El viernes de la semana pasada mi carro fue vandalizado. El pobre vehículo no tiene la culpa de las desavenencias de mi persona, si el caso fue que la(s) persona(s) que perpetró(aron) esta golpiza a las partes frágiles de mi de por sí frágil automóvil lo hicieron con el motivo de darme una lección, de enviarme un mensaje (que prácticamente se reduce a un “no estamos de acuerdo contigo, y esperamos que pronto dejes de respirar”), o de simplemente darme a entender que no les caigo bien.
Reconozco que es difícil no ganarse enemigos en esta vida. Me cuesta trabajo reconocerlo, porque trato lo más posible ser una persona tolerante y llevadera con el carácter, las necesidades y las expectativas de los demás; trato de ser comprensivo, de tener buen humor, de mostrar siempre una actitud propositiva, de ayuda y de confianza, de escuchar a las personas, de darle a todo ser humano con el que me topo su lugar en mi mundo, que es el de todos nosotros. Sé que en el proceso, un pequeño gesto, un guiño, un comentario u observación, un descuidado rechazo, pueden construir en los otros una percepción de nuestras personas que nos identifican como malos, prepotentes, groseros, incongruentes, hipócritas, o simplemente malas leches. No podemos controlar la percepción que otros tienen de nosotros. Este ejercicio de escritura es al mismo tiempo una “puesta en común” de todas esas vicisitudes que atravesamos como personas que estamos en contacto con otras personas, y que, en el mejor de los casos, lo único que queremos todos es ser aceptado. Hasta el más inadaptado y/o antisocial del mundo comete acciones encaminadas a tal propósito.
En fin. El caso es que, por más que le dé vueltas al asunto, jamás sabré quiénes decidieron propinarle una golpiza a mi auto. No obstante, si se trató de personas a las que no les caigo bien, mi mensaje es simple y claro: platiquemos, pongamos las cartas sobre la mesa, digamos las cosas como son, y creo que en el camino podemos encontrar un lugar común en el que coincidamos, y sobre todo, en el que descubramos que ninguna de las dos partes estábamos conscientes del daño, prejuicio o grosería que ejercimos sobre el otro. Insisto: es que el carro no tenía la culpa. El pobre está a punto de pasar a la larga fila de autos yonqueados. No quisiera que se acelerara el proceso.
AHORA: si se trató de un simple acto vandálico…si la persona o personas que perpetraron este daño no tenían nada mejor que hacer en la madrugada y decidieron tomar un barrote y quebrar el parabrisas y los dos espejos laterales, si este es el caso…bueno…pues…creo que lo único que puedo pensar es en una buena docena de deseos ojetes posibles, para que les ocurran en los próximos diez años:
1.- Deseo que un día de estos lleguen a sus casas y se encuentren a sus esposas con amantes. Y que sus amantes sean sus mejores amigos.
2.- Deseo que, lentamente, les salga una verruga. Justo enseguida de la nariz. Y que la verruga comience a sacar pelos. Y que sus esposas comiencen a sentir asquito. Y que decidan acostarse con sus mejores amigos.
3.- Deseo que tengan un accidente automovilístico, muy aparatoso, que los deje temporalmente ciegos. En ese lapso, ocurrirá uno de los mejores partidos de fútbol soccer que jamás hayan tenido sus equipos favoritos. Pasará a los anales de la historia como el mejor partido de fútbol jamás jugado. Verán las repeticiones de los momentos gloriosos. Pero no los disfrutarán. Serán un permanente recordatorio de lo que pudieron vivir en el momento.
4.- Deseo que sufran de una diarrea crónica que dure seis meses y que se conviertan en casos clínicos. Y que esta diarrea la haya producido sus platillos favoritos.
5.- Deseo que los confundan con parientes de narcos y que sufran un “accidente” en la Rumorosa.
6.- Deseo que un grupo de seguridad de algún antro los linche. Que los humille enfrente de amigos, y sobre todo, enfrente de la muchacha que les gusta. Y que terminen descalzos y sin pantalones, caminando a las tres de la madrugada hasta su casa, que está a unos quince kilómetros de distancia. Y que lleguen adoloridos y cansados a las ocho y media de la mañana, y que sus padres los pongan a limpiar la calle. Y que sea julio, en el día más caluroso del año. Y que conforme barran la calle se acumule el polvo en sus narices, y que cada vez les duela más la cabeza. Y que se deshidraten. Y que cuando duerman, esa noche, sufran de los peores calambres que jamás haya sufrido ser humano en la historia. Y que cuando despierten, descubran que llevan año y medio en coma. Y que la muchacha que les gustó quedó embarazada, del muchacho que en aquella noche fatídica se la llevó del antro.
7.- Deseo que les quiten sus pasaportes. O que atropellen a alguien en EEUU. Y que se metan en serios problemas.
8.- Deseo que tres de las cuatro mujeres que lleguen a ser los amores de sus vidas los ninguneen como cucarachas secas en el rincón de un clóset.
9.- Deseo que sus sistemas nerviosos generen una terrible intolerancia a los espacios abiertos. Y que alguien los lleve a la Laguna Salada y los deje abandonados durante cinco horas. Y que cuando pasen por ellos de nuevo, los encuentren en estado fetal y con los pantalones orinados. Y que no se hayan dado cuenta que "alguien" les tomó video, y que dicho video circule por youtube con la siguiente leyenda: "Cómo lloran los hombres".
10.- Deseo que –en el transcurso de sus vidas—les roben tres cosas sumamente preciadas por ellos. Y entre esas cosas, que se encuentre su virginidad. Porque una vez terminaron en los separos y otro de los detenidos lo violó.
11.- Deseo lo peor: que en el transcurso de sus vidas, no deseen nada. Porque esto los encaminaría a que se cumpla el doceavo y más intenso deseo mío…
12.- Deseo que prosigan con sus estudios. Que terminen sus carreras, que consigan un buen trabajo. Que se consigan una esposa. Que tengan hijos. Casa. Auto. Que vayan de compras los fines de semana a Caléxico. Que lentamente engorden. Que los sábados vayan a las chabelas a tomarse unas heladas para amainar la sed, mientras escuchan música de rockola y ven a alguna mesera retecontenta bailando canciones de Shakira (y que según ellos les coquetea, pero en realidad, la mesera escupe en sus tarros). Que tengan los mismos amigos desde la carrera. Que organicen viajes a la costa los fines de semana. Que poco a poco se arruguen, que vean a sus hijos crecer. Y que cuando llegue su hora final, que mueran, con la plena conciencia de que tuvieron una vida tan inconsecuente y tan carente de pasión, de sentido, propósito y profundidad, que sus presencias en este mundo sean igual de efímeras que el viento. Sólo eso me permitiría entender que, como personas concientes de su propia inconsecuencia, necesitaban ventilarse golpeando un automóvil en medio de una borrachera a las dos de la madrugada.