He estado pensando sobre la mala fortuna de los burros pintados de cebra en la calle Revolución de Tijuana. ¿Existen aun? No sé. Por lo menos aquí están, conmigo, en la memoria.
Una vez me le quedé viendo fijamente a los ojos, a uno de estos burros. No me quiso decir nada. Se mantuvo firme en su convicción de ser una vista interesante para los que pasajeramente convierten a Tijuana en un "escenario". Soy parte de sus luces, es lo que el burro parecía decirme. Dos alemanas se pusieron al lado del burro y se tomaron una foto. El dueño del burro sonrió. Yo me pregunté cuántas veces al mes había que renovar la pintura en el cuerpo del pobre animal.
Ni el burro ni el dueño quisieron decírmelo y, al no hacerlo, también me estaban diciendo
"Ooooh, usté no se priocupe. . .si las cosas son así es porque son así, usté nomás disfrute que aquí estamos, que nos puede ver. ¿Somos llamativos, edá? ¿Somos pintorescos, edá? pues, ¿sabe qué? nosotros también lo disfrutamos, nos gusta ser pelados de entre todo el mugrerío de personalidades que hay en el mundo. Esperamos pronto ser iconologizados, no sabemos si por un talentoso artista de los barrios altos de Tijuana, o si no, por algún sociólogo francés de visita, pueque por un poeta, en el mejor de los casos. Ojalá no nos olviden. Eso es lo que más queremos"
28.11.04
26.11.04
A veces lo que te llega de reojo cobra sentidos que no pensabas que iban a surgir. Acabo de ver el icono de entrada a mi blog que dice "change values", y ese estúpido signo en forma de engrane azul, adquirió más sentido conforme lo fui sopesando. Y todo tiene que ver con un par de impresiones que ocurrieron desde juera.
"Lo que pasa es que a México le iría muy bien una dictadura", fue lo que me dijeron, a lo cual respondí con mi usual retorticón del estómago y una interrogación que no lleva a la contraargumentación sino a un entendimiento acerca del origen de esa afirmación. Lo cual finalmente tampoco llega a nada, salvo a una afirmación que haces sobre la afirmación, y de pronto la cosa se pone tan compleja que mejor le das otro sorbo a la copa de vino.
Y luego descubro, desde lejos, desde el acá que siempre es un aquí diferido, me entero de lo que ocurre en México. Policías linchados. "¡Buuuuuu!", México anunciándose a los cuatro vientos como la presencia del terror tim burtoniano casi, ya que, cotorreando con un compa chileno, él me dice no creer cómo pervive la violencia en mi país. El mismo que, durante los disturbios del pasado 19 de noviembre, vio cómo unos policías detenían a un par de morrillos por andar de grafiteros post-motín, y que me dijo, "por lo menos ya no los acribillan como lo hacían antes". Tipo que a diario. En plena calle. Frente a todos. Como si fuera tan normal. "Así nomás, poh. . ." como dicen los chilenos.
Ahora resulta que el espectro de la violencia de las culturas tiene pliegues, se presenta como fantasmagórico o como el cinismo del día a día, dependiendo de donde estés.
No puedo negar que hubo un tiempo donde la violencia -y estamos hablando de esa manifestación donde el cuerpo humano servía de medio y soporte para representar el tipo de sometimiento que pervive en un tiempo determinado- era ejercida con cierto apego a una sensibilidad estética (se asume como tan frívolo lo que estoy planteando. No lo es), que a la vez se trataba de una sensibilidad hacia todo aquello que conectara al hombre con su entorno, donde reconocía, en toda la atrocidad que ahora leemos del acto, que su ejecución era producto y destino de la naturaleza de las cosas, donde desollar a una bruja en China era la consecuencia de un ritual apegado a lo que el cuerpo podía soportar dentro de los marcos de tolerancia que su propia noción poética de la existencia llegaba a soportar (digo, a las pobres tipas les daban opio para hacerlas sentir una mezcla de placer y dolor intenso) y donde la única manera que podemos abordarla, desde una perspectiva occidental, es a través de la noción de "lo exquisito-morboso-". Y cuando vemos a un pobre idiota siendo linchado en video, se reacciona perceptivamente con una actitud de reafirmación de que sí, nuestro México está bien piratón. Entonces, el mismo cinismo que veo acá en sudamérica. Pero distinto.
Pero luego te preguntan cómo es que México puede vivir en esas condiciones. Te llega de reojo un planteamiento que hizo Roberto Bolaño hace poco, sobre cómo México es la metáfora de una condición que puede verse reflejada en todo el mundo. Y entonces te avientas una risa bien pedro infantesca, le das un trago al viento, y dices: "pos sí. . ."
"Lo que pasa es que a México le iría muy bien una dictadura", fue lo que me dijeron, a lo cual respondí con mi usual retorticón del estómago y una interrogación que no lleva a la contraargumentación sino a un entendimiento acerca del origen de esa afirmación. Lo cual finalmente tampoco llega a nada, salvo a una afirmación que haces sobre la afirmación, y de pronto la cosa se pone tan compleja que mejor le das otro sorbo a la copa de vino.
Y luego descubro, desde lejos, desde el acá que siempre es un aquí diferido, me entero de lo que ocurre en México. Policías linchados. "¡Buuuuuu!", México anunciándose a los cuatro vientos como la presencia del terror tim burtoniano casi, ya que, cotorreando con un compa chileno, él me dice no creer cómo pervive la violencia en mi país. El mismo que, durante los disturbios del pasado 19 de noviembre, vio cómo unos policías detenían a un par de morrillos por andar de grafiteros post-motín, y que me dijo, "por lo menos ya no los acribillan como lo hacían antes". Tipo que a diario. En plena calle. Frente a todos. Como si fuera tan normal. "Así nomás, poh. . ." como dicen los chilenos.
Ahora resulta que el espectro de la violencia de las culturas tiene pliegues, se presenta como fantasmagórico o como el cinismo del día a día, dependiendo de donde estés.
No puedo negar que hubo un tiempo donde la violencia -y estamos hablando de esa manifestación donde el cuerpo humano servía de medio y soporte para representar el tipo de sometimiento que pervive en un tiempo determinado- era ejercida con cierto apego a una sensibilidad estética (se asume como tan frívolo lo que estoy planteando. No lo es), que a la vez se trataba de una sensibilidad hacia todo aquello que conectara al hombre con su entorno, donde reconocía, en toda la atrocidad que ahora leemos del acto, que su ejecución era producto y destino de la naturaleza de las cosas, donde desollar a una bruja en China era la consecuencia de un ritual apegado a lo que el cuerpo podía soportar dentro de los marcos de tolerancia que su propia noción poética de la existencia llegaba a soportar (digo, a las pobres tipas les daban opio para hacerlas sentir una mezcla de placer y dolor intenso) y donde la única manera que podemos abordarla, desde una perspectiva occidental, es a través de la noción de "lo exquisito-morboso-". Y cuando vemos a un pobre idiota siendo linchado en video, se reacciona perceptivamente con una actitud de reafirmación de que sí, nuestro México está bien piratón. Entonces, el mismo cinismo que veo acá en sudamérica. Pero distinto.
Pero luego te preguntan cómo es que México puede vivir en esas condiciones. Te llega de reojo un planteamiento que hizo Roberto Bolaño hace poco, sobre cómo México es la metáfora de una condición que puede verse reflejada en todo el mundo. Y entonces te avientas una risa bien pedro infantesca, le das un trago al viento, y dices: "pos sí. . ."
25.11.04
Esquizo-crónica de un desmadre anunciado.
Antes de lo que no va a ser el principio.
¡No! ¡Me niego rotundamente a hacerlo! ¡No quiero escribir sobre esto! ¡Voy a escribir sobre esto! Okey, lo haré, ni modo. Es lo que se hace: escribir.
Este no es el principio
Lo escuché hace poco, mientras estaba parado en la calle y pensaba en cuál de las baldosas fijar mi vista, para distraerme de todo lo demás: ya que la vida se nos presenta como un acontecimiento tras otro, con el paso del tiempo, éste pierde su espesor narrativo. Los hechos que ocurren en el mundo se presentan en crónicas periodísticas, donde se recuentan, a veces de manera obsesiva, los minutos que precedieron a, los posteriores a, los que sucedieron en medio, los que ocurrieron por dimes y diretes, así como una que otra brevísima reflexión por parte del que confecciona la crónica (quien piensa en espacios y tiempos periodísticos). Al no sentirse ni aludido ni implicado por el acontecimiento, al no sentir que incide en su persona, el espectador acude a otros formatos que le ayuden a “comprender lo incomprensible”. Para eso tenemos a los analistas, sujetos prestos y dispuestos a ir desmenuzando esos minutos y esas horas desde una perspectiva más “reflexionada”, esto es, desde una cierta autoridad que le otorga su posición. Y al final del día, después de ver el panel de discusión en la TV y enojarse por las insidiosas respuestas del tipo que pertenece al otro partido, ese que me cae de a madre, el bruto espectador se queda más confundido que antes. El problema es que no sabe qué hacer, desde el principio, con lo que ocurrió. Y el acontecimiento es una anécdota iniciadora de polémicas en la oficina o en la segunda ronda de tragos en un bar conocido por las piernas largas de una mujer llamada Lulú. O Marta. O Julián.
Este es el prólogo
El pasado 19 de diciembre, hubo una marcha en la ciudad de Santiago, Chile. Aproximadamente 40,000 personas (ya saben, números, números) fueron convocados por una organización llamada Foro Social Chileno (http://www.forosocialchileno.cl/ ) para protestar la presencia del presidente Bush en esta capital, así como para plantear un proyecto alternativo al que se celebraba en esos mismos días, la cumbre del Asian Pacific Economic Cooperation (APEC) donde 21 líderes de la franja del pacífico, se reunieron para tomar vino, comer salmón, y luego conversar sobre cosas empresariales, de esas que a muchos les da miedo, a otros no les importa, y a otros más les da en la torre. Al final, una fotografía donde todos los líderes aparecen vestidos con el traje típico chileno. Negocios y contactos, tratos y acuerdos, sonrisas debajo de la manga para no molestar al Primer Ministro de Vietnam por el tipo de loción que usa, y todo se acabó. Al final, cientos de detenidos, una docena de policías y uno que otro camarógrafo de televisora golpeados, así como un verdadero cochinero en el parque donde se celebraba la inauguración de la alternativa a la cumbre, el Foro Social Chileno. El parque que está justo enfrente de mi departamento.
Esta es una situación adversa para mí
Porque no quería escribir sobre este tema. Porque no le vi mucho sentido, porque en menos de dos horas la página principal de Yahoo! tenía una de esas notas efímeras que ponen en la sección de noticias al minuto, cuya duración en línea es de veinte minutos a una hora. Fotos y toda la cosa. Haces click al icono de “Refresh” en tu computadora, y la nota desaparece. Quise hacer click en el icono mental de refresh en mi cerebro al día siguiente. Y al siguiente día. Pero no pude. Ahí se quedó la nota. Mejor dicho, ahí se quedó la imagen de un tanque arrojando gas lacrimógeno frente a mi ventana, ahí en el mismo sitio donde estaba tratando de fijar mi vista en una de las baldosas en la calle. Es así como resuelvo hacer un recuento alterno y no lineal de los hechos. Agradezco la paciencia del lector en seguir esta serie de sucesos inconexos.
Y es por eso que comienzo
recordando que todo inició como una marcha pacífica. Y luego continúo con una frase que me dijo mi amigo poeta chileno Felipe Moncada, ya cuando todo el desmadre había pasado: “¿Cuántas fotografías se han tomado en Santiago, y cuántos minutos de video se han tomado?” Surgieron preguntas de burla después de esta, tales como “¿Cuántas cervezas se van a tomar en Santiago después de este disturbio?” y aunque la broma tiene su peso de significado, como que cortó la inspiración de Felipe. Pero tenía sentido su pregunta. Lo primero que me llamó la atención, antes de los disturbios, cuando caminaba por el parque y estaba rodeado de parafernalia anti-bush, así como de un escenario donde se presentarían bandas y todos tendrían oportunidad de decir su trozo de verdad, era la enorme cantidad de gente con cámaras: antes de salir del departamento, fui atacado por el yo paranoico, el que se sentía fuera de lugar tomando fotos con su camarilla barata donde todas las fotos salen de un tono verdoso, tipo álbum de familia de hace veinte años. Pronto me di cuenta que era el más mal preparado. Siempre había alguien enseguida de mí tratando de tomar la misma imagen que yo.
Me despreocupé
Y comencé a tomar fotos. Una escultura de la estatua de la libertad que habla mucho sobre la cantidad de fans que Iron Maiden tiene en Chile. Carteles con fotocopias de la portada de una revista chilena llamada The Clinic, donde salía Bush enseguida de un mono y que decía BUSH MONO CULIAO (lo de culiao es algo así como que el peor insulto en chile). Gente aglomerándose alrededor del escenario. Gente preparándose para la vendimia (libros, muchos libros, y también agua, y comida chilena, o sea, empanadas y unos hot dogs que jamás me he atrevido a comer. No soy alemán). Perros viendo la indumentaria de un mimo que traía una consigna en contra del APEC. La llegada de los marchantes, que venían por miles desde una calle aledaña al parque, y que por lo menos, hasta ese momento, me emocionó, en ese sentido de emocionado-porque-estoy-viendo-algo-propositivo-y-agradable sucediendo aquí. No pude dejar de pensar en sentirme dentro de un anuncio de Coca Cola (hey, ¿qué le voy a hacer? Soy de la border). Me compré una banda para la cabeza que decía NO A BUSH, banda roja, con la insignia del partido comunista. Me la puse. Me la quité. Me la volví a poner. Me fui al desfile. Ahí fue donde se me hizo impresionante la cosa.
¿Estamos o no estamos?
Eso fue lo que pensé. Pienso que, como Bordieu, existen alternativas a la idea de globalización que tienen quienes detentan el poder, que no necesariamente nos lleven de nuevo a una revuelta, que ya no es más que un espectáculo para los medios, oséase que para nosotros. Alternativas que representan a la sociedad (digo, 40,000 gentes no es poco) y que no por pacíficas quiere decir que sean menos inteligentes, y que precisamente ahí es donde reside su posible inteligencia: contrarrestando la táctica del modelo neoliberal con una propuesta que se ponga a la par con ella y le enseñe a jugar de otro modo su jueguito. Dejar de gritar a los cuatro vientos la palabra injusticia y darse cuenta que los que detentan el poder pueden ser igual de estúpidos y enajenados que cualquiera de nosotros. Por lo menos, a grandes rasgos, esa es la propuesta de foros sociales como los que organizaron esto. Y el sentimiento de fiesta se veía a unas cinco cuadras de distancia.
Porque parecía carnaval
Prácticamente toda organización que tiene convocatoria dentro de su plano de acción se unió a la causa. Implicaba a la cumbre del APEC, pero mayoritariamente, se trataba de una muestra de repudio generalizada hacia la presencia de Bush en estas tierras. Chile es un pueblo, podríamos decir, no es muy simpatizante de los gringos. Había de todo: organizaciones que buscan la regularización de sus predios, gente que busca chamba, gente que busca ser identificado como parte de la sociedad. Un grupo de franciscanos, con vesimenta y todo, se agrupaban enseguida de la coalición para derechos de los homosexuales; los comunistas, al fondo, se juntaron con la iniciativa de un grupo de estudiantes que entraron a la marcha con un grupo de danza brasileira. Carros alegóricos, carteles gigantescos que anunciaban desde BUSH FUERA, hasta BUSH ESTÁ MUERTO, hasta BUSH NO EXISTE, hasta el más cómico BUSHA TU MADRE. Agrupaciones cristianas, ecologistas, académicos, estudiantes desnudos con el cuerpo pintado, escenografías donde aparecían mujeres vestidas
Y de pronto pensé: “¡Qué bonito es casi todo!”
9. Me repliego
Voy de vuelta a mi departamento, para tomar un poco de agua y aprovechar la coyuntura para avisarle intempestivamente a Tomás –por e mail- lo que estaba presenciando. Las argucias del internet. Amigos hablan por teléfono, me esperan en el parque. Mi amigo Felipe celebra el hecho de que su revista literaria se vende como pan caliente. Salgo al balcón para seguir apreciando el espectáculo. Sigo viendo, aquí y allá, gente con cámaras, de video, digitales, módulos de televisoras. Luego una tipa se acerca al balcón y me pregunta qué está pasando “allá”. Vivo en la esquina de la calle Rancagua, de donde venían los marchantes. A lo lejos se veía un poco de humo. Salgo a ver qué pasa.
Okey
Lo acepto: nunca había sentido ni el aroma ni la sensación de piel picosa que te da el contacto con el gas lacrimógeno. Y de pronto te sientes como un imbécil, porque eres el único que camina HACIA EL HUMO, mientras todos se apretujan y corren en sentido contrario. A lo lejos, se veía un tanque, rodeado de gente que le tiraba piedras. Si nunca te ha tocado el gas, tarda un poco en que caigas en cuenta. Luego viene el ardor, la recomendación de que no te toques la cara, gritada por un tipo que, curriosamente, tomaba toda la escena con su camarita de video, la carrera de vuelta al departamento. Mi amigo Gabriel tocando el timbre del depa, tapándose la cara.
De pronto
Todos mis amigos y yo nos encontrábamos parados frente a la ventana del departamento, viendo el desmadre. El gas se filtraba por las orillas, buscamos toallas, alguien mencionó si había limones. A veces salíamos al balcón, me señalaban cuál imagen seguir tomando en mi cámara.
11 Pero de aquí en adelante
Todas son impresiones que me niego plasmar como una crónica. Preferiría plasmarlas como una serie de acciones que iban ocurriendo frente a la ventana, así como posteriormente en la calle. . .
Una piedra rodando en la calle. . .sola, alguien no le atinó al tanque que rocía agua con químicos.
Los bancos del parque, arrancados, que sirvieron de barricada en la calle, para que los tanques no pasaran
Un grupo llamado Los Floripondios, que no dejaban de tocar a pesar del desmadre, sirviendo de banda sonora para lo que estábamos viendo. Era como ver un sketch de Benny Hill que se puso medio enfermizo
El valentón encapuchado con una camiseta que se arrojó con todo y palo contra los policías de a pie
Típica imagen: el mimo antes mencionado, muy Tiannamen Square, se puso frente a uno de los tanques
Un semáforo tirado en medio de la calle. Luego botes de basura estacionarios, carteles de la parada de autobuses, los vidrios de un hotel quebrados, los vidrios de un local donde dan clases de flamenco. Todos los locales alrededor del departamento con las cortinas cerradas
Una familia (papá, mamá, dos niños y una niña) apretujados detrás de un carro –justo debajo del balcón- protegiéndose del tanque rociador.
Muchas caras de extranjeros tomando video. Muchas. Otras tantas con máscaras anti gas. Felipe se preguntaba cómo es que ya venían preparados.
El comentario de Felipe llevó al comentario de Gabriel, quien reconoció a un amigo suyo en el desmadre. Dijo “él siempre está metido en estas cosas”
El escaneo que hago a estos amigos; el descubrimiento de que parecen acostumbrados a este tipo de escenarios. El camarógrafo corriendo tras un tanque, con medio limón en la boca.
La increíble imagen de los tanques ADENTRO DEL PARQUE, persiguiendo revoltosos como si fuera video juego.
Descubrir en los rostros de los policías antimotines, que pasaban en los tanques frente al departamento, una cara de estarse divirtiendo. Luego darse cuenta que los revoltosos estaban haciendo lo mismo. De que, a pesar de la convocatoria de marcha pacífica, no se podía evitar el desmadre. Fríamente, sin tapujos, hay un rapport entre los policías y los revoltosos. Hasta parece que se reconocen las caras. Los motines en Santiago han pasado al plano de la cotidianeidad. Hay algo en esto que no me gusta.
12 Desenlace
Botes de basura tirados por doquier; bancos en medio de la calle, el mimo haciendo piruetas, una aglomeración de reporteros en el hotel dañado, unos cuantos manifestantes más. Otras piedras en la calle, un perro en medio del parque. Felipe lamentándose no haber podido vender más revistas. Carteles tirados en el césped, trozos de carros alegóricos, rostros de gente cansada y un poco abrumada por el gas. Luego la inquietud de mis amigos por ver la cobertura por televisión de lo que vieron con sus propios ojos.
Antes de lo que no va a ser el principio.
¡No! ¡Me niego rotundamente a hacerlo! ¡No quiero escribir sobre esto! ¡Voy a escribir sobre esto! Okey, lo haré, ni modo. Es lo que se hace: escribir.
Este no es el principio
Lo escuché hace poco, mientras estaba parado en la calle y pensaba en cuál de las baldosas fijar mi vista, para distraerme de todo lo demás: ya que la vida se nos presenta como un acontecimiento tras otro, con el paso del tiempo, éste pierde su espesor narrativo. Los hechos que ocurren en el mundo se presentan en crónicas periodísticas, donde se recuentan, a veces de manera obsesiva, los minutos que precedieron a, los posteriores a, los que sucedieron en medio, los que ocurrieron por dimes y diretes, así como una que otra brevísima reflexión por parte del que confecciona la crónica (quien piensa en espacios y tiempos periodísticos). Al no sentirse ni aludido ni implicado por el acontecimiento, al no sentir que incide en su persona, el espectador acude a otros formatos que le ayuden a “comprender lo incomprensible”. Para eso tenemos a los analistas, sujetos prestos y dispuestos a ir desmenuzando esos minutos y esas horas desde una perspectiva más “reflexionada”, esto es, desde una cierta autoridad que le otorga su posición. Y al final del día, después de ver el panel de discusión en la TV y enojarse por las insidiosas respuestas del tipo que pertenece al otro partido, ese que me cae de a madre, el bruto espectador se queda más confundido que antes. El problema es que no sabe qué hacer, desde el principio, con lo que ocurrió. Y el acontecimiento es una anécdota iniciadora de polémicas en la oficina o en la segunda ronda de tragos en un bar conocido por las piernas largas de una mujer llamada Lulú. O Marta. O Julián.
Este es el prólogo
El pasado 19 de diciembre, hubo una marcha en la ciudad de Santiago, Chile. Aproximadamente 40,000 personas (ya saben, números, números) fueron convocados por una organización llamada Foro Social Chileno (http://www.forosocialchileno.cl/ ) para protestar la presencia del presidente Bush en esta capital, así como para plantear un proyecto alternativo al que se celebraba en esos mismos días, la cumbre del Asian Pacific Economic Cooperation (APEC) donde 21 líderes de la franja del pacífico, se reunieron para tomar vino, comer salmón, y luego conversar sobre cosas empresariales, de esas que a muchos les da miedo, a otros no les importa, y a otros más les da en la torre. Al final, una fotografía donde todos los líderes aparecen vestidos con el traje típico chileno. Negocios y contactos, tratos y acuerdos, sonrisas debajo de la manga para no molestar al Primer Ministro de Vietnam por el tipo de loción que usa, y todo se acabó. Al final, cientos de detenidos, una docena de policías y uno que otro camarógrafo de televisora golpeados, así como un verdadero cochinero en el parque donde se celebraba la inauguración de la alternativa a la cumbre, el Foro Social Chileno. El parque que está justo enfrente de mi departamento.
Esta es una situación adversa para mí
Porque no quería escribir sobre este tema. Porque no le vi mucho sentido, porque en menos de dos horas la página principal de Yahoo! tenía una de esas notas efímeras que ponen en la sección de noticias al minuto, cuya duración en línea es de veinte minutos a una hora. Fotos y toda la cosa. Haces click al icono de “Refresh” en tu computadora, y la nota desaparece. Quise hacer click en el icono mental de refresh en mi cerebro al día siguiente. Y al siguiente día. Pero no pude. Ahí se quedó la nota. Mejor dicho, ahí se quedó la imagen de un tanque arrojando gas lacrimógeno frente a mi ventana, ahí en el mismo sitio donde estaba tratando de fijar mi vista en una de las baldosas en la calle. Es así como resuelvo hacer un recuento alterno y no lineal de los hechos. Agradezco la paciencia del lector en seguir esta serie de sucesos inconexos.
Y es por eso que comienzo
recordando que todo inició como una marcha pacífica. Y luego continúo con una frase que me dijo mi amigo poeta chileno Felipe Moncada, ya cuando todo el desmadre había pasado: “¿Cuántas fotografías se han tomado en Santiago, y cuántos minutos de video se han tomado?” Surgieron preguntas de burla después de esta, tales como “¿Cuántas cervezas se van a tomar en Santiago después de este disturbio?” y aunque la broma tiene su peso de significado, como que cortó la inspiración de Felipe. Pero tenía sentido su pregunta. Lo primero que me llamó la atención, antes de los disturbios, cuando caminaba por el parque y estaba rodeado de parafernalia anti-bush, así como de un escenario donde se presentarían bandas y todos tendrían oportunidad de decir su trozo de verdad, era la enorme cantidad de gente con cámaras: antes de salir del departamento, fui atacado por el yo paranoico, el que se sentía fuera de lugar tomando fotos con su camarilla barata donde todas las fotos salen de un tono verdoso, tipo álbum de familia de hace veinte años. Pronto me di cuenta que era el más mal preparado. Siempre había alguien enseguida de mí tratando de tomar la misma imagen que yo.
Me despreocupé
Y comencé a tomar fotos. Una escultura de la estatua de la libertad que habla mucho sobre la cantidad de fans que Iron Maiden tiene en Chile. Carteles con fotocopias de la portada de una revista chilena llamada The Clinic, donde salía Bush enseguida de un mono y que decía BUSH MONO CULIAO (lo de culiao es algo así como que el peor insulto en chile). Gente aglomerándose alrededor del escenario. Gente preparándose para la vendimia (libros, muchos libros, y también agua, y comida chilena, o sea, empanadas y unos hot dogs que jamás me he atrevido a comer. No soy alemán). Perros viendo la indumentaria de un mimo que traía una consigna en contra del APEC. La llegada de los marchantes, que venían por miles desde una calle aledaña al parque, y que por lo menos, hasta ese momento, me emocionó, en ese sentido de emocionado-porque-estoy-viendo-algo-propositivo-y-agradable sucediendo aquí. No pude dejar de pensar en sentirme dentro de un anuncio de Coca Cola (hey, ¿qué le voy a hacer? Soy de la border). Me compré una banda para la cabeza que decía NO A BUSH, banda roja, con la insignia del partido comunista. Me la puse. Me la quité. Me la volví a poner. Me fui al desfile. Ahí fue donde se me hizo impresionante la cosa.
¿Estamos o no estamos?
Eso fue lo que pensé. Pienso que, como Bordieu, existen alternativas a la idea de globalización que tienen quienes detentan el poder, que no necesariamente nos lleven de nuevo a una revuelta, que ya no es más que un espectáculo para los medios, oséase que para nosotros. Alternativas que representan a la sociedad (digo, 40,000 gentes no es poco) y que no por pacíficas quiere decir que sean menos inteligentes, y que precisamente ahí es donde reside su posible inteligencia: contrarrestando la táctica del modelo neoliberal con una propuesta que se ponga a la par con ella y le enseñe a jugar de otro modo su jueguito. Dejar de gritar a los cuatro vientos la palabra injusticia y darse cuenta que los que detentan el poder pueden ser igual de estúpidos y enajenados que cualquiera de nosotros. Por lo menos, a grandes rasgos, esa es la propuesta de foros sociales como los que organizaron esto. Y el sentimiento de fiesta se veía a unas cinco cuadras de distancia.
Porque parecía carnaval
Prácticamente toda organización que tiene convocatoria dentro de su plano de acción se unió a la causa. Implicaba a la cumbre del APEC, pero mayoritariamente, se trataba de una muestra de repudio generalizada hacia la presencia de Bush en estas tierras. Chile es un pueblo, podríamos decir, no es muy simpatizante de los gringos. Había de todo: organizaciones que buscan la regularización de sus predios, gente que busca chamba, gente que busca ser identificado como parte de la sociedad. Un grupo de franciscanos, con vesimenta y todo, se agrupaban enseguida de la coalición para derechos de los homosexuales; los comunistas, al fondo, se juntaron con la iniciativa de un grupo de estudiantes que entraron a la marcha con un grupo de danza brasileira. Carros alegóricos, carteles gigantescos que anunciaban desde BUSH FUERA, hasta BUSH ESTÁ MUERTO, hasta BUSH NO EXISTE, hasta el más cómico BUSHA TU MADRE. Agrupaciones cristianas, ecologistas, académicos, estudiantes desnudos con el cuerpo pintado, escenografías donde aparecían mujeres vestidas
Y de pronto pensé: “¡Qué bonito es casi todo!”
9. Me repliego
Voy de vuelta a mi departamento, para tomar un poco de agua y aprovechar la coyuntura para avisarle intempestivamente a Tomás –por e mail- lo que estaba presenciando. Las argucias del internet. Amigos hablan por teléfono, me esperan en el parque. Mi amigo Felipe celebra el hecho de que su revista literaria se vende como pan caliente. Salgo al balcón para seguir apreciando el espectáculo. Sigo viendo, aquí y allá, gente con cámaras, de video, digitales, módulos de televisoras. Luego una tipa se acerca al balcón y me pregunta qué está pasando “allá”. Vivo en la esquina de la calle Rancagua, de donde venían los marchantes. A lo lejos se veía un poco de humo. Salgo a ver qué pasa.
Okey
Lo acepto: nunca había sentido ni el aroma ni la sensación de piel picosa que te da el contacto con el gas lacrimógeno. Y de pronto te sientes como un imbécil, porque eres el único que camina HACIA EL HUMO, mientras todos se apretujan y corren en sentido contrario. A lo lejos, se veía un tanque, rodeado de gente que le tiraba piedras. Si nunca te ha tocado el gas, tarda un poco en que caigas en cuenta. Luego viene el ardor, la recomendación de que no te toques la cara, gritada por un tipo que, curriosamente, tomaba toda la escena con su camarita de video, la carrera de vuelta al departamento. Mi amigo Gabriel tocando el timbre del depa, tapándose la cara.
De pronto
Todos mis amigos y yo nos encontrábamos parados frente a la ventana del departamento, viendo el desmadre. El gas se filtraba por las orillas, buscamos toallas, alguien mencionó si había limones. A veces salíamos al balcón, me señalaban cuál imagen seguir tomando en mi cámara.
11 Pero de aquí en adelante
Todas son impresiones que me niego plasmar como una crónica. Preferiría plasmarlas como una serie de acciones que iban ocurriendo frente a la ventana, así como posteriormente en la calle. . .
Una piedra rodando en la calle. . .sola, alguien no le atinó al tanque que rocía agua con químicos.
Los bancos del parque, arrancados, que sirvieron de barricada en la calle, para que los tanques no pasaran
Un grupo llamado Los Floripondios, que no dejaban de tocar a pesar del desmadre, sirviendo de banda sonora para lo que estábamos viendo. Era como ver un sketch de Benny Hill que se puso medio enfermizo
El valentón encapuchado con una camiseta que se arrojó con todo y palo contra los policías de a pie
Típica imagen: el mimo antes mencionado, muy Tiannamen Square, se puso frente a uno de los tanques
Un semáforo tirado en medio de la calle. Luego botes de basura estacionarios, carteles de la parada de autobuses, los vidrios de un hotel quebrados, los vidrios de un local donde dan clases de flamenco. Todos los locales alrededor del departamento con las cortinas cerradas
Una familia (papá, mamá, dos niños y una niña) apretujados detrás de un carro –justo debajo del balcón- protegiéndose del tanque rociador.
Muchas caras de extranjeros tomando video. Muchas. Otras tantas con máscaras anti gas. Felipe se preguntaba cómo es que ya venían preparados.
El comentario de Felipe llevó al comentario de Gabriel, quien reconoció a un amigo suyo en el desmadre. Dijo “él siempre está metido en estas cosas”
El escaneo que hago a estos amigos; el descubrimiento de que parecen acostumbrados a este tipo de escenarios. El camarógrafo corriendo tras un tanque, con medio limón en la boca.
La increíble imagen de los tanques ADENTRO DEL PARQUE, persiguiendo revoltosos como si fuera video juego.
Descubrir en los rostros de los policías antimotines, que pasaban en los tanques frente al departamento, una cara de estarse divirtiendo. Luego darse cuenta que los revoltosos estaban haciendo lo mismo. De que, a pesar de la convocatoria de marcha pacífica, no se podía evitar el desmadre. Fríamente, sin tapujos, hay un rapport entre los policías y los revoltosos. Hasta parece que se reconocen las caras. Los motines en Santiago han pasado al plano de la cotidianeidad. Hay algo en esto que no me gusta.
12 Desenlace
Botes de basura tirados por doquier; bancos en medio de la calle, el mimo haciendo piruetas, una aglomeración de reporteros en el hotel dañado, unos cuantos manifestantes más. Otras piedras en la calle, un perro en medio del parque. Felipe lamentándose no haber podido vender más revistas. Carteles tirados en el césped, trozos de carros alegóricos, rostros de gente cansada y un poco abrumada por el gas. Luego la inquietud de mis amigos por ver la cobertura por televisión de lo que vieron con sus propios ojos.
16.11.04
Creo que cuando la esquizofrenia no se manifiesta en las acciones exteriores del cuerpo (la que mas o menos se definen como referentes de la conducta esquizofrénica) busca manifestarse al interior del cuerpo. Vivo con una enfermedad que los gringos denimominan con "Irritable Bowel Syndrome" y aunque suene lo menos exótico que puedan imaginar para una enfermedad ( o sea, no estamos hablando ni de tuberculosis ni de fiebre aftosa, ni mucho menos de cáncer) es una enfermedad que, con el paso del tiempo, y como el lenguaje, va ejerciendo control sobre tu vida.
Y se trata, curiosamente, de una enfermedad que se ha converitdo en una especie de problema ontológico. Nadie sabe ni de dónde viene, ni para dónde va, ni cómo ocurre, o cómo puede desaparecer.
Uno puede darse cuenta en estos casos, cómo somos prisioneros del lenguaje y sus vicisitudes, mismas que logra traducir a procesos somáticos.
Y se trata, curiosamente, de una enfermedad que se ha converitdo en una especie de problema ontológico. Nadie sabe ni de dónde viene, ni para dónde va, ni cómo ocurre, o cómo puede desaparecer.
Uno puede darse cuenta en estos casos, cómo somos prisioneros del lenguaje y sus vicisitudes, mismas que logra traducir a procesos somáticos.
12.11.04
11.11.04
por cierto: si en algún momento de lucidez llego a suicidarme, por favor, se los suplico, no dejen que me entierren en Santiago:
=piden que me incineren
=envíen las cenizas a baja california por DHL
=nada de ceremonias. soy como el pagano que prefiere que nadie hable y que lo arrojen al estanque.
=quiero que una parte de mis cenizas terminen en un escusado público
=el resto quiero que lo dividan en varias partes, las suficientes como para ser esparcidas en cada uno de los caminos que dan salida a la ciudad de Mexicali
(digo. . .no va a pasar. . .es sólo por si acaso)
=piden que me incineren
=envíen las cenizas a baja california por DHL
=nada de ceremonias. soy como el pagano que prefiere que nadie hable y que lo arrojen al estanque.
=quiero que una parte de mis cenizas terminen en un escusado público
=el resto quiero que lo dividan en varias partes, las suficientes como para ser esparcidas en cada uno de los caminos que dan salida a la ciudad de Mexicali
(digo. . .no va a pasar. . .es sólo por si acaso)
10.11.04
La obra de arte jamás te dice una mentira.
Puede develar misterios, presentar digresiones, transgresiones, convulsiones del entorno y la percepción; puede revelar y revelarse, puede ser discrepante; puede poner al descubierto los límites del lenguaje, puede ser un diálogo fallido, un intento precario, una triste muestra de ingenuidad; presenta procesos, lidia con el devenir y el tiempo, los sistemas y las individualidades al interior de éstos; puede presentar digresiones y divagaciones, esencias y aglutinamiento de modos históricos, percepciones del tiempo y del hombre, de la naturaleza y el ocaso de la misma, presenta temores, fobias, los tejidos del deseo y el consumo, la enajenación y el desencanto; presenta pureza o franqueza, o la delgada línea que divide a la realidad de su campo reproductor; muestra ideas, conceptos, teorías generales, toda una filosofía puesta en acción (cuando la filosofía entra al campo del arte, se termina la transgresión); interviene, se sitúa, a veces presenta discursos que sólo pueden demostrar su futilidad, su venir a pérdida con el paso del tiempo; en el peor de los casos, el discurso que se nos presenta sólo nos ubica en ese vacío que resulta del encuentro con algo que no está bien sustentado; puede devenir época, momento, localidad, condición de ilusoria permanencia.
La obra de arte puede hacer todo eso. Pero jamás te dice una mentira.
Puede develar misterios, presentar digresiones, transgresiones, convulsiones del entorno y la percepción; puede revelar y revelarse, puede ser discrepante; puede poner al descubierto los límites del lenguaje, puede ser un diálogo fallido, un intento precario, una triste muestra de ingenuidad; presenta procesos, lidia con el devenir y el tiempo, los sistemas y las individualidades al interior de éstos; puede presentar digresiones y divagaciones, esencias y aglutinamiento de modos históricos, percepciones del tiempo y del hombre, de la naturaleza y el ocaso de la misma, presenta temores, fobias, los tejidos del deseo y el consumo, la enajenación y el desencanto; presenta pureza o franqueza, o la delgada línea que divide a la realidad de su campo reproductor; muestra ideas, conceptos, teorías generales, toda una filosofía puesta en acción (cuando la filosofía entra al campo del arte, se termina la transgresión); interviene, se sitúa, a veces presenta discursos que sólo pueden demostrar su futilidad, su venir a pérdida con el paso del tiempo; en el peor de los casos, el discurso que se nos presenta sólo nos ubica en ese vacío que resulta del encuentro con algo que no está bien sustentado; puede devenir época, momento, localidad, condición de ilusoria permanencia.
La obra de arte puede hacer todo eso. Pero jamás te dice una mentira.
Duchampiana 011
Imposible insertar en el conexto de la frontera una propuesta duchampiana. Aquellos que lo han abordado, lo hacen desde la idealización de una figura, el personaje Duchamp, no desde su particular acomodamiento en el mundo como una de las ideas humanas volcadas al lenguaje del arte que han existido. En Duchamp todo se produce a través de líneas de fuga, interconexiones, asociaciones que, en el ejercicio de la indeterminación, terminan estableciendo un orden, ahí donde eros, civilización, progreso y el ser humano-máquina-proceso, juegan al juego de entenderse en el tablero que señala una existencia imbricada que perdió su rumbo.
En la frontera, todo es inconexo, inmediata figuración del entorno, aislada de todo sistema. Un sitio donde se producen situaciones, momentos, campos narrativos desde donde permea la experiencia poética. Cuando descubramos los hilos que tejen y entretejen las tarimas de nuestro entorno, entonces podemos encontrar a Duchamp. Los pocos intentos que se han hecho por abordar la visión duchampiana en la frontera, han sido meros ejercicios de emulación a través de referencias ambiguas: el catálogo, una que otra cita del autor, o la simple imagen iconografiada del artista.
Esto es bueno y malo a la vez.
Imposible insertar en el conexto de la frontera una propuesta duchampiana. Aquellos que lo han abordado, lo hacen desde la idealización de una figura, el personaje Duchamp, no desde su particular acomodamiento en el mundo como una de las ideas humanas volcadas al lenguaje del arte que han existido. En Duchamp todo se produce a través de líneas de fuga, interconexiones, asociaciones que, en el ejercicio de la indeterminación, terminan estableciendo un orden, ahí donde eros, civilización, progreso y el ser humano-máquina-proceso, juegan al juego de entenderse en el tablero que señala una existencia imbricada que perdió su rumbo.
En la frontera, todo es inconexo, inmediata figuración del entorno, aislada de todo sistema. Un sitio donde se producen situaciones, momentos, campos narrativos desde donde permea la experiencia poética. Cuando descubramos los hilos que tejen y entretejen las tarimas de nuestro entorno, entonces podemos encontrar a Duchamp. Los pocos intentos que se han hecho por abordar la visión duchampiana en la frontera, han sido meros ejercicios de emulación a través de referencias ambiguas: el catálogo, una que otra cita del autor, o la simple imagen iconografiada del artista.
Esto es bueno y malo a la vez.
9.11.04
No hay nada más insulso que tratar de definir el concepto de arte. Tarea fútil para gente desconcertada cuya experiencia frente a una obra ha sido a través de catálogos. Finalmente, toda definición en general, sobre cualquier tema, es un ejercicio de futilidad en sí mismo, una manera de proyectar inconscientemente el reconocimiento de sus propias limitaciones.
No obstante, podemos encontrarnos con que el ejercicio de definicón, mientras más sutil y simple, llega al posible meollo del asunto. Por lo tanto, he aquí otra triste definición. . .
ARTE: aquello que merece un segundo vistazo
No obstante, podemos encontrarnos con que el ejercicio de definicón, mientras más sutil y simple, llega al posible meollo del asunto. Por lo tanto, he aquí otra triste definición. . .
ARTE: aquello que merece un segundo vistazo
8.11.04
Durante la batalla, los reglas de compromiso permiten a las tropas ocupantes disparar y matar a cualquiera que lleve un arma o conduzca un vehículo en Fallujah, medida destinada a permitir a los soldados abrir fuego contra atacantes suicidas que lleven bombas en vehículos, indicó Ramos. Los hombres en edad militar que traten de escapar de la ciudad serán capturados o enviados de vuelta.
(del Periódico La Jornada, lunes ocho de dic., 2004)
El ejército declara que la batalla en Fallujah tendrá la magnitud histórica de un Iwo Jima o un Corea.
Con esto, se quiere perpetuar la idea de que la batalla tendrá un peso histórico, esto es, un peso significativo para sus personajes, un carácter épico para sus participantes (en donde el enemigo resulta un escaparate para la hazaña) un sentimiento de que están presenciando algo "importante".
¿Puede acaso adelantarse la magnitud histórica de un evento? Aun muy posmo la cosa: un soldado en Iwo Jima, vivió la importancia histórica que la batalla iba a tener en el futuro? Lo dudo mucho. Dudo mucho que los soldados del ejército norteamericano tengan un sentimiento de sublimación espiritual, al encontrarse insertos en el momento histórico que sus líderes quieren delegarle a la batalla. No quiero hablar de simulaciones.
Hablemos de una guerra con enemigos híbridos, causas fabricadas, espectáculo dramático necesario para recobrar una subjetividad perdida en el interim, ahí donde todos nosotros, espectadores, ya ni siquiera buscamos un final feliz, solamente un escenario desde el cual nosotros podamos pensar en nosotros y eso otro que se vive de lejos; hablemos de la intención por insertar la guerra en Irak en los anales de la historia. Como si eso aun se pudiera.
(del Periódico La Jornada, lunes ocho de dic., 2004)
El ejército declara que la batalla en Fallujah tendrá la magnitud histórica de un Iwo Jima o un Corea.
Con esto, se quiere perpetuar la idea de que la batalla tendrá un peso histórico, esto es, un peso significativo para sus personajes, un carácter épico para sus participantes (en donde el enemigo resulta un escaparate para la hazaña) un sentimiento de que están presenciando algo "importante".
¿Puede acaso adelantarse la magnitud histórica de un evento? Aun muy posmo la cosa: un soldado en Iwo Jima, vivió la importancia histórica que la batalla iba a tener en el futuro? Lo dudo mucho. Dudo mucho que los soldados del ejército norteamericano tengan un sentimiento de sublimación espiritual, al encontrarse insertos en el momento histórico que sus líderes quieren delegarle a la batalla. No quiero hablar de simulaciones.
Hablemos de una guerra con enemigos híbridos, causas fabricadas, espectáculo dramático necesario para recobrar una subjetividad perdida en el interim, ahí donde todos nosotros, espectadores, ya ni siquiera buscamos un final feliz, solamente un escenario desde el cual nosotros podamos pensar en nosotros y eso otro que se vive de lejos; hablemos de la intención por insertar la guerra en Irak en los anales de la historia. Como si eso aun se pudiera.
7.11.04
El libro es una tecnología que es demasiado buena para de-saparecer, es un objeto durable, portátil, que no necesita pilas y siempre está prendido. Internet es un mecanismo tecnológico más y por lo mismo no es necesariamente malo. Los libros seguirán jugando su papel en el mundo y no será la primera vez que la tecnología los haya puesto en riesgo. Con la aparición de la imprenta los coleccionistas de manuscritos, muy caros y hermosos, vieron que el nuevo mundo recobrado de la antigüedad se ponía en peligro con la fuerza bruta de las prensas y algo similar pensaron los amantes de los libros encuadernados a mano en el siglo XIX con la llegada del libro industrializado y de bajo precio. Con terror dijeron que el libro estaba perdido. Sin embargo, el libro ha seguido adelante. En ese sentido creo que lo que se perderá no serán los libros, sino una sensibilidad simbolizada por el libro. La forma como se leerán o utilizarán las historias es distinta. Hay algo insidioso en la cultura digital en la medida en que creemos que estamos obteniendo independencia de pensamiento y, sin embargo, se trata de información que entra a nuestras mentes de manera inopinada. Creo que es riesgoso que lleguemos a una clase de pasividad respecto de la información. En ese sentido, la relación con la información que implicaba la lectura del libro es muy diferente. Es importante tener conciencia de la perdida de control respecto de la información que entra en nuestras vidas. Sin embargo, la tecnología puede usarse de maneras liberadoras. La gente tiene ahora la posibilidad de comunicarse de manera directa e independiente, generándose una esfera pública que está más allá de todo control, esto es muy importante para el surgimiento de una sociedad libre. Otro problema de la era digital es el de la preservación de tanta información contenida en medios efímeros o en sistemas que se hacen obsoletos prematuramente en una carrera tecnológica bastante destructiva. La biblioteca en la era digital está en estado de flujo, que a larga es indistinguible de un estado de crisis, una crisis de la cultura letrada. Lo que enfrentamos no es la pérdida del libro, sino la pérdida de un mundo. Como sucedió en Alejandría y en las universidades y monasterios del Renacimiento temprano. La palabra cambia sus formas, tendiendo a vivir en pixeles y bits antes que en tinta o papel.
(De una entrevista a Mattew Battles, autor del libro "Library, an unquiet history" Vintage London 2003)
(De una entrevista a Mattew Battles, autor del libro "Library, an unquiet history" Vintage London 2003)
3.11.04
Quienquiera que piensa que la religión ya no tiene el poder de movilizar a las masas, vea lo que acaba de suceder en EEUU
Por lo pronto, un poco de teoría "old school", para hacernos sentir aun mas estupidos. . .
Una falsa opción en abundancia espectacular, una opción que descansa en la yuxtaposición de competir y los espectáculos complementarios y también en la yuxtaposición de papeles (significado y llevado sobre todo por cosas) que son al mismo tiempo exclusivas y coincidentes, se desarrollan en una lucha de cualidades vaporosas que quieren estimular la lealtad a una trivialidad cuantitativa. Esto resucita oposiciones arcaicas falsas, regionalismos y racismos que sirven para levantar los rangos jerárquicos vulgares del consumo a una superioridad ontológica ridícula. De este modo, las interminables series de confrontaciones triviales vuelve a ocurrir, desde el deporte competitivo hasta las elecciones, movilizando un interés sub-lúdico. Dondequiera que exista un consumo abundante, una gran oposición espectacular entre la juventud y los adultos se pone en juego entre los papeles falsos –falsos porque el adulto, amo de su vida, no existe y porque la juventud, la transformación de aquello que existe, no es de ninguna manera la propiedad de aquellos que son ahora jóvenes, sino del sistema económico, del dinamismo del capitalismo. Las cosas regulan y son jóvenes; las cosas se confrontan y se reemplazan unas a las otras.
63
Lo que se esconde bajo las oposiciones espectaculares es una unidad de miseria. Detrás de las máscaras de la opción total, formas distintas de la misma alienación se confrontan unas a las otras, todas ellas construidas por contradicciones reales que son reprimidas. El espectáculo existe en una forma concentrada o difusa, dependiendo de las necesidades del escenario particular de miseria que niega y apoya. En ambos casos, el espectáculo no es nada más que una imagen de feliz unificación, rodeada por desolación y temor por el centro tranquilo de la miseria.
Guy Debord, "La sociedad del espectáculo"
Por lo pronto, un poco de teoría "old school", para hacernos sentir aun mas estupidos. . .
Una falsa opción en abundancia espectacular, una opción que descansa en la yuxtaposición de competir y los espectáculos complementarios y también en la yuxtaposición de papeles (significado y llevado sobre todo por cosas) que son al mismo tiempo exclusivas y coincidentes, se desarrollan en una lucha de cualidades vaporosas que quieren estimular la lealtad a una trivialidad cuantitativa. Esto resucita oposiciones arcaicas falsas, regionalismos y racismos que sirven para levantar los rangos jerárquicos vulgares del consumo a una superioridad ontológica ridícula. De este modo, las interminables series de confrontaciones triviales vuelve a ocurrir, desde el deporte competitivo hasta las elecciones, movilizando un interés sub-lúdico. Dondequiera que exista un consumo abundante, una gran oposición espectacular entre la juventud y los adultos se pone en juego entre los papeles falsos –falsos porque el adulto, amo de su vida, no existe y porque la juventud, la transformación de aquello que existe, no es de ninguna manera la propiedad de aquellos que son ahora jóvenes, sino del sistema económico, del dinamismo del capitalismo. Las cosas regulan y son jóvenes; las cosas se confrontan y se reemplazan unas a las otras.
63
Lo que se esconde bajo las oposiciones espectaculares es una unidad de miseria. Detrás de las máscaras de la opción total, formas distintas de la misma alienación se confrontan unas a las otras, todas ellas construidas por contradicciones reales que son reprimidas. El espectáculo existe en una forma concentrada o difusa, dependiendo de las necesidades del escenario particular de miseria que niega y apoya. En ambos casos, el espectáculo no es nada más que una imagen de feliz unificación, rodeada por desolación y temor por el centro tranquilo de la miseria.
Guy Debord, "La sociedad del espectáculo"
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