30.10.05

Siempre he odiado el proceso de descripción física de los personajes. Es un proceso de atomización, descompones las partes y las conviertes en unidades descriptivas que poco tienen que ver con la totalidad. ¿Qué sucedería si manejamos otro tipo de aproximaciones?
Por un lado, terminaríamos con figuras retóricas que --en el mejor de los casos-- nos devuelven a recursos alegóricos. Por el proceso atomizante, echémosle la culpa al método científico de elaborar descripciones "precisas" de los rasgos faciales. Se pierde en el camino todo una serie de totalidades que, según yo, tienen más que ver con el retrato de un objeto. Porque finalmente, describir a un personaje es describir a un objeto. No obstante se trata de un objeto de sutilezas más animadas que las de otro tipo de objeto.
Ahora bien, ¿recurrimos al sentido fílmico que proponía Gertrude Stein en sus retratos, ahí donde se asume el sentido del "cuadro-por-cuadro" que va construyendo la imagen en su proceso de realización? Es difícil su lectura, o mejor dicho, prescinde de un ritmo que siempre me molesta cuando leo su prosa. Me gusta más bien la idea de romper con todo, y comenzar a hacer descripciones mucho más intuitivas. . . .
"Su presencia huele a montaña húmeda, y no poco a bosque inasible"
"Es del tipo de individuos que observa con las manos y contempla con una mirada ausente"
Robbe Grillet tenía una alegoría recurrente, en la novela "El Mirón": La mujer de medroso andar. Pero remite a una imagen, no a una sensación.
¿Cómo remover los sentidos con una descripción?
"Un hombre de andar trepidante, como jalado por el viento, de piel reseca y oídos que escuchan sólo lo muy cercano"
"La mujer con mirada de cine mudo, piel olorosa, dedos escondidos en modales aprendidos en escuela católica"
Se tienen que advertir referencias --culturales, modernistas, a veces literarias mas no muy evidentes-- de pronto, al momento de ir construyendo nuevos modelos de descripción.
Pienso todo esto mientras trato de describir la esencia que produce la imagen de Scarlett Johansson, su silueta recostada en la cama al inicio de Lost in Translation. Sin querer recurrir a la metáfora --animal narrativo que soy-- pienso en la imagen y digo: "El cuerpo de Scarlett es el cuerpo de alguien que dejó de estar asustada con ella misma desde hace mucho tiempo. . ."