De la presentación del libro "Aquí es Tijuana",
el pasado miércoles en el Centro Estatal de las Artes
Tijuana me produce un miedo terrible. No es el miedo reconocible en muchas de las percepciones que se tienen de esta ciudad, alimentadas por esa imagen de "leyenda negra" que tanto se impregna en la conciencia, como docenas de tiroteos nocturnos y ríos de sangre (reconozco que esas imágenes, esas representaciones, más que producto de una ciudad con altos índices de violencia, me habla más de la narratividad que produce la cultura mexicana, ahí donde pervive lo grotesco, lo brutalmente simbólico y alegórico). Es un temor fundado sobre dos bases: la primera, que se trata de una ciudad de difícil salida. Esto puede leerse desde varios sentidos; yo me refiero al sentido práctico, alimentado por mis ya menos frecuentes ataques de pánico; en resumen: es muy fácil llegar a Tijuana, pero salir de ella. . .todos los caminos conducen al tráfico, al embotellamiento, a la espera de la desesperación. Y de alguna manera, esto bien sirve como metáfora para la comprensión de muchos de los fenómenos que ahí ocurren. El otro miedo es uno de definiciones. Un horrible temor a ofrecer --desde la distancia que me otorga la ciudad a la que pertenezco-- una identificación más de los muchos matices que emblematizan a esta ciudad-fenómeno-espectáculo. Temo que cualquier definición pertenezca al universo de las referencias que se tienen de Tijuana. Al mismo tiempo, temo que cualquier definición no pertenezca a este universo de referencias. Le tengo un miedo terrible al enmarcamiento que pueda producir cualquier idea acerca del tema. Pensar en Tijuana y tratar de definirla en el proceso se está convirtiendo en una tautología: pronto tendremos acceso a la idea de Tijuana como idea de Tijuana. Esto se debe, nuevamente, a que todos los caminos conducen a un embotellamiento de reflexiones, ideas, cifras, porcentajes, estadísticas, toda esa información sensible que gira sobre ejes propios, se recapitula, se replantea, se remanifiesta, todo esto un ejercicio de análisis que está convirtiéndose en el cuerpo del pensamiento actual, en Tijuana, en todo el mundo.
Todos los caminos conducen a la generación de datos sensibles, a un sitio en el cual la información sólo se detiene cuando llega a enmarcarse la atención en torno a un aspecto de esta compleja realidad. La compleja realidad a la que nos referimos en estos momentos, es la realidad entrecomillada de Tijuana. El entrecomillado es la acción que conduce el discurso de este libro, de este artefacto que presentamos hoy día.
Aquí es Tijuana es uno y muchos libros a la vez. Guía turística, libro de referencias, compendio del imaginario que la academia, la creación literaria, la creación artística, la producción iconográfica contemporánea, han establecido en diversos sitios hasta la fecha (es un libro que bien puede seguir añadiendo, si lo desea, más "entradas" a su enciclopedia de fenómenos culturales); es un Coffee Table Book y un ejercicio de producción artística intermedial, aquella que ofrece múltiples lecturas y, al mismo tiempo, reproduce el modo de lectura de nuestros tiempos --de visualización sinestésica rápida, eficaz y sumamente sensible, a pesar de la fugacidad con la que se contemplan los datos. Por otro laredo, también es un libro, pura, simple y sencillamente.
Pero al mismo tiempo, quisiera verlo como algo más. A grandes rasgos, independientemente de la temática --y vean cómo por el temor antes mencionado evito entrar en ese punto complejo llamado Tijuana-- este libro bien puede percibirse como la materialización del flujo de la información en nuestros tiempos. Es, desde cierta perspectiva, la acción de googlear convertida en libro. La estructuración de datos recopilados que revelan esencias claras, nítidas, sintetizadas, emblemáticas, narrativas, sobre un fenómeno determinado: la ciudad de Tijuana.
Reconocemos los datos, identificamos a los personajes, en ocasiones revisamos las cifras y las citas como si fueran regresiones, identificamos los espacios presentados en toda su visualidad y reconocemos el espectáculo, el teatro que pervive en Tijuana. Nos preguntamos si estos datos --los porcentajes y los relatos orales transcritos, las citas efímeras y los pasajes de otros libros-- vienen a determinarse en este libro como si fueran otra "cosa", como si atravesaran un proceso de magnificación. Nos preguntamos si el imaginario que dibuja el registro fotográfico presentado en el libro no se determina también como algo "otro"; dichas imágenes, son acaso la visualidad natural que presenta el entorno de Tijuana, esos "contrastes" que tanto apasionan a los extranjeros que se presentan como los científicos mismos de ese denominado "laboratorio de la postmodernidad"? O es acaso la habilidad de quien hace el registro, para encontrar las perspectivas adecuadas que nos permitan apreciar dichos contrastes? Por supuesto, en el ejercicio de su resistencia, Tijuana ha adquirido con el paso del tiempo ese diseño urbano que nos conduce a palpar los contrastes en cada esquina, sus puntos de fuga dirigen nuestra mirada a un embotellamiento visual, que desde los Estados Unidos se percibe desde el momento en que la carretera te acerca a la ciudad. Pero quien hace estos registros, no contribuye asimismo a una magnificación de este fenómeno, de la misma manera como se magnifica ese tope que vemos en la portada y que indica las ranuras que separan a México de Estados Unidos?
Independientemente de todo esto, lo que se vive en el proceso de lectura de este libro es una reafirmación de que Tijuana se emblematiza conforme adquiere nuevos modos de presentación; en este caso, es como si se añadiera otra ciudad a aquellas que pertenecen al imaginario de Italo Calvino en "Las Ciudades Invisibles": Tijuana como la ciudad que puede contenerse toda en un libro.
Tijuana me produce un miedo terrible. No es el miedo reconocible en muchas de las percepciones que se tienen de esta ciudad, alimentadas por esa imagen de "leyenda negra" que tanto se impregna en la conciencia, como docenas de tiroteos nocturnos y ríos de sangre (reconozco que esas imágenes, esas representaciones, más que producto de una ciudad con altos índices de violencia, me habla más de la narratividad que produce la cultura mexicana, ahí donde pervive lo grotesco, lo brutalmente simbólico y alegórico). Es un temor fundado sobre dos bases: la primera, que se trata de una ciudad de difícil salida. Esto puede leerse desde varios sentidos; yo me refiero al sentido práctico, alimentado por mis ya menos frecuentes ataques de pánico; en resumen: es muy fácil llegar a Tijuana, pero salir de ella. . .todos los caminos conducen al tráfico, al embotellamiento, a la espera de la desesperación. Y de alguna manera, esto bien sirve como metáfora para la comprensión de muchos de los fenómenos que ahí ocurren. El otro miedo es uno de definiciones. Un horrible temor a ofrecer --desde la distancia que me otorga la ciudad a la que pertenezco-- una identificación más de los muchos matices que emblematizan a esta ciudad-fenómeno-espectáculo. Temo que cualquier definición pertenezca al universo de las referencias que se tienen de Tijuana. Al mismo tiempo, temo que cualquier definición no pertenezca a este universo de referencias. Le tengo un miedo terrible al enmarcamiento que pueda producir cualquier idea acerca del tema. Pensar en Tijuana y tratar de definirla en el proceso se está convirtiendo en una tautología: pronto tendremos acceso a la idea de Tijuana como idea de Tijuana. Esto se debe, nuevamente, a que todos los caminos conducen a un embotellamiento de reflexiones, ideas, cifras, porcentajes, estadísticas, toda esa información sensible que gira sobre ejes propios, se recapitula, se replantea, se remanifiesta, todo esto un ejercicio de análisis que está convirtiéndose en el cuerpo del pensamiento actual, en Tijuana, en todo el mundo.
Todos los caminos conducen a la generación de datos sensibles, a un sitio en el cual la información sólo se detiene cuando llega a enmarcarse la atención en torno a un aspecto de esta compleja realidad. La compleja realidad a la que nos referimos en estos momentos, es la realidad entrecomillada de Tijuana. El entrecomillado es la acción que conduce el discurso de este libro, de este artefacto que presentamos hoy día.
Aquí es Tijuana es uno y muchos libros a la vez. Guía turística, libro de referencias, compendio del imaginario que la academia, la creación literaria, la creación artística, la producción iconográfica contemporánea, han establecido en diversos sitios hasta la fecha (es un libro que bien puede seguir añadiendo, si lo desea, más "entradas" a su enciclopedia de fenómenos culturales); es un Coffee Table Book y un ejercicio de producción artística intermedial, aquella que ofrece múltiples lecturas y, al mismo tiempo, reproduce el modo de lectura de nuestros tiempos --de visualización sinestésica rápida, eficaz y sumamente sensible, a pesar de la fugacidad con la que se contemplan los datos. Por otro laredo, también es un libro, pura, simple y sencillamente.
Pero al mismo tiempo, quisiera verlo como algo más. A grandes rasgos, independientemente de la temática --y vean cómo por el temor antes mencionado evito entrar en ese punto complejo llamado Tijuana-- este libro bien puede percibirse como la materialización del flujo de la información en nuestros tiempos. Es, desde cierta perspectiva, la acción de googlear convertida en libro. La estructuración de datos recopilados que revelan esencias claras, nítidas, sintetizadas, emblemáticas, narrativas, sobre un fenómeno determinado: la ciudad de Tijuana.
Reconocemos los datos, identificamos a los personajes, en ocasiones revisamos las cifras y las citas como si fueran regresiones, identificamos los espacios presentados en toda su visualidad y reconocemos el espectáculo, el teatro que pervive en Tijuana. Nos preguntamos si estos datos --los porcentajes y los relatos orales transcritos, las citas efímeras y los pasajes de otros libros-- vienen a determinarse en este libro como si fueran otra "cosa", como si atravesaran un proceso de magnificación. Nos preguntamos si el imaginario que dibuja el registro fotográfico presentado en el libro no se determina también como algo "otro"; dichas imágenes, son acaso la visualidad natural que presenta el entorno de Tijuana, esos "contrastes" que tanto apasionan a los extranjeros que se presentan como los científicos mismos de ese denominado "laboratorio de la postmodernidad"? O es acaso la habilidad de quien hace el registro, para encontrar las perspectivas adecuadas que nos permitan apreciar dichos contrastes? Por supuesto, en el ejercicio de su resistencia, Tijuana ha adquirido con el paso del tiempo ese diseño urbano que nos conduce a palpar los contrastes en cada esquina, sus puntos de fuga dirigen nuestra mirada a un embotellamiento visual, que desde los Estados Unidos se percibe desde el momento en que la carretera te acerca a la ciudad. Pero quien hace estos registros, no contribuye asimismo a una magnificación de este fenómeno, de la misma manera como se magnifica ese tope que vemos en la portada y que indica las ranuras que separan a México de Estados Unidos?
Independientemente de todo esto, lo que se vive en el proceso de lectura de este libro es una reafirmación de que Tijuana se emblematiza conforme adquiere nuevos modos de presentación; en este caso, es como si se añadiera otra ciudad a aquellas que pertenecen al imaginario de Italo Calvino en "Las Ciudades Invisibles": Tijuana como la ciudad que puede contenerse toda en un libro.