13.10.10

El artista no puede darse el lujo de ser engañado en torno a la naturaleza de su momento histórico.

El artista no puede asumirse solo, circunspecto, obtuso en sus pensamientos. Tiene que ir acompañado de las asociaciones y divagaciones que la realidad le va construyendo a su paso. Desde que se reconoce como el sujeto al que se le construye su realidad (la que desea y la que no desea), se reconoce no como ego, sino como ente.

El artista engaña para reconocer los sitios insólitos, inhóspitos, de la verdad.

El artista sabe sólo el n por ciento de lo que su obra dice.

El artista se enferma cuando no logra demostrar que todo tiene que ver con todo. Las nociones sobre lo que un artista "es" o sobre lo que una obra de arte "es," también se enferman a causa de este mismo proceso.

El artista, como el niño, el loco o (en ocasiones) el anciano, le gusta reír solo. Reír solo es reír en complicidad con los pequeños trozos de verdades que vas desenmarañando a tu paso. Pregúntenle al próximo loco que vean acerca de esto. Pero no a un niño, ni a un artista. Porque no les responderán.