7.11.04

El libro es una tecnología que es demasiado buena para de-saparecer, es un objeto durable, portátil, que no necesita pilas y siempre está prendido. Internet es un mecanismo tecnológico más y por lo mismo no es necesariamente malo. Los libros seguirán jugando su papel en el mundo y no será la primera vez que la tecnología los haya puesto en riesgo. Con la aparición de la imprenta los coleccionistas de manuscritos, muy caros y hermosos, vieron que el nuevo mundo recobrado de la antigüedad se ponía en peligro con la fuerza bruta de las prensas y algo similar pensaron los amantes de los libros encuadernados a mano en el siglo XIX con la llegada del libro industrializado y de bajo precio. Con terror dijeron que el libro estaba perdido. Sin embargo, el libro ha seguido adelante. En ese sentido creo que lo que se perderá no serán los libros, sino una sensibilidad simbolizada por el libro. La forma como se leerán o utilizarán las historias es distinta. Hay algo insidioso en la cultura digital en la medida en que creemos que estamos obteniendo independencia de pensamiento y, sin embargo, se trata de información que entra a nuestras mentes de manera inopinada. Creo que es riesgoso que lleguemos a una clase de pasividad respecto de la información. En ese sentido, la relación con la información que implicaba la lectura del libro es muy diferente. Es importante tener conciencia de la perdida de control respecto de la información que entra en nuestras vidas. Sin embargo, la tecnología puede usarse de maneras liberadoras. La gente tiene ahora la posibilidad de comunicarse de manera directa e independiente, generándose una esfera pública que está más allá de todo control, esto es muy importante para el surgimiento de una sociedad libre. Otro problema de la era digital es el de la preservación de tanta información contenida en medios efímeros o en sistemas que se hacen obsoletos prematuramente en una carrera tecnológica bastante destructiva. La biblioteca en la era digital está en estado de flujo, que a larga es indistinguible de un estado de crisis, una crisis de la cultura letrada. Lo que enfrentamos no es la pérdida del libro, sino la pérdida de un mundo. Como sucedió en Alejandría y en las universidades y monasterios del Renacimiento temprano. La palabra cambia sus formas, tendiendo a vivir en pixeles y bits antes que en tinta o papel.

(De una entrevista a Mattew Battles, autor del libro "Library, an unquiet history" Vintage London 2003)