Enero-Febrero 2010
¿El fin de la civilización, tal y como la conocemos??
Un foro de Duke Magazine explora el future de la lectura.
Para dar cierre a su veinticinco aniversaio, Duke Magazine organizó un foro en el campus que exploró lo que significa crear, transmitir y absorber a los principales marcadores de la civilización. El programa, parte del fin de semana de Bienvenida a finales de septiembre, lidiaba con ideas y controversias alrededor de la lectura, incluyendo la pregunta central del impacto de la tecnología sobre cómo, qué y porqué leer. La moderadora fue Deborah Jakubs, Bibliotecaria de la Rita DiGiallonardo Holloway University, y vice provost de asuntos bibliotecarios.
Los panelistas fueron Sven Birkerts, autor de The Gutenberg Elegies, un libro aclamado sobre el atractivo y significado cultural de la lectura; Andy Brendt ’89, director de gerentes del Laboratorio Creativo de Google; Julie Tetel Andersen ’72, profesor asociado de Inglés en Duke y autora de Linguistics Reimagined: Language Study for the 21st. Century; Philip Pennett, antiguo editor gerente del Washington Post y ahora Profesor de la Eugene C. Patterson de la Práctica del periodismo en Duke; y Lynn Neary, quien cubre libros y editoriales para la National Public Radio. A continuación, se presentan algunos fragmentos de la conversación.
Deborah Jakubs: Muchas veces me preguntan acerca del futuro de los libros. Estuve en un comité hace unos años, para contribuir a seleccionar las lecturas de primer año –todos los estudiantes de primer año en Duke leen un libro común y luego lo discuten. Alguien preguntó si estaba bien si lo escuchaban como audio libro. Las reacciones iban desde un “seguro,” hasta una manifestación de puro horror.
Conforme empiezan a popularizarse los Kindles y otros lectores electrónicos, comienzo a ver una suerte de polarización entre las personas que favorecen el Kindle versus aquellos que no, y los juicios de valor sobre los libros y sobre los libros digitales comienzan a surgir. Pero los libros no son sólo vehículos para el contenido. Los libros en nuestros estantes son una especie de biografía intelectual. Representan quiénes somos, y creo que probablemente no sea la única que, cuando se me invita a la casa de alguien a cenar, mientras recorro el espacio reviso sus libreros. Y al ver lo que han elegido mantener y tener en sus libreros me da un sentido sobre lo que esta persona es.
Leyendo es como obtenemos las noticias, cómo enseñamos y aprendemos. Este tema hace surgir preguntas sobre cómo empleamos la tecnología y avanzamos en nuestras búsquedas intelectuales. Y todo tiene que ver con cómo comunicamos nuevas ideas, conocimientos académicos, opiniones y descubrimientos.
Sven Birkerts: Las últimas décadas han traído un desarrollo desconcertante tras otro. las alarmas son conocidas; sólo resumiré las principales: que las pantallas y las máquinas de lectura reemplazarán a los libros. Que las bases de datos serán nuestro único conducto para la información y el texto. Que los periódicos y medios de reseñas se cerrarán y pondrán toda evaluación crítica en manos de bloggers disidentes.
Tengo un nuevo ángulo de preocupación aquí: estoy pensando en las bibliotecas. Hace unas semanas, la Academia Cushing de Boston anunció que la biblioteca ya no adquirirá o centrará sus servicios en los libros. Se convertirá, en efecto, en un centro electrónico de aprendizaje. Esta es una gran noticia no tanto por esa decisión específica, sino por lo que significa, que es que la idea no sólo ha llegado –sabíamos que vendría—sino que ha funcionado claramente por medio de una sanción institucional. Ilustra una disposición, una suerte de pensamiento que seguramente cobrará terreno. Algo recientemente impensable se ha vuelto pensable.
Gran parte de mi escritura se ha enfocado en las diferencias entre la lectura de libros y de pantalla en términos del individuo. He reflexionado sobre las implicaciones psicológicas de la conectividad, especialmente el impacto subliminal: ¿Qué ocurre cuando el texto es liberado de su contexto, su alojamiento, y, como muchas veces sucede, es revestido de vínculos? ¿Cómo se altera el viejo circuito autor-lector cuando la página erzats, la pantalla, es parte de un sistema vivo? La atención misma se redefine y, con ello, toda la gama de nuestras prioridades cognitivas. No sólo lo que vemos, sino cómo lo vemos, cómo lo leemos. De modo que, ¿qué significa cuando una biblioteca de impresos y papel tradicional se transforma en un centro de información electrónica?
La palabra escrita es considerada como información intelectual –contenido- y la idea es que una vena o medio de transmisión, el libro empastado, puede reemplazarse por otro, la pantalla y la base de datos. Además, existe la certeza extendida de que este último sistema está más acorde a cómo las personas tienen acceso y usan la información en nuestra era digital. Entra a cualquier biblioteca de escuela media superior o universitaria y verifiquen cuál es la actividad principal. Los estudiantes están la mayor parte del tiempo sentados en terminales, tecleando y revisando en pantalla.
El punto es que si el modelo de la Academia Cushing se adopta con mayor amplitud, no sólo estaremos sustituyendo un sistema de envío por otro. También, y perdonen la frase común, ascenderemos a un cambio de paradigmas.
El sistema del libro impreso siempre se ha regido por la premisa de la autoría individual, por la clasificación sistematizada, y en un progreso acumulativo a través de una cronología, por lo menos en lo que respecta a la escolástica. La biblioteca ha encarnado esto físicamente. Dado que los libros eran costosos y escasos y la mayoría de los individuos sólo podían poseer unos cuantos, el propósito de las bibliotecas desde el principio ha sido el de acceso centralizado. Pero, al servir esa función práctica, las bibliotecas también adquirieron un poderoso estatus simbólico. De la misma manera que la universidad, éstas han sido la manera como nuestra cultura coloca una impresión institucional en la vida de la mente. Pero las cosas claramente han cambiado. La asombrosa capacidad de las tecnologías de base de datos ya ha comenzado a hacer corto circuito con la función centralizada de distribución de las bibliotecas. Cualquiera con una laptop puede tener acceso desde casa para una buena cantidad de lo que de otra manera se encuentra alojado entre cubiertas y apilado. Si las iniciativas de búsqueda en Google tienen el éxito planeado, el principal propósito original de la biblioteca será casi eliminado en una década aproximadamente. La laptop será nuestra nueva biblioteca. Las pilas físicas serán eliminadas por capacidades de chip y el refinamiento de los motores de búsqueda.
Los libros en las bibliotecas, libros coleccionados deliberadamente, atendidos, acomodados, presentes en su masa física, le otorgan una imagen concreta a nuestra relación colectiva con el conocimiento. Que un libro existe en una biblioteca significa algo: Ha ganado su lugar en la impresión por medio de un proceso proscrito y fue considerado como valioso para los criterios de selección de la biblioteca –un proceso de seguridad en la puerta doble. Los libros acomodados en los estantes en orden de clasificación dan testimonio de la amplitud de un área temática y visualmente obligan el entendimiento de que el conocimiento es acumulativo. La clasificación misma referencia un entendimiento consensuado sobre la interrelación escolástica. Tomadas en su conjunto, estas realidades proyectan la importancia material, la realidad externa de la escolástica, de lo que podría llamarse la estructura del conocimiento.
Pensemos en el estudiante que más o menos ha crecido en nuestra cultura electrónica, que ya utiliza los libros de manera distinta, mucho más libremente que aquellos en una generación anterior. Imaginen que este estudiante, colocado ahora en un entorno sin libros, que ofrece no sólo el poder de la tecnología y la casi infinitud de datos al alcance de un tecleo. ¿Dónde encuentra su idea primaria de contexto, de los principios relacionales? ¿Qué paradigmas de conocimientos sostiene, y por medio de qué sanción lo sostiene? En una pantalla, donde todos los datos son creados a igual imagen y semejanza, ¿dónde obtiene su idea de autoridad? ¿Cuál es la imagen que desarrolla del conocimiento y sus muchas ramificaciones?
El libro físico representa, entre otras cosas, la idea de autoría, con todas las implicaciones de la autoridad individual contenidos en esa palabra. La transposición al por mayor de los libros a las pantallas y bases de datos harían del conocimiento un vasto tejido referencial –obviamente, una empresa mucho más colectiva. Donde se encuentra tanta información en red y vinculada, podemos esperar, y ya lo estamos viendo, la emergencia del modelo Wikipedia: corrección colectiva y ajustes y aumentos –la confección de un panal de información.
En el proceso, estamos reescribiendo la relación literal y conceptual del ser a la sociedad. No puedo comenzar a teorizar lo que esto implica en términos de poder y control. El debate sobre el escaneo de libros por parte de Google, sobre el derecho de reproducción –estas son las primeras instancias de este cambio. El individuo que navega en el sistema inevitablemente cederá más y más iniciativa a dicho sistema, confiando en el rango y recurrencia de los enlaces por encima de los testimonios en sí, olvidando en el proceso que el sistema encarna sólo la autoridad de la colectividad, y nada más.
Andy Berndt: Tengo que recordar un momento que tuve hace unas semanas. Fui a recoger el correo, y ahí se encontraba el volante sobre este evento. Y leí: “¿El fin de la civilización? El futuro de la lectura.” Y tuve que decirle a mi asistente: “¿Acaso esa parte sobre el ‘Fin de la civilización’ ya estaba ahí cuando aceptamos venir a este evento?” Porque esta imagen se encendió en mi mente, de estos cinco sentados en un círculo enfrente de un fuego candente, conmigo a unos pasos, sólo mirando alrededor –y yo pienso que vamos por un buen comienzo.
I have to recount a moment that I had a couple of weeks ago. I went and got the mail, and there was that flier about this event. And I read: "The End of Civilization? The Future of Reading." And I had to say to my assistant, "Was that 'End of Civilization' part on there when we accepted to come to this thing? Because this image flashed up in my head of these five sitting around in a circle in front of a roaring fire with me on a spit, just turning—and I think we're off to the right start.
Birkerts: Sabías que esto iba a suceder.
Berndt: Sí, lo sabía.
Amo los libros a morir. Ordeno libros, los necesite o no. Un temor mayor en mí son las órdenes en Amazon, hechas con un solo click. Es un problema para mí en lo personal. Pienso que la decisión de que la Academia Cushing se dedique a deshacerse de los libros es –y no estoy representando a Google—es horrible. No puedo imaginar qué tan empobrecedor será esto –tomar una biblioteca y vaciarla de libros.
Nuestros esfuerzos en Google son muy simples. La idea de que si vas a Google, y hay un pequeño recuadro, y tecleas algo en él, sólo estás buscando información. No estás necesariamente buscando la página que tiene esa información en ella. Y una enorme cantidad de la información, el conocimiento y la sabiduría de nuestra cultura acumulada no son libros –mucho más de lo que está en la Red. Si esa información pudiera regresar a ti, aun cuando sea un breve trocito, sin entrar al IP [Internet Protocol] de dicho libro, te ayudaría a encontrar esa sabiduría o esa información, entonces pensamos que la búsqueda será mucho más útil.
Vemos a Book Search [el servicio de consulta de libros en Google] como más acceso, para más personas, para más libros. Si eres el chico promedio que vive en una zona rural en Estados Unidos, tienes acceso a unos 6,000 libros en una biblioteca. Si añadimos a éstos –no reemplazamos, y este es un punto importante—el acceso a algo como Google Books o los libros escaneados de cualquiera, ese número se convierte en 10 millones. Y para mí, eso se siente como algo bueno.
Pero no nos interesa para nada el reemplazo de libros. Mucha gente que habla acerca de esto ni siquiera ha usado Book Search. La esperanza es que si puedes buscar algo acerca de un tema, y puedes encontrar un libro, incluso un fragmento del libro, que exista en otra parte, podrías continuar a buscar ese interés. Si no puedes, no podrías. Y eso me parece enormemente importante.
Julie Tetel Andersen: Recientemente me topé con un artículo que postulaba siete maneras de prevenir una decadencia cognitiva conforme crecemos, y se las voy a presentar en el orden inverso. La séptima es meditar, luego hacer rompecabezas, luego cepillar y limpiarse con hilo dental, tomar alcohol moderadamente, comer arándanos, luego hacer ejercicio. La manera número uno de prevenir esa decadencia es navegar en Internet. El artículo pasó a decir que los científicos habían descubierto que navegar en Internet puede ser más estimulante que leer. Interesada, y quizás preocupada, rastreé dos artículos que parecían hablar sobre este tema.
El primero fue realizado por un equipo de psicólogos de la Universidad de Indiana; esto apareció en 2008 en Psychological Science. Postulaba una relación entre un “foraging especial” y la búsqueda cognitiva interna. Y citó evidencia de que los mecanismos neuronales que se transformaban con el propósito de modular entre la exploración y la explotación en el “foraging espacial” han sido posteriormente adaptados en especies posteriores para el propósito de modular la atención. De hecho, la modulación de la atención, y esta sería una cognición dirigida a metas, es exactamente la problemática de patologías humanas tales como el desorden de déficit hiperactivo de atención, la adicción a las drogas, el Mal de Parkinson, el desorden obsesivo compulsivo, la esquizofrenia y ciertos comportamientos autistas.
Los psicólogos llegaron a la hipótesis de que tareas espaciales particulares puede lograrse que tengan efectos duraderos en los procesos generalizados de búsqueda-cognitiva –por ejemplo, exponiendo a los individuos a tareas durante el desarrollo—esto podría proporcionar claves útiles sobre por qué tanto hacer rompecabezas, el número seis de la lista, y navegar en Internet, número uno de la lista, podrían ser buenos para la cognición—porque ambas son tareas de foraging.
Quedé satisfecha con ese entendimiento hasta que recordé la declaración de que navegar en Internet puede ser más estimulante mentalmente que leer. De modo que me encontré con un segundo artículo, realizado por un equipo de UCLA, “Your Brain on Google,” publicado en febrero pasado en el American Journal of Geriatric Psychiatry. En su estudio, realizado con personas normales de cincuenta y cinco a setenta años, descubrieron que los patrones de activación cerebral durante el escaneo de fMRI, mientras los sujetos realizaban una tarea nueva de búsqueda en Internet fue mucho mayor que en la tarea de control de leer un texto en la pantalla de la computadora, formateada para simular la presentación prototípica de un libro impreso, donde el contenido se aparejaba en todos los sentidos. Formaron dos grupos: los versados en Internet y los desconocedores de Internet. Hubo un doble incremento en la activación del cerebro en los conocedores de Internet en regiones que median la toma de decisiones, el razonamiento complejo y la visión.
Una de mis definiciones de alfabetización es la habilidad para leer un texto largo, un tratado filosófico de 300 páginas o una novela rusa, y para entenderla en su totalidad, o por lo menos algo de su complejidad. Llamo a esto lectura profesional. El estudio de la UCLA puso al frente dos de mis suposiciones concernientes a la lectura profesional al desafiarlas directamente –principalmente, que ser capaz de leer un argumento o trama sostenida es a) en cierto modo bueno para ti, y b) incluso mejor para ti que, digamos, navegar en Internet.
Aunque el artículo de UCLA advierte que sus descubrimientos deben interpretarse a la ligera, estoy dispuesto a imaginar que la lectura es de alguna manera mejor que navegar, y que aquellos dentro del grupo de los cincuenta a los ochenta y cinco que ha dominado la habilidad de la lectura profesional tienen cierto grado de superioridad cognitiva, por encima de los veinteañeros y treintañeros que navegan profusamente, y que pronto se han vuelto menos profesionales en la lectura. Siempre necesitaremos lectores profesionales, y es por ello que un grado en Inglés seguirá siendo una excelente preparación para los abogados futuros. Pero esta habilidad en particular puede convertirse en una especialidad, como tejer, lo cual era obligatorio para todas las niñas.
Philip Bennett: Voy a hablar un poco acerca de esta tentadora paradoja en la que se encuentra el periodismo, el hecho de que hoy en día disfruta más lectores de los que jamás había tenido, aun cuando sabemos que la industria está desapareciendo. Creo que es útil hacer una distinción entre la crisis en el negocio del periodismo y los desafíos que el periodismo en sí enfrenta. Gran parte del debate sobre el futuro del periodismo realmente es acerca de tratar de encontrar nuevos modelos de negocios para el periodismo, y hay mucho menos esfuerzo [gastado] en tratar de descubrir nuevos modelos de periodismo para el periodismo. Y yo creo que esto –en la academia, en las agencias de noticias, y en cualquier parte—es una oportunidad no vislumbrada.
Antes de dejar el Washington Post hace unos dos meses, estuve un tiempo trabajando en un proyecto con, así es, Google. El ejercicio en sí, como podrás imaginarlo, fue un choque de civilizaciones que más o menos estaba entre El último de los mohicanos y Monty Python, mientras las personas de la prensa y los Googlers hablaban sobre el futuro de la cobertura de noticias. Una de las cosas en las que trabajamos para desarrollar fue algo llamado una “historia viva.” [living story. N. del trad.] Esta sería una historia que ayude a reconocer los cambios increíbles en el que se ha convertido el ciclo de noticias: un sistema bajo demanda donde las personas accesan mayormente en sus pantallas para descubrir qué está sucediendo. Y quieren que las historias de noticias estén continuamente actualizándose, no sólo en respuesta a la evolución de los eventos, sino en respuesta a sus propias experiencias de lectura. En otras palabras, quieren que captures para ellos qué es nuevo y qué es profundo simultáneamente –para ellos de manera individual.
En el caso de la historia de ultimo minute, una historia viva ofrecería un flujo continuo de información a la página web del periódico o revista, pero también comenzaría los rastros de un reportaje más profundo que crecería conforme la historia se desarrolla. Conforme regresas a la página verías los cambios que surgieron en respuesta no sólo a lo que fuera nuevo, sino también sobre lo que es nuevo para ti. Y serías capaz de remezclar una página, dependiendo de qué tan profundo quisieras indagar el tema. Con el paso del tiempo, las páginas de noticias evolucionarían hasta convertirse en páginas de referencia.
Para los periodistas, existe una pregunta interesante sobre el tiempo de vida de una historia. Una investigación como la que hizo el Washington Post sobre el Hospital Walter Reed fue manejada como una investigación tradicional de periódico, lo que significa que las personas estuvieron meses acumulando el reportaje, elaborando la escritura. Pero una vez que el periódico lo puso en el dominio público, el contacto del periodista con dicho contenido, su relación con una historia, esencialmente terminaba. El surgimiento de modelos en los cuales las historias se mantienen vivas, y los periodistas involucrados en éstas, puede seguir avanzando la investigación y el reportaje, es una oportunidad para las organizaciones noticiosas.
En mi liga periodística de fantasia, eventualmente el New York Times deja fuera del juego a Wikipedia, no como sitio de referencia, sino como organización noticiosa. Creo que Wikipedia se ha convertido probablemente en la mayor organización noticiosa en Estados Unidos. Cuando la gente escucha sobre algo que sucedió, sea o no sobre Sarah Palin o algo más, lo teclean en su cuadrito blanco, y Wikipedia tiene una mejor ejecución en los rangos de páginas de Google que casi cualquier otro sitio de noticias tradicional. Parte de este sistema, y esta es una de las cosas de las que hablamos con Google, fue tratar de crear una fórmula para anotar todas las noticias. Lo que esto implica es tratar de visualizar un sistema donde las fuentes del periodismo, en vez de ser opacas para los lectores, puedan estar muy en la superficie de la historia.
Lynn Neary: Yo estoy aquí, creo, por una historia que escribí el verano pasado sobre Kindle. Fue cuando algunos dueños de Kindle se despertaron una mañana y se dieron cuenta que Amazon había borrado 1984 y Rebelión en la granja de sus Kindles. Y me hizo pensar, si un libro simplemente puede desaparecer de tu aparato electrónico, ¿qué significa exactamente “tener” un libro? ¿Es acaso un objeto físico, o para usar una palabra que no me gusta, contenido? Y la lectura de un libro impreso, ¿es realmente distinta de la lectura en un aparato digital?
De modo que hablé con algunas personas sobre el tema, gente que tiene un lector electrónico como el Kindle, y creo que cada uno de ellos representa una suerte de arquetipo interesante para esta discusión. La primera fue la bibliotecaria. Se trataba de una mujer que hizo a un lado las protestas de sus compañeros bibliotecarios y se compró un lector electrónico. Aunque ella ama los libros, no mostraba sentimentalismo hacia los libros tradicionales, porque sintió que estos lectores serían tan convenientes. Pero sí mencionó que cuando llega a casa por las noches y está cansada, y quiere sacar su novela favorita para leer, no le gusta acurrucarse con su lector electrónico. Le gusta tener un libro de verdad y darle vuelta a las páginas.
El siguiente es el coleccionista. Su amor a la música lo llevó al iPod, y aunque sigue teniendo su colección de vinilo, ya no los escucha; escucha su música en el iPod. Y eso lo hizo pensar, “bueno, quizá también pueda leer libros en un lector electrónico. Hoy en día, ya no lee libros en formato tradicional. Los lee en su Kindle, y dijo “yo me acurruco con mi Kindle todo el tiempo.”
También es coleccionista de libros. Sigue coleccionando sus libros de La Guerra de las Galaxias de pasta dura, pero los lee en el Kindle. De modo que ya ha pasado de los libros como algo para leer, al libro como objeto de colección.
La siguiente persona es la que adopta tempranamente los dispositivos. Describió al libro tradicional como un recuerdo físico. También dijo que no siente necesidad de tener algo que sólo se queda en un estante como ornamento. Lee en todas las plataformas: impreso, en computadora, en iPhone, en Kindle. Lo que más le importa es la habilidad para accesar lo que quiera leer, cuando lo quiera leer, y en cualquier dispositivo. Y le gustan los e-books porque son más fáciles de usar. También opina que son más fáciles de buscar, de modo que ha pasado por encima de la idea de un libro físico y se ha acoplado por completo a la idea de un libro como contenido –no como objeto físico.
Y por último, pero no por eso menos importante, tenemos al diseñador, que no tiene un lector electrónico, pero que le gusta mucho pensar en ellos. Dice que se sienta en su departamento en Brooklyn y mira todos los libros que él y su esposa tienen en los libreros y piensa, ¿Por qué necesito todo esto? De manera que se está moviendo hacia esa posición del “ornamento en un estante.” Y piensa en los libros como metáforas y dice que no hay motivo para pensar que no serán distintos en el futuro, no sólo el diseño físico, sino el contenido. Preguntó, “¿Por qué necesitamos capítulos? ¿Por qué necesitamos páginas si sólo necesitamos avanzar o retroceder en la pantalla?”
Ya tenemos un ejemplo de hacia dónde pueden dirigirse las cosas con las pequeñas novelas que se escriben en los celulares japoneses. Generalmente, son escritos por jóvenes mujeres, y normalmente son novelas románticas escritas como seriales. Entiendo que en realidad los párrafos son de un enunciado o dos, y no son conocidos necesariamente por una estructura elegante. Pero son muy populares en Japón, tanto que la industria editorial se dio cuenta pronto y los publicó en pasta dura. Sea o no que los pases a una página impresa, siguen teniendo un estilo reconocible, y son llamadas “cell-phone novels.”
Quise hablar sobre algunas de estas cuestiones con Lev Grossman, un novelista que también reseña libros para la revista Time. Escribió que, debido a que los libros electrónicos no están limitados por restricciones físicas, las novelas serán más largas. Habrá más seriales; los escritores serán capaces de actualizar sus trabajos. La narrativa seguirá siendo importante, incluso más importante, y tendrá que movilizarse con mucha rapidez para estar a la par con el ritmo de la lectura digital, lo cual supone, creo yo, que comenzaremos a leer más rápido. Y finalmente, algo que no nos sorprende, y es que habrá una cultura literaria de gratificación inmediata.
Antes de llamarle, quise leer su novela, The Magicians, una suerte de versión adulta de Harry Potter mezclada con las Crónicas de Narnia. Abrí el libro, y justo al interior de la cubierta se encontraba uno de esos mapas que encuentras en los libros infantiles. Tiene un pequeño bosque de pinos ahí, y un castillo allá, y pequeñas flechitas que apuntan a distintos lugares. Lo llamé y le dije, “Sobre este mapa, Lev, háblame sobre este mapa. No era lo que esperaba.” Y me dijo, “Sí, estuve peleándome con el diseñador del libro para que el dibujo fuera más rudimentario, porque no dejaban de hacerlo más bonito, sabes cómo?”
Hay algo en ese mapa que me reafirma algo sobre el futuro de la lectura y el futuro de los libros. Me hace sentir que los e-books no van a tomar al mundo, porque por lo menos hasta ahora, realmente no podrías duplicar ese mapa en un lector electrónico. Podrías poner la imagen, pero no es lo mismo que un libro bellamente ilustrado. Y eso me hace pensar en los niños, porque sigo diciendo que no vamos a estar leyendo Goodnight, Moon a los niños en lectores electrónicos.
Algunos niños, probablemente los lectores más ávidos, se van a enamorar con la presencia y el olor y la sensación de un libro. Y siempre van a producir sentimientos al respecto, y siempre les va encantar como un objeto y un lugar al que siempre pueden regresar. Creo que todas estas cosas van a coexistir durante mucho, mucho tiempo. Y creo que eso nos plantea un buen futuro para la lectura.
© 2010 Duke University
Published Bi-Monthly by the Office of Alumni Affairs.
Libre traducción.
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