24.12.15

Mis libros del año

Sin orden de importancia

1. Un cuadro de Julio Orozco, compuesto de 16 cajitas en cuyo fondo se encuentra el recorte de un cielo pintado, sobre un lienzo que fue comprado a artistas comerciales. 16 cielos pintados, distintos, similares, un paisaje construido en la colectividad involuntaria

2. Un estudiante de arte leyendo poesía sobre la muerte en la sala de espera de un hospital

3. La respiración de Cecy cuando duerme, las voces de sus personajes imaginarios que aparecen cuando se arregla para ir a trabajar

4. El recuento de todos los baches en los que caí, mientras transité por la ciudad y las carreteras de sus alrededores

5. Pesadillas sobre el inescapable infierno de nuestras aldeas virtuales,  y sus turbas iracundas que sacrifican al primer sujeto que comete una estupidez

6. Ver en otra persona tu reflejo, y que a esta otra persona le pase lo mismo, descubriéndonos espejos de nosotros mismos

7. El hoyo que hicieron en el césped, en el centro de ese círculo donde estábamos todos los que realizábamos esa práctica de performance, y que fue el detonante para que todos hiciéramos algo con él, algo íntimo, único, personal, el hoyo convirtiéndose en el epicentro de aquel universo que contiene temores, corajes y silencios

8. El señalamiento en la carretera donde aparece un coyote aullando

9. La historia detrás de todas las miradas que vi en todos los selfies que vi publicados este año, y cómo muchas de estas miradas no te cuentan la verdadera historia, o no te la cuentan completa, o tienen deseos de contarte otra historia, porque la historia real es inconsecuente

10. La promesa de regalos que no llegan, premios que no recibimos, y buenas noticias que tendremos que esperar a que lleguen después, porque este año simplemente no llegaron, así como la conciencia de que esto le sucedió a la mayoría de la gente en este mundo

21.10.15

La cuestión fundamental tiene que ver no con la desobediencia sino con el desvanecimiento del concepto de obediencia. Se anula la historia, se anula todo margen de verdad, y podemos plácidamente vivir en la verdad pura de la ficción. Hay que dejar de comprender la obediencia como tal, desobedecer el concepto de obediencia, para que las cosas comiencen a comportarse de manera inadecuada. Necesitamos que las cosas dejen de comportarse como tal. Aun podemos comprender esa necesidad, si el cielo sigue siendo cielo, si las caricias siguen teniendo el potencial de ser cachetadas, si todavía podemos imaginar a dos policías besándose, creo que podemos imaginar una salida. ¿Para qué queremos salir? Para encontrar nuevamente las puertas de emergencia. Ya no las vemos. Vemos oro y vemos estrellas. Vemos el correr de los días como vemos el traslado de nuestras huellas digitales por las distintas superficies digitales de nuestro mundo. Todavía hay un margen para la imposibilidad. Me gusta que las cosas dejen de comportarse como tal. Como cosas. Me gusta que el texto se desmorone en un sinsentido que sólo puede corresponder al aroma de un pasado remoto. Algas. Pies descalzos, guijarros incrustados en los dedos. La sensación de que el dolor en las plantas de tus pies te remite a la violencia pura de la naturaleza. Las cosas son mejor cuando dejas que se comporten como les dé la gana. El pensamiento siempre será ilegible. Dos tres cinco diez pensamientos pasajeros se dieron a la fuga mientras escribía esto. La intolerante fugacidad de aquello que jamás se detiene en el pensamiento. Las palabras no son fotografías. Son una huella que pone de manifiesto la derrota del lenguaje, y la subsecuente celebración del dicha derrota. Prefiero mil fracasos a un abundante éxito lleno de vacíos. Nadie conocerá las historias de mis abuelos, ni la de los abuelos de nadie, porque el tiempo los desapareció y ahora no son nada más que el recuerdo de la saliva de una de ellas o el tallado de su nombre en la loza de concreto en la casa donde creciste. La vida sigue siendo orgánica y artesanal. Todos salimos de casa dispuestos a no regresar, dispuestos a volver con las armas ensangrentadas y una posible sonrisa que acarreas en tu rostro desde que tu sangre se fusionó con la de tantos ancestros como cosas. Cada cuerpo un edificio derrumbado, cada exhalación el humo de la desesperada extinción de tu tiempo. Recuerdo cuando trabajar significaba una forma de danza, cuando el movimiento era la inscripción de una sagrada y alegre resistencia. Ya no resistimos. Ya las cosas vienen acompañadas de su frágil firma digital. No hay cosa más linda que ver a un sujeto o a esa extraña noción de imperio caer. Los imperios caen como cosas que arrojas a un acantilado. Las lágrimas, el inútil recurso para declararte incompetente en el sutil vaivén de la experiencia. Tenemos prohibido descansar. 

5.10.15





Una reseña lírica de Constellation

Todos debemos tener la oportunidad de hablar sobre aquello que nos anima a vivir. Por animar, me refiero a aquello que te impulsa a hacer algo que conmueva, que cautive, que te desnude, que te lleve a ese plano similar al del artista, de aquella persona que desnuda las emociones de quien lo escucha, lo ve, lo lee, lo percibe moviéndose en el escenario. Estas son las sensaciones que nos llevan a un origen por siempre incierto: el resultado de una serie sucesiva de organismos naturales que por azar y por magia deciden conformar estos cuerpos que somos. Dotados de lenguaje, olvidamos que nuestra composición está hecha de toda suerte de vitalidad natural: hierbas, minerales, agua, calor, tierra, lluvia, barro, trueno y viento, el odio susurrado al oído, una vieja nota de periódico, aquellos ojos que una vez despertaron hace cinco mil años o hace diez, y que luego vinieron a reconstituirse y posarse en tus ojos y ahora te toca a ti, la extraña, breve y quizá absurda oportunidad de revisar las delicias y brutalidades de este mundo. 

Somos otros huesos y somos todos los huesos de la historia, somos la historia en perpetuidad, somos el pedazo de tela que una vez sirvió de frazada para cubrir el cuerpo de un infante o de un anciano o de una planta o de un animal feroz pero moribundo, que luego se volvió a integrar en los nutrientes del planeta para ser moldeado a imagen y semejanza de ese tú que sólo serás por un momento. Somos descomposición y recomposición eterna. A veces sonreímos, a veces se nos olvida que estamos hechos del mismo material con que está hecho el resto del mundo. Somos lo que fueron los volcanes, somos lo que fue una risa en la boca de la mujer que nuestros padres amaron, quizá por un momento de calentura, quizá por esa eternidad que uno de ellos carga melancólicamente en su ceño. Somos ese canto, somos ese tallo que se eleva imposiblemente a pesar de las inclemencias del tiempo, para decir

yo. 
estoy. 
aquí.
y ya.
no estoy.

Y nunca es para siempre y a veces sentimos que nunca somos del todo ciertos. Que somos de mentira y que flotamos en un espacio. Por ello, la bendita soledad de los audífonos. En ocasiones nos desmayamos y en ocasiones nos quedamos hasta las seis de la madrugada contemplando el cielo, preguntándonos, “¿cómo veían nuestros antepasados al espacio exterior?” “¿Cómo se entendían los planetas antes del cine?” “¿Qué clase de mapas servían para identificar ese detalle minucioso del universo que somos, sorpresiva, agresivamente, nosotros?”

Estas nociones producen una supuesta contradicción: una infinita tristeza que no puede más que sentirse gozosa. La tristeza también es una fuerza, que nace no del hartazgo ni de la abulia, que nace no de la frustración y del ninguneo, sino de la imposibilidad de comprender el sufrimiento en medio de tanta belleza.

El mundo sigue siendo bello, a pesar de todo. Y creo que ese es el espíritu que anima al nuevo disco de Fax, Constellation

El dolor convertido en aire del Pacífico. Nutrias distantes. La lágrima que seca el aire del valle. Espigas inventadas por la mirada a mitad del camino. La vida como incesante sonido de neumáticos en la carretera. Ver el polvo de estrellas en tu mano. Recordar lo que ella/él te hicieron sentir esa tarde de verano. El aroma de una paleta de corazón en las yemas de tus dedos. El instante que dejó de importarte si se fugaba justo al momento de vivirlo. Soñar que estás soñando despierto. Despertar con tu nariz en la nuca de aquella persona. La sensación muda al salir de una sala de cine. Internarse en un antro con todos tus miedos y tus oídos tapados. Pensarte sonido. Pensarte movimiento. Pensarte como tan sólo un fragmento de ese todo que, siempre, siempre, será esa vida inexplicablemente triste. 

7.9.15

Migraciones  

La historia de nuestra era es la historia de las migraciones. Antes los seres humanos nos manteníamos circunscritos al horizonte que pudiera ver nuestra mirada en lontananza, sin la menor sospecha de lo que ocurría en otras latitudes, salvo lo que disponían la aventura, la fantasía y los relatos de viaje. Los libros eran los únicoqs que nos permitían migrar a otras partes. Antes viajábamos a través de los libros. La Mancha, Katmandú, el Nilo, Shangai y el Continente Oscuro eran sitios descubiertos en medio del desvelo, una mirada lectora que sólo podía soñar con la posibilidad de vivir en carne propia las pulsaciones e imaginarios de esas geografías. Pero luego las vicisitudes de la historia, y ese relato creciente de pueblos que salen desterrados de sus orígenes, los impulsaron a habitar otros espacios. Pasamos del caminar al andar a caballo, a la diligencia a la navegación al ferrocarril al vuelo continental a las carreteras físicas, convertidas hoy en día en carreteras del universo virtual, ahí donde vemos todos los días el grado cero de los procesos migratorios. Las distancias se hicieron cortas y las maneras como podemos compartir las delicias e imaginaciones de otros espacios, se volvieron cada vez más inmediatas, más extendidas, menos alojadas en la imaginación de quien posiblemente escribiera la crónica de un sitio desconocido.

Las vicisitudes de la historia trazaron diásporas perpetuas, que surgieron como una especie de sabia y trágica naturaleza humana, abriéndose paso por otros mundos, otras realidades, sometidos a constantes procesos de adaptación y supervivencia. No somos distintos a distintas clases de aves, a distintas clases de insectos, de plagas, de virus y enfermedades, a distintas clases de especias (canela, sal, pimienta, paprika) que deambulan por los territorios de este mundo en busca de sustento, alejándose de inminencias climáticas o de acechos constantes, muchas veces perpetrados por los mismos organismos migratorios. La historia de nuestra era es la historia de constantes migraciones hacia lo desconocido, hacia la promesa, hacia el encuentro con el otro que es hostil, el otro que es otra cosa, el otro que es abrazo o rechazo. Es la más intensa muestra de amor humano a la que se ha enfrentado la civilización moderna, y por eso, también es la muestra de intolerancia más feroz que la humanidad haya experimentado. El amor puro, el fraternal, resguarda a su vez el más intenso de los odios, el odio hacia lo que no se quiere compartir: el aire, la tierra, el agua y el fuego. 

La historia de las migraciones no se detiene en el simple traslado de cuerpos de un territorio a otro. Con ello vienen otras clases de migraciones. Creo que la humanidad nunca había vivido una experiencia tan rica y a la vez tan compleja. Ya que junto a nuestros cuerpos migran hábitos y costumbres, aromas e idiomas, recetas de cocina y modos de aprovecharse de las circunstancias. Con nuestros cuerpos migran las distintas formas de declararse amor, así como las distintas formas de manifestar el odio y la discrepancia con las “otras formas de convivencia”.

Han migrado nuevas formas musicales y nuevas formas de matar ganado, han migrado miles y miles de maneras de usar la harina, de manipular el grano, de colorear un libro con crayolas y de colorear los ingredientes de una botana para los viernes por la noche. Han migrado clases de chocolates de todos los rincones y de todas las dulzuras, migran distintas formas de decorar el porche de tu casa. Migran las historias de abuelos que se mezclan con las historias de abuelos de las tierras a donde migran los cuerpos. Migra el licor y migran las canciones de los trabajadores. Migran las distintas formas de melancolía. La melancolía es el canto migrante eterno de los que ven su pasado a pérdida, a la distancia, lejos de esas calles y esos semáforos que dirigen el tráfico de una ciudad desconocida para sus ojos. Migran las formas de la democracia y el totalitarismo, las formas de creer y crear una religión y de destruir las creencias y creaciones de otras religiones. Migran también los colores de las telas, migran los bailes y los ritos funerarios, migran los postres y las discusiones de café. Han migrado los zapatos, los pantalones, las camisas y los sombreros de toda clase de países. Han migrado distintas maneras de higiene personal. Ha migrado también el modo como nos enfrentamos a la tecnología, intercambiamos y mezclamos las maneras como un avance es absorbido y aplicado por otra cultura. Han migrado las uvas que inventan y reinventan los sabores del vino, así como las formas de narrar la injusticia, el deseo, la intolerancia y la pesadumbre de la vida, desde las miradas y las palabras de personas insertas en el recuerdo de sus lugares de origen. Migran y se comparten todas las maneras posibles de decirle chinga tu madre a los regímenes que nos gobiernan. Migran las formas de representar al cuerpo, de entender la desnudez y la belleza, migran las distintas maneras de decir “yo”, y las distintas maneras de hacer bailar a ese yo. Migran nuestras miradas de un país a otros, de una naturaleza a otra, de una barbaridad a otra, con el simple movimiento inquieto de nuestros cursores.


Migran los perfumes y los aceites, migran las drogas y los tintes de cabello, las perforaciones en el cuerpo, migran las dietas de un territorio a otro, migran cuerpos amorosos y adoloridos por el trabajo y la esclavización. Ya no hacemos café: hacemos capuccinos, espressos, lattes, cortados, americanos, turcos, griegos, de olla y de calcetín. Hacemos burritos, hamburguesas, pitas y hot dogs en la misma fiesta. Tomamos ambers, lights, IPA’s, stouts y Irish Reds como si todas estas confecciones se hubieran inventado en una misma época y lugar. Han migrado todas las clases de salsas y aderezos que ni siquiera pudiera imaginar el más fastuoso de los Reyes de la gran (y ahora decadente) Europa. Migran las perversiones sexuales y los deseos frustrados. Migran toda clase de jugadas fubtolísticas, exportadas e importadas a las estrategias de juego de todos los países que celebran la fiesta del fútbol. Migran hoy en día más poemas de los que jamás habían migrado antes en la historia de la humanidad. Migran los árboles, migran las flores que brotan en espacios antes insospechados. Migran las distintas maneras de describir las estrellas. Migramos todos, en silencio, hacia todos los rincones de este planeta. Migran hombres y migran mujeres, migran niños que se convierten en hombres y niñas que se convierten en princesas de castillos hechos con la arena de mil desiertos. Migra la maldad y migra la corrupción. Migra la impunidad y la muerte injusta. Migran cuerpos que no llegan a ese destino que de todos modos era incierto. Migra toda clase de tatuajes, plataformas políticas y modos de dibujar un mapa en la palma de tu mano. Migran las groserías y los distintos modos de llamarle pollo al pollo, carne a la carne y lechuga a la lechuga. Migramos como pájaros sin rumbo, parvadas temerosas que llegan hambrientos a las líneas fronterizas. Migran las lágrimas y migra el sentimiento de ahogo. Migran las nubes de lluvias ácidas que reposan en sitios desconocidos. Migran los nombres de otros objetos, otras comidas, otros platos, otros programas de televisión, otras maneras de disfrutar un guapango o un buen tablao flamenco. Migramos tú, yo, él, ella, ellos, ustedes y nosotros. llevamos en nuestras vasijas las voces de una tierra que una vez fue la promesa de una vida plena. Migran cientos de millones de miradas que, siglos y siglos antes, solían quedarse sujetas a sus propias tierras, a sus propios dioses, a sus propios sueños. Migran estos cientos de millones de personas, con los ojos cerrados, con la esperanza de que, al abrirlos, la pesadilla haya terminado. 

7.8.15

Los usos del cuerpo

[para gritarlo desesperadamente por las noches en medio de la calle]

Esta noche quiero hablarles del cuerpo
mi cuerpo, tu cuerpo, su cuerpo, el cuerpo ajeno y el cuerpo de todos
el cuerpo como huésped
el cuerpo sangre
cuerpo historia
cuerpo vida entera
que se entrega
al mundo entero
hasta que el cuerpo entero
descansa y desaparece
suspendido en el tiempo.

Lo más maravilloso de un cuerpo es que puede nacer:
camina a tientas por los contornos informes de la realidad
observa atónito a su alrededor
ahí donde todo es posible
donde nada es imposible
y donde todo lo marca con un llanto o con una sonrisa
es el cuerpo sueño
el cuerpo que lo puede todo
y de ahí en adelante
comienza la aventura
el dolor
el placer
la felicidad
la angustia
el amor y la muerte
de ahí en adelante
tu cuerpo te usa y tu usas al cuerpo
de ahí en adelante
todo es desde el cuerpo

puedes cubrirlo de besos y saliva
puedes estirarlo y encogerlo
arrastrarlo y envolverlo en pliegues y hojas de árbol en otoño
puedes darle cachetadas ligeras en las nalgas
puedes cargarlo
verlo a los ojos
a esos ojos que por el momento lo ven todo sin ver nada
puedes llamar al cuerpo para que venga
puedes morderlo con delicadeza
puedes ver cómo el cuerpo crece en su búsqueda por acercarse al cielo
puedes dejar que el cuerpo vea las estrellas
puedes dejar que el cuerpo se vea en el espejo
puedes dejar que el cuerpo vea a otros cuerpos
desear al prójimo
desear lo propio
subir a los árboles
y al caer romperse una pierna
puedes dejarlo sentado en una silla
o dejar que el cuerpo corra cuesta abajo
cuesta arriba
en una planicie
en un bosque
en una pradera
en medio de esos desiertos que nunca tienen nombre
puedes dejar que el cuerpo tenga sed
que el cuerpo tenga hambre
dejar que tu cuerpo abra la boca para ingerir alimentos
fresas
carne
sesos
vino
cerezas  
o dejar que se seque tu boca con una hogaza de pan
o dejar tu cuerpo con hambre
o dejas abandonado a otro cuerpo para que muera de hambre
tirado en el suelo, cuerpo sin nombre
una imagen que corre el mundo
de tu cuerpo sin nombre que muere de hambre
en los desiertos sin nombre
de esos lugares recónditos donde la gente nació para morir de hambre
o puedes sumergir tu cuerpo en las aguas de un manantial
sumergir tu cabeza hasta perderte
nadar a contracorriente
o en el fondo de una alberca
dejar que el cloro impregne tu piel
salir a tomar aire
¿recuerdan lo fresco que es el aire cuando sale tu cabeza después de sumergirte en el agua?
puedes dejar que tu cuerpo camine
se resbale
tropiece
se tumbe al suelo
se tuerza un tobillo
se caiga irremediablemente en un barranco
puedes esforzarte por volver a subir a tierra firme
escalar esas piedras que te llevan a la cima de la montaña
sentir una herida en tu rodilla
un morete en el muslo
una cortada en la palma de tu mano
un golpe en el dedo meñique con la esquina de la cama
puedes meter tu cuerpo en las sábanas y sonreír a plenitud después de un día hostil
puedes acariciar al cuerpo ajeno
el cuerpo deseado
puedes besarlo
¿qué extraños son los besos, no?
¿qué hermosos son los besos, no?
labios mordidos
labia mordida
el olor de una nuca que resguarda todo el sentido de tu historia
puedes escuchar el latido de otro corazón
luego el tuyo
luego el de otro
y de otro
y puedes poner la palma de tu mano en el pecho de otro cuerpo
sentir la palpitación
sentir la fragilidad
de esa vida adentro de ese cuerpo
puedes ver los cuerpos danzantes
los que cruzan avenidas
en carros comprados a crédito
los que andan en bicicletas que desafían los vericuetos de un tráfico salvaje
o los que están estacionados en los semáforos para hacer piruetas a cambio de monedas o de una sonrisa
los que descansan en los bancos de parques
o se sientan vencidos en los asientos de camiones
en las cajas de Pick Ups
rumbo al campo
para agacharse y estar cercano a la tierra mojada
para dibujar callos en las manos
para guardarte tus historias y contarlas en otro momento
puedes cargar sacos de arena y harina
puedes destrozar tu espalda porque tu hijo tiene que estudiar
esperar el momento adecuado del día para que tu cuerpo suspire
no de esperanza sino de agotamiento
puedes dejar que tu cuerpo llore
que tu cuerpo escupa
que tu cuerpo se abandone a sí mismo
dejar que un torrente de químicos invada tu cuerpo
te lleve a otro destino
ahí donde reptas ahíto y le gritas a la luna
mientras unas torres de bocinas palpitan la estridencia electrónica de los tiempos
puedes dejar que tu cuerpo grite en silencio
un grito de goce
un espasmo de vida
o 100 mililitros de líquido ambarino corriendo por tus venas
puedes dejar que tu lengua se despida del ánimo
o seguir escalando montañas de cimas eternas
puedes dejar que el cuerpo del otro te maltrate
te maldiga
o se apiada de ti
puedes tirarte en la calle
y levantar tu brazo a la cercanía de propios y extraños
porque sólo quieres una moneda
una moneda para la supervivencia de un cuerpo
que dejó de deambular con esos otros cuerpos
los que transitan las calles
con los ceños fruncidos
pensando en la última fechoría
de su feroz gobierno aplastante
cuerpos que ven la tele y ven las noticias
y al siguiente día se reúnen con otros cuerpos
para trabajar en oficinas
donde corre siempre el aroma incierto del silencio y la tinta gris
del silencio y la vida gris
del silencio y la mirada gris
del silencio y el silencio gris de la vida
encerrado en tu cubículo
componiendo al mundo
mientras descompones tu cuerpo
lo cargas de azúcar
lo cargas de sal
lo cargas de molestias
lo cargas de angustia
tu cuerpo encorvado
el que siente el alma despedazada
y que espera los fines de semana
para imaginar otros mundos posibles
que jamás sucederán
puedes estirar tu espalda
estirar tus piernas
abrir las piernas de otro cuerpo
recorrer con tu lengua la piel de otro cuerpo
o rezar por el cuerpo ajeno
ungirlo en aceite y despedirlo
cuando los trabajos internos del cuerpo
no resisten la enfermedad
puedes hospedar un virus en tu cuerpo
y sentir cómo el virus se adueña de ti
puedes perforarlo
puedes hincharlo
puedes hacerlo crecer
los músculos protuberantes o la barriga como concha de tortuga
puedes ponerle tatuajes en los omóplatos
trazar una línea del tiempo en tu columna vertebral
puedes hacerle leves tajadas con una navaja
o marcar tus ojos con delineador
puedes contar la historia en la constelación de lunares del cuerpo ajeno
sentir el aliento del otro en tu cuerpo
hinchar tu cuerpo con el aire del campo
arrojarlo a las aguas de una playa
nadar hasta que tu cuerpo es un punto fundido a la línea horizontal del mar
puedes dejar que tu cuerpo desee a otro cuerpo de tu misma condición
cuerpos blancos, cuerpos blandos, cuerpos morenos, amarillentos, pálidos, rosáceos, cuerpos negros colordenoche, cuerpos relucientes, tersos, gruesos, cuerpos de poros abiertos de pieles sedosas, cuerpos chinos, mexicanos, gringos, italianos, alemanes, cuerpos coreanos salvadoreños argentinos colombianos, cuerpos cubanos dominicanos, cuerpos franceses ingleses irlandeses, cuerpos difuminados en la historia de los cuerpos, los cuerpos que hemos sido desde el inicio de los tiempos, podemos ser estos cuerpos y estos cuerpos pueden ser todo para nosotros
pueden ser los cuerpos de la libertad
los cuerpos del asco
los cuerpos de lo innombrable
cuerpos indómitos
que descansan flotando en un lago bañados de luna
o que se descomponen anónimos en el fondo del mar
al final de un desbarrancadero
envueltos en sábanas
sus partes dispersas
sus rostros borrados
sus miradas ausentes
cuerpos que vemos bailando en las noches
o que duermen durante horas y horas
sin saber los sueños que dentro de ellos viven prisioneros
cuerpos dominados por la risa
abrumados por el espanto
debilitados por el llanto
cuerpos que pudieron ser
cuerpos que son
cuerpos que se acarician
se besan
se apretujan
la saliva se mezcla
se envuelven sus piernas
se estimulan los sexos
se mueren poquito
o se mueren para siempre
cuerpos que descansan con sus ojos cerrados
y sus labios pintados
cuerpos mujer cuerpos hombre
cuerpos animales
cuerpos que rasguñan la piel
o que se aferran al piso
cuando son arrastrados
cuando son llevados a la fuerza
cuerpos amarrados a una silla
cuerpos golpeados sin un propósito
macerados sin propósito
encadenados sin propósito
desmembrados sin propósito
torturados sin propósito
decapitados sin propósito
incinerados sin propósito
cuerpos con miedo
cuerpos que no entienden
por qué la vida tuvo que ser así
cuerpos desvanecidos
cuerpos que caen vencidos cuando el golpe es muy fuerte
cuando el balazo fue certero
cuerpos sin nombre que se unen a la numeralia de terror en nuestro país
cuerpos que pudieron haberse quedado callados
pero no callan
porque los cuerpos no pueden, no deben callar
nunca.



23.7.15

Otras maneras políticamente correctas de referirte a los indigentes (aparte de "personas en situación de calle"): 

Personas en circunstancia callejera

Personas de hogar improvisado

Personas de entornos grisáceos

Personas alertadoras de clases medias asustadizas 

Personas que habitan recovecos comerciales que una vez fueron exitosos

Personas que el viento del capitalismo salvaje se llevó de corbata

Personas históricamente insertas en la vida diaria

Personas fotografiables (sobre todo en tonos sepia) 

Personas en situación de cabellera abundante y pájaros en sus sueños

Personas amantes del asfalto

Personas reutilizadoras de ropa, periódicos, comida y mitos de compañeros fallecidos

Personas de calzado natural 

Personas acumuladoras de la culpa ajena

Personas que fingimos que son poetas

Personas como tú en tus peores pesadillas 

Personas físicas con actividades empresariales de autogestión (uds. saben, el SAT está en busca de todos)

Personas acumuladoras de deseos rotos

Personas catalogadas dentro del estúpido rubro de "espíritus libres" (ya, superémoslo: nadie es libre)

Personas romantizadas por el indignado "cursiconsciente"

Semáforos de la realidad (ref. escena de Tom Waits en The Fisher King)

16.7.15

Cosas que descubres 
cuando atiendes el jardín de tu casa. 


1. Por encima de todas las cosas, la naturaleza se manifiesta en una constante lucha de poder, dominio y supervivencia: hojas nacen, ramas se extienden para abrirse paso, distintos tipos de insectos se resguardan del sol y de sus cazadores, las grietas son el trazo que el agua y la temperatura dibujan en la loseta; una araña por la noche se alimenta de una palomilla indefensa, dos perros tratan de encontrar su sitio mientras el ser humano que soy yo está arriba de una escalera recortando la cabellera de los árboles. 

2. La verdolaga que anteriormente se cosechaba en estas tierras es implacable, insistente. Una fiel muestra de que, igualmente, todo en la naturaleza es resistencia. O necedad. 

3. A los cuarenta y cuatro años de edad, todavía puedes perder ese miedo a las alturas que te acogió durante toda tu vida. 

4. Los tinacos guardan las marcas de la historia doméstica que has construido en tu hogar: pintura, rasgaduras, una parte ligeramente quemada por un cerillo que usaste para encender el viejo calentador --ahora reemplazado por un boiler-- aquella mañana de viento fuerte que te impedía tener agua caliente para el baño. 

5. En estas tierras, se gesta una constante disputa entre sol y sombra. Ambos son nuestras guías, nosotros sólo seguimos o evadimos sus pasos. 

6. Nada más gozoso que el sudor de un trabajo que se hace con una mezcla de amor y necesidad. 

7. A los cuarenta y cuatro años, todavía puedes mantener la mayoría de las fobias a la naturaleza que has tenido desde que tienes uso de razón. 

8. Lo más importante de cualquier jardín es la diversidad. Lo cual me lleva a pensar que la diversidad también es lo más importante en la sociedad. Debemos sentir la obligación moral de mantener la diversidad de las especies, de la flora y la fauna que crece a tu alrededor. Debemos sentir, también, la obligación moral de mantener la diversidad en nuestras creencias, opiniones y conceptos del mundo y de las personas. Esto no quiere decir que debemos mostrar el amor más absoluto a toda posible manifestación de vida, porque claro, hay manifestaciones que atentan contra ella. Pregúntenle a personas como Angela Merkel. 

9. Por alguna razón, Lo que sucede en nuestros jardines es un microecosistema de lo que sucede en el resto del mundo. En tu condición de líder totalitario de ese pequeño mundo, tu obligación es reconocer que el orden social siempre estará supeditado al orden natural. Abajo de esos cimientos y abajo de esa tierrra y abajo de esas plantas y hojas secas, hay un poco de nosotros mismos, enterrado hace siglos, queriendo salir a la superficie. 

10. Mientras más conozco mi jardín, más entiendo el concepto de rizoma de Deleuze y Guattari. Más entiendo, también, que la filosofía no debe dejar de hacerse las preguntas permanentes sobre la existencia y el sentido de la realidad. 

11. Las Mantis religiosas nos empequeñecen, por su estructura, por su gracia, por su confección, por el modo elegante con el que se insertan en la realidad. Me hacen pensar en la delgada y confusa línea entre el respeto y el miedo. Rompes esa delgada línea, y descubres que el miedo a nuestros líderes políticos nada tiene que ver con su pose ni su elegancia. 

12. ¿Por qué la naturaleza es la representación de la lucha del poder y la supervivencia? Porque la naturaleza, como los seres humanos que gozamos de un modicum de libertad de acción y pensamiento, estamos conscientes de nuestro deterioro. 

13. Conciencia y lenguaje es lo único que tenemos los seres humanos. Todo lo demás son sólo ramas sin rumbo. 

14. Las espinas de los mandarinos son implacables en su capacidad para recordarte que el mundo es un peligro constante. Creo que recordaré esto durante todo el día, o mientras siga sintiendo el piquete de una espina en uno de mis dedos meñiques, el que mantengo ligeramente separado del teclado, para poder escribir lo que en estos momentos lees.