Marcha de protesta del movimiento #YoSoy132 en Mexicali:
Un informe abrupto y callejero
En el libro Multitude, de Michael Hardt y Antonio Negri, los autores postulan un concepto de las multitudes sin precedentes: a raíz de que ese subrepticio enlazamiento de las comunidades a escala global (algo que incrementa día con día) se han generado las condiciones para un desmoronamiento de las soberanías y las estructuras hegemónicas, y la instalación de una verdadera democracia, una democracia multiforme, conformada por agrupaciones e intereses diversos que no llegan a ser ni homogéneos ni homogenizados, sino que aprovechan la diversidad como su principal fortaleza. Esto, deviene la conformación de grupos disímiles, rizomáticos, cabezas y cuerpos sin órganos (sin un líder tradicional representativo) que toman de los recursos que están a su disposición (económicos, culturales, ideológicos e intelectuales) con el fin principal de instaurar una guerra que, igualmente, no tiene precedentes: una guerra sin guerra, sin crueles batallas gestadas para el bien de una patria, de una nación, conceptos abstractos y simbólicos que siguen teniendo peso, pero que su peso histórico necesita ser liberado. Esto, lo están haciendo las nuevas generaciones.
Y son estas generaciones las que vi el pasado miércoles 4 de julio, marchando por una de las calzadas principales de la ciudad de Mexicali, en un día que milagrosamente se respiraba un aire fresco, casi tropical, que distaba mucho de ser el clima infernal al que estamos acostumbrados durante los meses de julio.
Desde mi llegada pude percatarme de la naturaleza inusual, casi insólita, de este movimiento. Está cien por ciento conformado por jóvenes, nativos digitales que han redefinido la manera como se comprende y nos comprendemos en el mundo. No son la quinta maravilla, son necios y berrinchudos y su manejo del la información es precipitada, torpe, llena de vericuetos. Pero eso no importa, en realidad. Debo admitirlo, o mejor dicho, en el sentido tradicional y en el peso cultural de la generación de la que provengo (la generación del asco, la generación de la crisis perpetua, la generación de la clase media instalada en México, los que nacimos en los 70), algunas formas de organización y de comprensión y análisis de todo el espectro y todas las implicaciones del movimiento, estos muchachos se lo pasan por el arco del triunfo. Qué bueno. Es una ternura salvaje, para algunos soberbia, por pragmática e impulsiva, pero que los ha llevado lejos hasta ahora.
Y al parecer, los llevó más lejos de sus expectativas, en la ciudad de Mexicali, ya que se reunieron por miles, sí, miles de jóvenes en protesta de algo, una cosa multiforme, diversa, que se concentra en los resultados de las elecciones y en toda la serie de espectáculos bochornosos de nuestra clase política, pero que, desde mi punto de vista, está diciéndonos, a gritos: No nos gusta cómo son las cosas hoy.
Caminé con ellos, al lado de ellos, paralelos a su marcha, viendo desde la distancia aparentemente fría y poco comprometida del escritor, y me pude dar cuenta de algunas cosas. La primera de ellas, es la noción de multitud, la que se vive de frente: se necesita una mente demasiado cínica o de pose nihilista para no conmoverse por lo sucedido. Me queda claro que muchos adultos no los entenderemos, no del todo. Me queda claro también, que la mayoría de estos muchachos son estudiantes universitarios, de distintas instituciones, muchos miembros de la clase creativa (artistas, diseñadores, comunicólogos, sociólogos, arquitectos, músicos, artistas autodidactas, curiosamente, aquella clase con poca representatividad social, ya que difícilmente tienen definida su posición en la dinámica económica de su entorno), y que a lo largo de los últimos tres a cinco años, han construido un aparato crítico no convencional, lleno de fuentes y referencialidades que van desde la teoría de la conspiración a los libros de Chomsky, hasta una serie infinita de videos y videos y más videos que testimonian toda una serie de catástrofes e injusticias alrededor del mundo. Esta no es formación intelectual de biblioteca, es una mezcla de información flotante y efímera de las redes, mezclada con un sentido de ocupación de los espacios urbanos. Por lo menos en Mexicali, estas generaciones están aun más concentradas en convertir a la ciudad en un espacio habitable. Sobre la base de todos estos elementos conformaron una voz, voz múltiple que busca ser representada, y que a través de su manifestación, pueden lograr cosas. Quizás, cosas que nosotros no pudimos lograr. Eso puede darnos envidia.
Sin embargo, mientras veía a toda la chamacada, jubilosa, eufórica, contenta, aguerrida, me pude percatar de otra cosa: al otro lado de la calle, caminando en silencio, o suspendidos con sus caras largas y lánguidas en la parada de autobuses, una serie de muchachos, de la clase trabajadora, con sus camisas del Pockets o de Sprint, operadores de maquilas o meseros del sector servicios, viendo desde lejos y absortos en sus propias preocupaciones. Me pregunto qué sucedería si esa parte de allá, la marchante, se acercara a la parte de acá, la fuerza productiva de la ciudad, para dialogar, para buscar un bien común. Si eso sucede, TODO puede suceder.
2 comments:
La clase trabajadora también se uniría, pero ya está cansada de marchar, se necesita pasar al próximo nivel, históricamente las marchas no logran nada, no pasa nada si marchas !!
muy buen diagnostico y propuesta, se discutira en la siguiente asamblea. Cada vez somos mas, la inercia del movimiento atraera por su gravedad a los demas.
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