10.11.04

Duchampiana 011

Imposible insertar en el conexto de la frontera una propuesta duchampiana. Aquellos que lo han abordado, lo hacen desde la idealización de una figura, el personaje Duchamp, no desde su particular acomodamiento en el mundo como una de las ideas humanas volcadas al lenguaje del arte que han existido. En Duchamp todo se produce a través de líneas de fuga, interconexiones, asociaciones que, en el ejercicio de la indeterminación, terminan estableciendo un orden, ahí donde eros, civilización, progreso y el ser humano-máquina-proceso, juegan al juego de entenderse en el tablero que señala una existencia imbricada que perdió su rumbo.

En la frontera, todo es inconexo, inmediata figuración del entorno, aislada de todo sistema. Un sitio donde se producen situaciones, momentos, campos narrativos desde donde permea la experiencia poética. Cuando descubramos los hilos que tejen y entretejen las tarimas de nuestro entorno, entonces podemos encontrar a Duchamp. Los pocos intentos que se han hecho por abordar la visión duchampiana en la frontera, han sido meros ejercicios de emulación a través de referencias ambiguas: el catálogo, una que otra cita del autor, o la simple imagen iconografiada del artista.

Esto es bueno y malo a la vez.

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