Los chilenos están bien curadas. Tienen siempre la necesidad de racionalizar todo, o por lo menos de ponerlo como tema de argumento. He aquí un ejemplo: actores de telenovelas explican los porqués de aceptar contratos para hacer publicidad. . .
Paz Bascuñán
"Me interesa ser rostro de una multitienda porque es otra forma de trabajo. Tricot me hizo una propuesta atractiva, me interesaba el público al que estaba dirigido y es un trabajo remunerado. Me eligieron por mi credibilidad y cercanía".
Ximena Rivas
"Claramente es una entrada económica rápida y eficaz, pero además es un ámbito nuevo para mí y hay que ampliar los espacios de credibilidad. Me siento cómoda en la campaña de Tricot. Ahora hice un spot sobre crédito. Al contratar a un actor les resulta más productivo y eficaz. Para todos es atractivo".
Silvia Santelices
"Es estupendo. Quiere decir que la teleserie está llegando y mi personaje también. Estoy feliz de haber vuelto a la TV".
Diego Muñoz
"La motivación principal son las lucas. ¿Qué más va a ser? En todo caso es algo que uno no decide, uno no se presenta a un casting para salir en un comercial; son las diferentes marcas las que te llaman. Yo nunca haría un comercial de calzoncillos, por ejemplo. Pero si me ofrecieran 50 palos por hacerlo, acepto al tiro".
Catalina Bono
"Te eligen de acuerdo al perfil, y yo casi siempre aparezco con mi guitarra promocionando dormitorios y ambientes juveniles para Ripley. Pagan súper bien, pero igual yo recién estoy empezando. Tengo contrato por campaña".
19.3.05
17.3.05
Los días se suceden con el mismo descuido con el que dejas que el sueño te domine por las noches. Falsa renovación que descubres cuando te encuentras a ti mismo ejecutando los mismos movimientos en los mismos tiempos, donde acciones y pensamientos de pronto te encierran en un continuum que, por imperdible, se hace necesario. Definitivamente, mi segundo año en Santiago, igual y con todas las experiencias y espectáculos que se suceden con ese descuido del que hablo, es una farsa del año anterior.
Lo único que cambian son los estados de ánimo. O mejor dicho, el ritmo con el que van cambiando. A veces ya no comienza el desencanto los jueves por la noche, a veces comienzan un día antes, a veces hasta el sábado al mediodía. Creo, asimismo, que lo único que cambia realmente, o mejor dicho, lo único que me ayuda a transmutar a otro estado, es la escritura. ¡Vaya! No imaginaba qué tan dinámico puede ser este ejercicio tan ridículo de esperar que el lenguaje lo resuelva todo.
hoy se supone que debo ser una mezcla entre ee cummings y voltaire. a ver qué pasa.
Lo único que cambian son los estados de ánimo. O mejor dicho, el ritmo con el que van cambiando. A veces ya no comienza el desencanto los jueves por la noche, a veces comienzan un día antes, a veces hasta el sábado al mediodía. Creo, asimismo, que lo único que cambia realmente, o mejor dicho, lo único que me ayuda a transmutar a otro estado, es la escritura. ¡Vaya! No imaginaba qué tan dinámico puede ser este ejercicio tan ridículo de esperar que el lenguaje lo resuelva todo.
hoy se supone que debo ser una mezcla entre ee cummings y voltaire. a ver qué pasa.
7.3.05
Me encanta leer a narradores actuales, porque no tienen nada qué decir, y lo dicen. Porque renuncian a toda posibilidad de sublimación, porque en algún momento hablan de ese sentimiento de pérdida que descubrieron ccuando comenzaron sus "carreras literarias" (esto es, cuando fueron identificados por el campo, comenzaron a relacionarse con otros autores igual de desilusionados). Porque al final llegan a las mismas conclusiones: Todo vale, el artificio por encima de cualquier otra cosa, la metanarrativa como única escapatoria, el rechazo a cualquier construcción que hable de posibilidades más que de discursos.
Porque siempre tienen que citar/mencionar/divagar en torno a las grandes obras y sus imposibilidades (Stendhal, Proust, Kafka, Dostoievski, Cervantes) y porque al final del día, cuando dejan a un lado la autoconciencia del proceso escritural, no se dan cuenta que ellos mismos son los responsables de tanta muerte de autores y de obras, y terminan siendo otra semillita más en el lento proceso de convertir a la escritura, en un ejercicio para entretener a quienes se sienten solos y aburridos en las salas de espera de los aeropuertos.
Sí, la escritura es un ejercicio idiota e idiotizante. Pero no somos mineros.
Porque siempre tienen que citar/mencionar/divagar en torno a las grandes obras y sus imposibilidades (Stendhal, Proust, Kafka, Dostoievski, Cervantes) y porque al final del día, cuando dejan a un lado la autoconciencia del proceso escritural, no se dan cuenta que ellos mismos son los responsables de tanta muerte de autores y de obras, y terminan siendo otra semillita más en el lento proceso de convertir a la escritura, en un ejercicio para entretener a quienes se sienten solos y aburridos en las salas de espera de los aeropuertos.
Sí, la escritura es un ejercicio idiota e idiotizante. Pero no somos mineros.
3.3.05
A veces es bueno llegar a un plano en el cual ya ni siquiera te reconoces, desde el cual los comentarios que tienes sobre tu propia persona, son un invento o una simulación, y de pronto el personaje que eres se convierte en otro personaje, en uno que no quieres ser pero que de todos modos terminas siendo.
Acostumbro jalar con los dedos el lóbulo derecho. Más que un jaleo, es como un pellizco. Después de un tiempo, se va formando un callo, que por la misma ansiedad sigo pellizcando. Hace un par de días me vi en el espejo, y fue chistoso descubrir que el lóbulo ya está un poco deformado.
Lo mismo puede decirse de un gesto que he mantenido por más de cinco años. Al igual que el pellizco en la oreja, acostumbro morderme la comisura interior de mi labio, del lado derecho también. Cuando me vi en el espejo, me di cuenta también que la mitad de la cara la tengo como que más "jalada", debido a la inflexión muscular que produce la mordedura.
Cuando los gatos dudan, tienden a bañarse con la lengua.
Acostumbro jalar con los dedos el lóbulo derecho. Más que un jaleo, es como un pellizco. Después de un tiempo, se va formando un callo, que por la misma ansiedad sigo pellizcando. Hace un par de días me vi en el espejo, y fue chistoso descubrir que el lóbulo ya está un poco deformado.
Lo mismo puede decirse de un gesto que he mantenido por más de cinco años. Al igual que el pellizco en la oreja, acostumbro morderme la comisura interior de mi labio, del lado derecho también. Cuando me vi en el espejo, me di cuenta también que la mitad de la cara la tengo como que más "jalada", debido a la inflexión muscular que produce la mordedura.
Cuando los gatos dudan, tienden a bañarse con la lengua.
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