Cierto, no puedes regresar, pero tampoco puedes comenzar. No existe el comienzo. Comenzar, iniciar. Inicias siempre, el inicio es permanente, siempre inicias otra vez. Y como el principal dilema de eso que llamamos "inicio", nuestro nacimiento es una suerte de mito original que reconoce el megalómano que tenemos dentro (para aquellos que sostienen tener recuerdos de cuando entraron a la luz) , o la abuela que narra con gestos y suspiros el modo como saliste de las entrañas de la madre. Entrañas difusas, sombras-truco, engaño constante para quienes pretenden identificar con imágenes el modo como olieron por vez primera los aromas antesésicos de un quirófano. No se puede comenzar, nunca. Es un espejismo. Siempre estuviste aquí. Y a la vez no. Bonito acertijo para reanudar el oficio idiota de escribir. Reanudar. Me gusta más que antes esa palabra.
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