6.6.06

Para mí, los últimos años de la era postmoderna han parecido un poco como la manera como te sientes cuando estás en preparatoria y tus papás se van de viaje, y armas una fiesta. Reúnes a todos tus amigos y te avientas una loca y asquerosa y fabulosa fiesta. Por un tiempo es grandiosa, libre y liberadora, la autoridad de los padres ausente y derrocada, un deleite dionisíaco tipo el-gato-no-está-vamos-a-jugar. Pero luego pasa el tiempo y la fiesta se pone más y más ruidosa, y te quedas sin drogas, y nadie tiene dinero para más drogas, y las cosas comienzan a romperse y derramarse, y hay una quemadura de cigarrillo en el sofá, y tú eres el anfitrión y es tu casa también, y gradualmente comienzas a desear que tus padres pudieran regresar para restaurar un poco de pinche orden en tu casa. No es una analogía perfecta, pero la sensación que tengo de mi generación de escritores e intelectuales o lo que sea, es que son las tres de la mañana y el sofá tiene varias quemaduras de cigarro y alguien vomtió en el perchero de paraguas y deseamos que termine el desmadre. La obra parricida de nuestros fundadores postmodernos fue grandiosa, pero el parricidio produce huérfanos, y ni una sola cantidad de jolgorio puede compensar el hecho de que los escritores de mi edad han sido huérfanos en el transcurso de sus años formativos. Estamos como que deseando que algunos de los padres regesaran. Y claro, no estamos muy cómodos con el hecho de que deseamos que regresen. Digo, ¿qué nos pasa? ¿acaso somos unos maricas? ¿acaso hay algo sobre la autoridad y los límites que en realidad necesitamos? Y luego el sentimiento más incómodo de todos, conforme gradualmente nos damos cuenta que los padres de hecho nunca van a volver, el hecho de que “nosotros” vamos a tener que ser los padres.
David Foster Wallace, en entrevista con Larry McCaffery, para la "Review of Contemporary Fiction", verano de 1993.

1 comment:

Anonymous said...

china is a punk rocker...china is a punk rocker...