19.8.05

Me cae bien. Me cae mal. Considero a sus libros un afortunado ejercicio en emular "In Cold Blood" pasado por dos que tres malas lecturas de los escritores gringos ochen-noventeros (Coupland, Easton Ellis) y con esa obsesión adolescente que tiene con "Catcher in the rye" un estudiante gringo de primer semestre en creative writing.
Alberto Fuguet. No niego que a veces se avienta "puntadas" curiosas:
Todos los escritores están tratando de vender algo: unos buscan dinero, otros plataforma para una estética o una causa, unos egolatría, otros tratar que sus padres los quieran. Algunos, incluso, quieren vender emociones. O historias. Dudas. Momentos. Epifanías. Y para eso hay varias formas de hacerlo. Todas- supongo- legítimas aunque algunas, a mi modesto parecer, son un tanto chillonas, de mal gusto, atosigantes y, para usar la palabra del día, kitsch.

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