31.8.10

Los narcos caen. Los líderes caen. Las hojas de los árboles caen. La gente se cae de pronto, caen las lágrimas, caen las gotas, caen las lluvias y se esparcen por doquier. La bruma cae. Cae el sereno. La nieve. Caen los criminales y los ángeles. Los aviones se caen. La valentía se cae. Las cosas se caen. Los libros se caen de los libreros, las veladoras se caen de las mesas, el frasco de medicina se cae de la alacena, los adornos de yadró en casa de la abuela se caen, los rostros se caen, de pronto, cuando la vergüenza, cuando el infortunio, cuando la incredulidad. La brisa cae, de repente. El calor hace que se caigan los ánimos. Los edificios se caen, así como los puentes, algunas carreteras. El viento hace que las cosas se caigan, sobre todo nuevos vientos, que nunca se sabe cómo llegan, pero "nos caen." Hay cosas que jamás lo creeríamos, pero se caen. Ni siquiera podemos concebirlo. Las estructuras de acero de una construcción inamovible. La sonrisa del cínico. La falsedad.


Los sistemas se caen.