios de la tecnología.

DEBRA: Bueno, definitivamente tengo una relación de amor y odio con la tecnología. Me encanta que la tecnología me permite publicar obras de arte y de literatura realmente importantes, producir música, a una fracción de los costos tradicionales. Me encanta la velocidad, la flexibilidad y el control en la creación digital. Me encanta que puedo informar a cientos de personas simultáneamente sobre un libro nuevo, en 140 caracteres o menos; les puedo mostrar las portadas y los desplegados de las páginas y el arte y los objetos; y permitirles escuchar música y ver videos creados especialmente para nuestros libros. Me encanta que puedo enviar las buenas noticias de un autor, simplemente haciendo click en “Compartir” o retweeteando y que mis receptores elijan ser informados o ser amigos de Jaded Ibis Press. Me encanta que ya no tengo que enviar por correo los libros físicamente, o los catálogos a los reseñistas, sino enviarles el vínculo para una vista digital de alta calidad. Me encanta que puedo vender cientos de libros antes de ser publicados, porque los lectores pueden comprar directamente desde nuestro sitio en cuestión de minutos, sin importar dónde estén físicamente. Y me encanta la emoción de ser testigo del oleaje de avances tecnológicos dignos de la ciencia ficción, como la inevitable interface de cerebro-computadora, aunque yo, como Bill Joy, sospechamos que esto no terminará muy bien que digamos.

Y al mismo tiempo, odio sentarme aquí, frente a esta luz vibrante, a veces durante 14 horas al día, siete días a la semana. Odio mi adicción a Facebook y Twitter y las alertas de e mail y Google –especialmente odio la manera como mi ego puede ser tan fácil y frecuentemente alimentado y por lo tanto engordado como una vaca rumbo al matadero. Y la misma velocidad que disfruto también detesto, por el hecho de que el tiempo ahora me parece que cruza demasiado rápido: días y semanas a veces uniéndose en una abultada mismidad institucional; incluso cuando duermo sueño con hacer click en links de la computadora, tratando de recordar contraseñas. Cuando no tengo acceso a internet, se eleva mi ansiedad porque creo que me estoy perdiendo de algo –algún sabroso post en Facebook entre los “300 +” que brotan en unas cuantas horas, o un e mail que requiere mi atención inmediata.

Un viejo amigo de la universidad y yo solíamos intercambiar una serie de largas cartas filosóficas, escritas a mano, en aquel entonces, y esperaba una o dos semanas entre misivas, y nos tomaba horas para escribir nuestras respuestas. Recientemente, no respondí su e mail después de unos días y estaba fuera de sí de tan enojado. En esto nos hemos convertido.

Y no obstante, y aun así, sigo siendo optimista con la lectura y los libros y el arte, sobre la posibilidad de un retorno a la lentitud, a la sensualidad, a un deleite infantil hacia las cosas que no tienen nombres. No puedo recordar la última vez que disfruté haciendo objetos con mis manos tanto como lo hago ahora. Tallar un trozo de bambú, o dibujar una imagen meticulosa con lápices de colores, o moldear un pecho con arcilla…estas experiencias ya no las tomo a la ligera. Y cuando escribo mi narrativa mientras camino por la ribera en Puget Sound, estoy inconfundiblemente feliz e inconfundiblemente consciente de mi felicidad. Mientras más oscura la noche, más luminoso el día.

CHRIS: Todo esto, claro, es subjetivo, y fincado en nuestra creencia personal sobre la conexión de la humanidad y su papel en la tierra y sus otros habitantes. No creo que los seres humanos seamos una raza especial de animales que tiene o merece un dominio por encima de otras formas de vida aquí en la tierra. Esta simple creencia puede complicar mi relación y participación en la industrialización, la tecnología y la civilización de occidente en general. Mientras creo que la tecnología es una herramienta útil y disponible para nosotros en el tiempo en el que nos encontramos, no creo que es o pueda ser, sostenible o responsable. La raíz de nuestra cultura está basada en la explotación. En mi opinión, el simple modo de vida en la que está basada nuestra cultura es irresponsable para los habitantes con los que compartimos nuestro ecosistema, a no decir que es irresponsable con nosotros mismos y las futuras generaciones, ya que se basa en el uso desmedido de “recursos” no renovables. Sugiero que cuestionemos el uso mismo de la tecnología en su totalidad. Claro, estamos en el siglo XXI, y la tecnología moderna define el modo como vivimos, y eso no puede evitarse, a pesar de los ideales o la teoría de mis creencias. Hacer lo mejor que podamos para usar productos ‘verdes’ no arregla el problema, ni siquiera alude a éste. Sólo hace menos destructiva a nuestra cultura, lo cual no nos dice mucho. Lo que me interesa, es usar la tecnología como la forma más eficiente de comunicación directa que tenemos en la actualidad, expresar las preocupaciones y temas que abordé anteriormente.

Sí, la tecnología nos permite tanto crear como presentar las artes de maneras novedosas e interesantes, pero ese no es el punto. El punto es, que la tecnología nos permite crear y presentar información y propaganda de maneras novedosas e interesantes. Nos permite comunicarnos con nosotros mismos, sobre la manera como vivimos, y las mejoras por las que podemos o no podemos luchar, sin la censura ni los filtros que los medios, las corporaciones, el gobierno y las editoriales comerciales nos proporcionan. La tecnología nos proporciona una herramienta para comunicarnos directamente con nuestra comunidad, pero no nos confundamos, no nos proporciona una respuesta.

¿Sientes también una relación de amor/odio con la tecnología? ¿Existe un elemento adictivo de la tecnología que es inevitable?

CHRIS: No la llamaría una relación de amor/odio. La adicción está ahí. Tener acceso a redes y plataformas que nos permiten sentir conectados y en contacto con tantas personas ciertamente golpea nuestros egos, como señaló Debra. Especialmente, cuando nuestras ideas y pensamientos pueden ser afirmados por docenas, si no es que cientos de personas, simplemente posteando un estatus que las personas pueden señalar con un ‘me gusta’ en Facebook.

Sin embargo, haciendo a un lado la adicción, personalmente puedo reconocer la destrucción que es el costo de cada momento que usamos cualquier pieza de tecnología que funcione con electricidad o petróleo. Cuando enciendo una luz, puedo imaginar la reacción en cadena. Puedo imaginar el cableado en mis paredes, hecho de materiales extraídos de una mina, puedo imaginar esos cables conectándose a una caja de fusibles conectada a una línea de electricidad. Puedo imaginar las cordilleras que solían existir anteriores a las minas y anteriores a estos cables. Puedo imaginar la línea de electricidad viajando a través de colinas y bosques, dejando un sendero de 20 yardas de ancho en su recorrido, hasta llegar a la planta de energía. Puedo imaginar lo que solía existir donde está esa planta, y de dónde vinieron todos los materiales que se usaron para construir esa planta. También puedo imaginar toda la maquinaria que se usó para construir todo esto, también hecha de bienes extraídos de minas, y el petróleo que se usó para echar a andar la planta y sus máquinas, las cuales son producto de excavaciones y artillería. También puedo imaginar la presa que proporciona la electricidad, devastando el ecosistema del río y el hábitat del salmón. Puedo imaginar la desviación que soporta el río, de los cortes necesarios que forman el espacio para la presa y la planta.

El elemento del ‘amor’ de mi relación con la tecnología ha sido dejado de lado desde hace buen tiempo. La adicción, sin embargo, es muy real y me otorga otro nivel de frustración. Puedo frustrarme con la mayor parte de mi día, gastado frente a una pantalla de computadora más que en mi cuerpo físico. Me hace sentir como que estoy participando en un mundo imaginario, como si me comunicara con animales vagos, distantes e inventados del otro lado de las pantallas, más que usar mi cuerpo para crear y participar con mi comunidad en un nivel físico. Es una adicción muy peligrosa para cualquiera que elija conectarse, pero aun dudo en llamarlo inevitable. Ciertamente hay personas allá afuera que usan la tecnología moderna ocasionalmente, sin permitirse envolverse por completo en ella. Eso, sin embargo, no significa que su uso en el momento es menos impactante en sentido negativo. La adicción no es inevitable, pero la destrucción sí.

En sus opiniones, ¿qué están haciendo mal los editores tanto de libros como de música?

CHRIS: La industria comercial del ‘entretenimiento’ invierte en el control y la limitación de la disponibilidad de variedad a los consumidores. Invierten en la reproducción del mismo producto una y otra vez, alimentando forzadamente a los consumidores (especialmente dirigidos a los adolescentes y la juventud), controlando la industria del mercado que le corresponde. No tienen interés en proporcionar un arte innovador, profundo y revolucionario para los consumidores. Si un arte provocador se expandiera a las masas en promedios alarmantes, la industria no tendría manera de estar a la par con ‘lo que la gente quiere,’ porque naturalmente estaría siempre cambiando. La meta es el dinero, no el arte, no el desarrollo de consumidores inteligentes y reflexivos.

La industria comercial del ‘entretenimiento’ está sofocando a nuestra comunidad. Nos embrutece. Es otra simple pero efectiva mano más de control en una cultura que desesperadamente necesita que todos hagamos lo que se nos dice, comprar lo que se nos dice, y nunca jamás cuestionarlo. No es una conspiración maligna, un cuarto lleno de miembros de consejos que planean cómo controlar nuestras vidas; es una evolución natural del capitalismo y un producto de nuestra cultura.

DEBRA: Al no pertenecer al campo de la industria editorial comercial, sólo puedo adivinarlo con cierta sapiencia. Sospecho que los malos manejos de los presupuestos de mercado es el mayor error. No tiene sentido gastar cifras enormes en el mercadeo de un libro que ya tiene una relación constituida. Los fans de James Patterson ya esperan su libro, y debido a que vende tantas copias, inevitablemente tendrá la atención gratuita de los medios, de los periodistas que dependen de lo trillado y usado. ¿Acaso ese desplegado de 35,000 dólares en el New York Times Book Review, por sí solo, va a otorgarles una ganancia de 100,000 dólares? Ahora recibo lo que parecen ser una muy cara publicidad por e mail, enviada por Publishers Weekly, una revista leída predominantemente por otras editoriales, no por el público en general. ¿Es fructífero esto? ¿No sería más inteligente enviar unos cuantos correos electrónicos estándar, tweets y posteos, anunciando la fecha de publicación del libro, y dejar que el mensaje sea viral, como inevitablemente lo hará? Puedes repartir los fondos de mercadeo ampliamente, para introducir al público a escritores y escrituras menos conocidas o desconocidas. Le dices a los lectores porqué y cómo estos libros desconocidos tendrán un impacto en sus vidas, en vez de hablar solamente de las tramas. Luego, igualmente, muchos libros comerciales no ofrecen nada más que malas tramas de televisión, lo cual viene siendo otro error. Los editores deberían invertir en el futuro de la literatura, no sólo el presente. Pienso que Penguin, por ejemplo, ha sido inteligente en este sentido, al mantener una poderosa lista de clásicos que les proporciona un flujo de ingresos al largo plazo. La literatura innovadora de hoy es la lectura requerida del mañana.

También sospecho que los editores comerciales le pagan a sus ejecutivos mucho más de lo que valen. Yo publico, soy editora de prosa, diseñadora de web, diseñadora de libros, gerente de producción, directora artística, directora de Tecnologías de Información, directora de marketing, coordinadora de eventos, escritora de copy, asistente editorial, secretaria, contable y conserje. Y cobro barato. Y me encanta lo que hago.

Ciertamente, de muchas maneras soy como la naranja en las manzanas de los editores comerciales. Conozco mi mercado porque en cierto modo es exclusivo –aunque crece exponencialmente, porque muchos estudiantes universitarios están siendo introducidos y se enamoran de una literatura innovadora y bella, en los programas de escritura creativa. Nuestros libros se venden a personas que les aburre la literatura tradicional, quieren emocionarse y transformarse con el lenguaje y las imágenes y el sonido. Yo soy ese mercado.

Douglas Rushkoff (Programo r Be Programmed) dijo recientemente que “el disfrute (de publicar hoy en día) es que las únicas personas que tienen que hacer libros son las que les gustan los libros, y eso será muy bueno.” Creo que personas como yo, que no le tememos a la tecnología y sabemos cómo usarla, que vemos los e books como un vehículo para la diseminación de ideas, líricas o no, que entendemos las interconexiones entre los sistemas y sus partes…somos los que mantendremos a los libros vivos para las futuras generaciones, y encontraremos nuevas maneras de permitir que los genios se expresen.

Tú eres ese mercado, pero me pregunto si ese mercado está constituido para ser pequeño, lejos de la comercialización. ¿Existe una manera de que esta visión tenga sentido para un público masivo?

En un universo paralelo, nuestro mercado es el mainstream, los escritores son celebridades, las conversaciones en la cena nunca incluyen referencias a Jersey Shore o The Dow, y todo el mundo es nuevamente un lugar encantador de descubrimiento, de invención y de evolución intelectual. Y bueno, en este universo, el “mainstream” de lectura (una palabra que sigue siendo la antítesis de “innovadora”) prefiere libros que cómodamente refuerzan sus expectativas, no sólo de lo que Es una historia, sino también, ¿qué es el lenguaje?

Aun así, considera esto: en 1926, el best seller número uno fue The Private Life of Helen Of Troy, de John Erskine. ¿Lo has leído?, incluso, ¿habías escuchado de él? 1926 fue el mismo año que Ernest Hemingway publicó Fiesta (“The Sun Also Rises”), la cual tuvo un primer tiraje de menos de 6,000 copias que se vendieron a dos dólares cada una. La novela, cuya escritura innovadora cambió el futuro de la literatura, ha sido enseñada en las universidades por décadas, otorgándole a (la editorial) Scribner un ingreso constante. Lo encontrarás en el ranking de los primeros 500 en Amazon. El libro de Erskine normalmente está en el ranking de los 4,000,000. Mi propio libro de narrativa experimental, The Jiri Chronicles, se ha mantenido constante en los 200,000 en los últimos dos años, porque se enseña en las clases de escritura creativa y de literatura postmoderna.

La vanguardia (traducción literal, la guardia de avanzada) dirige valientemente el resto de la cultura hacia un futuro no determinado. La literatura innovadora está realmente vinculada a la tecnología y al diseño de Apple, por ejemplo, así como la ingeniería arquitectónica y el diseño. Funciona, sí, pero también reconforma la imagen (y el sonido) del producto. Cuando Anna Joy Springer, antes una notable punk de la Bahía Este, ahora profesora de literatura, se sienta para escribir una “memoria fabulista,” puedes estar seguro que será extraordinaria, llena de gimnasias líricas y dibujos y giros en el tiempo y una franqueza dura mezclada con tragicomedia. A publicarse en abril, The Vicious Red Relic, Love es una obra maestra, con dieciocho magníficos artistas visuales atados al proyecto, así como el acompañamiento de un “paisaje sonoro” de catorce piezas, hecho por Springer y los músicos Rahel Carnes y Tara Jane O’Neil. El mercado para este libro sangra como muñeca cortada hacia la música, las artes visuales y los mercados de LGBT. Definitivamente será enseñado en los cursos universitarios que exploran la literatura postmoderna y experimental así como en la teoría queer y feminista. ¿Acaso el lector de (la escritora de Best Sellers) Sandra Brown sabe el significado de estas teorías y cómo han moldeado y siguen moldeando el mundo a su alrededor? ¿Es esta una pregunta retórica?

El término “literatura multimodal” –aquella que combina texto con otras formas estéticas—ya es un tema para disertaciones de doctorados, y una antología de literatura multimodal está por salir en la editorial de la Universidad de Alabama. Esto no quiere decir que encontrarás a un fan de Sandra Brown sentado con uno de nuestros libros en cualquier momento. Pero nuestros libros serán una lectura requerida para los letrados culturalmente y posteriormente cambiará el rostro de las publicaciones –quizá más pronto de lo que espero, si me puedo basar en las respuestas que hemos recibido sólo en los últimos meses.

Dicho esto, si la impresión de más arte y literatura innovadora y la obtención de más exposición para músicos como Resident Anti-Hero significa publicar un nombre mayor, de un mercado mayor como los cómics, por ejemplo, o el ámbito más amplio de la industria musical, lo haría sin pensarla dos veces, siempre y cuando la escritura fuera interesante y de alguna manera valiosa para nuestra cultura. Existen personas letradas en estas industrias, como Nick Cave, que es un genio del lenguaje, las imágenes y el relato como vehículo histórico. ¡Por favor, que Nick me eche una llamada! las interrelaciones laciones entre libro ?e, comenzaba cada clase con una seccis son maravillosos